LUNES, 26 DE AGOSTO DE 2013 04:33
![Osmar Laffita](http://primaveradigital.org/primavera/images/avatars/osmarlaffita.png)
![terrazas0](http://primaveradigital.org/primavera/images/stories/pd286/terrazas0.jpg)
Por un lado tenemos los turistas cubanos de primera, tanto los que viven en Cuba como los cubanos que residen en el exterior, principalmente en Estados Unidos. Disponen de dólares y compran las diferentes ofertas a de las agencias turoperadora propiedad del Estado, como CUBATUR, Havanatur, Cubanacan y Gaviota (esta última operada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias), las cuales promocionan excursiones diarias a Varadero, Playa Larga, Playa Girón, Las Terrazas, Soroa y Viñales.
El costo de dicho paquete fluctúa entre 15 y 35 dólares por persona, con salidas de 7 a 8 de la mañana en diferentes puntos de recogida y con regreso a la capital a las 5 de la tarde.
Los que reservan para visitar estos lugares turísticos, son trasladados en modernos ómnibus climatizados, con capacidad para entre 20 y 40 pasajeros.
Es tal la afluencia de veraneantes para estos lugares que los viernes, sábados y domingos, diariamente parten para estos destinos turísticos de 30 a 50 ómnibus.
Por el otro lado, tenemos el turismo de segunda, ese que mal disfruta la mayoría de la población cubana que gana cuando más 20 dólares mensuales. Para ellos son las peores opciones.
Los que deciden visitar las playas públicas se las tienen que agenciar como puedan para trasladarse por el medio de trasporte que aparezca. Tienen que llevarlo todo, hasta el agua de beber, porque en estos lugares no se brinda ningún servicio y cuando existe es muy malo.
En los círculos sociales obreros -que hace bastante tiempo dejaron de serlo- y en el Campismo Popular, las instalaciones, condiciones y ofertas dejan mucho que desear por la ineficiente y mala atención que se les brinda a los veraneantes.
La mayoría de los cubanos, por no tener dólares, optan por irse a bañar en la costa, plagada no solo de diente de perro, sino también de elementos maleantes, marginales, buscadores de problemas, y donde no existen servicios gastronómicos de ningún tipo.
Una muestra del turismo de primera esta está en la comunidad Las Terrazas, en la provincia de Artemisa. Está enclavada en la Sierra del Rosario, perteneciente a la cordillera de Guaniguanico, que se extiende desde Artemisa hasta Pinar del Rio.
La Sierra del Rosario, que fue declarada en 1985 por la UNESCO la primera reserva de la biosfera de Cuba, tiene una extensión de 26 686 hectáreas. En ella están las elevaciones El Salón y Las Peladas. Sus montañas están pobladas por abundantes bosques, con una rica fauna. Allí habitan la rana más pequeña del mundo, el tocororo, el ave nacional cubana, el lagarto de agua o lagarto caimán.
La Sierra del Rosario alberga en su territorio 8 comunidades y caseríos campesinos aislados.
La comunidad Las Terrazas, con una extensión de 5000 hectáreas y una población cercana a los 5000 habitantes, está ubicada en una zona de desarrollo sostenible. Posee varios y preciados dones concedido por la naturaleza, entre ellos el bello lago San Juan y el rio de aguas sulfurosas de igual nombre que corre por un lecho de roca y lajas que lo hacen la atracción y delicia de todos que se bañan en él.
Lo primero que palpan los visitantes cuando llegan a la comunidad Las Terrazas es la equilibrada armonía entre la naturaleza y la obra desplegada por el hombre. Se entremezclan los frondosos árboles con las futuristas obras arquitectónicas destinadas a las más diversas funciones.
Un monumento de la arquitectura cubana es el hotel de 28 habitaciones La Moka. En su construcción se respetó escrupulosamente todo lo relacionado con el entorno. El lugar escogido para su construcción planteó desafíos por la altura e inclinación del terreno.
La primera instalación gastronómica que visitan los turistas al llegar a Las Terrazas es el merendero Rancho Curujey, ubicado en una de las riberas del lago San Juan. A los visitantes se les da un coctel de bienvenida y un breve tiempo para que recorran el lugar. Al contemplarlo, todos se quedan atrapados por su deslumbrante belleza. Se conjugan la hermosura y quietud del lago, con la verde floresta, las montañas, y las atrevidas construcciones realizadas por el hombre.
Desde el Rancho Curujey los visitantes se trasladan para la Plaza de la Comunidad, ubicada en una elevación desde la que se pueden contemplar las casas y edificios multifamiliares de los residentes en la comunidad, la biblioteca, las cafeterías, las tiendas de venta en dólares, los restaurantes, la casa de deporte náuticos y el área donde pequeños empresarios privados y sus empleados venden los más diversos productos de artesanía.
En la misma Plaza de la Comunidad esta el emblemático Café María, donde a los visitantes se les brinda el aromático café express o cortado.
De la Plaza se trasladan para la casa donde vivió el fallecido cantautor Polo Montañez. En ella están expuestos al público objetos que pertenecieron al cantante, que se ganó la simpatía y el cariño del pueblo cubano.
Después del recorrido por la comunidad, los excursionistas abordan los ómnibus y luego de un recorrido de unos cuatro kilómetros por una sinuosa, estrecha y peligrosa carretera se llega al río San Juan. Luego de pasar el puente de metal y llegar a la orilla izquierda del rio, por un sendero pavimentado con losas de piedra se llega al pintoresco restaurante Macurije, donde se almuerza.
Luego del apetitoso y bien elaborado almuerzo, aquellos que lo desearon se bañaron en el río, el cual cuenta con varias piscinas naturales, saltos y cascadas de agua fría y cristalina que constituyen las delicias de todos los bañistas.
Cerca de las 4.30 de la tarde los excursionistas abordan los ómnibus, cansados algunos, pero todos alegres, marcados por el grato recuerdo de haber pasado un inolvidable día en Las Terrazas en que se conjugó la diversión y el conocimiento.
Para Cuba actualidad: ramsetgandhi@yahoo.com
Fotos: Osmar Laffita
Para Cuba actualidad: ramsetgandhi@yahoo.com
Fotos: Osmar Laffita
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