Cubanos con el agua al cuello pero sonriendo
Un periodista de la BBC describe un viaje a la isla y dice que La Habana se prepara para empezar a vivir un nuevo capítulo de su historia.
La era de Castro llega a su fin, las páginas de la vieja Constitución revolucionaria están raídas y el país se prepara para un nuevo capítulo en su historia, según un reportaje titulado “Postal de Cuba” que publica la BBC en su edición digital.
El autor del reportaje, el editor Mark Easton, alude a las reformas económicas adoptadas por el gobierno y cita de ejemplo el caso de Carlos, un graduado en inglés de la Universidad de La Habana que ha terminado trabajando como operador de excursiones en la pujante industria turística.
Casi tres millones de extranjeros visitan ahora a Cuba todos los años, destaca la BBC, y “para las ventajas económicas del turismo el gobierno de Castro ha necesitado hacer sacrificios ideológicos”.
Según dijo Carlos al periodista, “Cuba mejora gracias al sector privado. Hay todavía mucha pobreza desesperada en la isla (pero) el trabajo, la economía, la diversión, todo es mejor”.
Luego de manifestar su asombro como suelen hacerlo los visitantes que se topan con una flota de automóviles estadounidenses desvencijados rodando por la calles, el reportero reitera el hecho de que en la isla se respiran aires de cambio.
“Carros como éste—le dijo un tal Guillermo sobre el Desoto de 1955 en que paseaban—solían tener una chapa azul si eran propiedad del Estado y una amarilla si eran privados. Ahora todos los nuevos vehículo tienen chapa blanca” una señal que para el periodista significa que “las fronteras se están borrando”.
El relato de Easton ya es conocido: desde 2011 a los cubanos se les permite la compraventa de autos viejos, ahora pueden hacer algunos trabajos por cuenta propia, pedir dinero prestado al banco, los paladares florecen, y hay casi 400 mil pequeños negocios, más del doble de hace solo tres años.
Carlos dijo a la BBC que “las reglas se han relajado de manera que una empresa privada puede emplear a gente que no sea de su propia familia. No habrá muchos millonarios aún, pero la gente puede hacer buen dinero”.
A la lista de admiraciones de Easton se añade el hecho de que los hoteles, una vez solo accesibles por los extranjeros con divisa en el bolsillo ahora abrieron sus puertas a los cubanos que dispongan de moneda fuerte, y “la industria turística doméstica se desarrolla rápidamente”, dice.
El reportaje también apunta que la UNESCO concedió a la parte vieja de La Habana el estatus de patrimonio de la humanidad, y se emprende ahora un proyecto con muchos retos después de haber empredado nuevamente la mayor parte de las estrechas calles del sector colonial hace solo un año.
“Un gran apagón en el pico de la temporada turística el otoño pasado –precisa—sumió a todo el distrito en la oscuridad y amenazó con liquidar a muchos de los negocios embrionarios que habían nacido en la ciudad”.
Resultado, apunta, un plan de cinco años para reemplazar el alambrado y las tuberías en la zona ha sido constreñido a 12 meses y hoy en día en casi todas las calles y callejuelas del distrito han empezado a cavar de nuevo.
Como resultado de los cambios que se operan en la isla, el reportero dice sentirse “optimista” acerca del próximo capítulo de la historia cubana, y cita las palabras de un guía que le dijo refiriéndose a los cubanos: “Somos como los delfines en la bahía. Con el agua hasta el cuello pero aún sonriendo”.
El autor del reportaje, el editor Mark Easton, alude a las reformas económicas adoptadas por el gobierno y cita de ejemplo el caso de Carlos, un graduado en inglés de la Universidad de La Habana que ha terminado trabajando como operador de excursiones en la pujante industria turística.
Casi tres millones de extranjeros visitan ahora a Cuba todos los años, destaca la BBC, y “para las ventajas económicas del turismo el gobierno de Castro ha necesitado hacer sacrificios ideológicos”.
Según dijo Carlos al periodista, “Cuba mejora gracias al sector privado. Hay todavía mucha pobreza desesperada en la isla (pero) el trabajo, la economía, la diversión, todo es mejor”.
Luego de manifestar su asombro como suelen hacerlo los visitantes que se topan con una flota de automóviles estadounidenses desvencijados rodando por la calles, el reportero reitera el hecho de que en la isla se respiran aires de cambio.
“Carros como éste—le dijo un tal Guillermo sobre el Desoto de 1955 en que paseaban—solían tener una chapa azul si eran propiedad del Estado y una amarilla si eran privados. Ahora todos los nuevos vehículo tienen chapa blanca” una señal que para el periodista significa que “las fronteras se están borrando”.
El relato de Easton ya es conocido: desde 2011 a los cubanos se les permite la compraventa de autos viejos, ahora pueden hacer algunos trabajos por cuenta propia, pedir dinero prestado al banco, los paladares florecen, y hay casi 400 mil pequeños negocios, más del doble de hace solo tres años.
Carlos dijo a la BBC que “las reglas se han relajado de manera que una empresa privada puede emplear a gente que no sea de su propia familia. No habrá muchos millonarios aún, pero la gente puede hacer buen dinero”.
A la lista de admiraciones de Easton se añade el hecho de que los hoteles, una vez solo accesibles por los extranjeros con divisa en el bolsillo ahora abrieron sus puertas a los cubanos que dispongan de moneda fuerte, y “la industria turística doméstica se desarrolla rápidamente”, dice.
El reportaje también apunta que la UNESCO concedió a la parte vieja de La Habana el estatus de patrimonio de la humanidad, y se emprende ahora un proyecto con muchos retos después de haber empredado nuevamente la mayor parte de las estrechas calles del sector colonial hace solo un año.
“Un gran apagón en el pico de la temporada turística el otoño pasado –precisa—sumió a todo el distrito en la oscuridad y amenazó con liquidar a muchos de los negocios embrionarios que habían nacido en la ciudad”.
Resultado, apunta, un plan de cinco años para reemplazar el alambrado y las tuberías en la zona ha sido constreñido a 12 meses y hoy en día en casi todas las calles y callejuelas del distrito han empezado a cavar de nuevo.
Como resultado de los cambios que se operan en la isla, el reportero dice sentirse “optimista” acerca del próximo capítulo de la historia cubana, y cita las palabras de un guía que le dijo refiriéndose a los cubanos: “Somos como los delfines en la bahía. Con el agua hasta el cuello pero aún sonriendo”.
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