sábado, 28 de septiembre de 2013

Antonia Eiriz, réquiem por el individuo frente al totalitarismo


Antonia Eiriz, réquiem por el individuo frente al totalitarismo

 
 

ESPECIAL/EL NUEVO HERALD

Painter and Her Audience es una muy completa muestra sobre la artista Antonia Eiriz (La Habana, 1926 - Miami, 1995), una de las pintoras de mayor personalidad en el escenario de las artes visuales cubanas posrevolucionarias. La exposición, curada por Michelle Weinberg, recorre más de 30 años en la trayectoria artística de la autora. Está compuesta fundamentalmente por pinturas de gran formato en óleo sobre lienzo, técnicas mixtas y dibujos, que van desde 1959 hasta 1995, año de su muerte.
La muestra plantea un diálogo entre las obras de Eiriz y la de artistas cubanos de generaciones más jóvenes como, por ejemplo, Glexis Novoa y Sandra Ramos. Pero este diálogo no funciona, puesto que el diseño artístico del montaje no articula la relación de Eiriz con la de este grupo de artistas, cuyas obras fueron montadas completamente separadas de las de Eiriz en salas contiguas.
Varias de las obras realizadas en la década de 1960, como Aquelarre (1960) o La procesión (1963) dan pistas sobre el empleo y relación de elementos gráficos y pictóricos en el trabajo de Eiriz. Un ejemplo de ello es su portada para Babbitt, novela del premio Nobel norteamericano Arthur Sinclair Lewis publicada por Editorial Nacional de Cultura (La Habana, 1965). Aquí, como en las obras antes mencionadas, destaca la fusión de la pintura con recursos de la gráfica para representar esas figuras planas, de aspecto humano pero grotesco con un punto siniestro de la imagen que, en lo adelante, tanto distinguiría la obra de Eiriz.
A Painter and Her Audience está atravesada por una postura que hace suya las oposiciones. Las imágenes avanzan contraponiendo, de una parte, elementos de pintura figurativa, de la otra, recursos del informalismo y la expresión abstracta (por ejemplo, Aquelarre y La procesión). Y oposiciones hay también en el aspecto discursivo porque toda su obra, de manera acentuada (y obsesiva), parece desgarrarse en el dilema que opone a individuo y sociedad. O dicho de una manera más contextual, entre el individuo y la masa como manifestación del totalitarismo (de izquierda) castrista.
Sus figuras antropomórficas ( Entre líneas, 1993), como mutiladas de seres que no han llegado a ser –y que tampoco lo serán–, recuerdan las obras art brut de Jean Dubuffet, inspiradas en dibujos ( Outsider) de los presos o enfermos psiquiátricos. Pero también hay la angustia profunda de los rostros y personajes de un Antonio Saura que, en los años 1960, contestaba a otro totalitarismo (de derechas): el franquismo.
Las obras de Eiriz son la expresión de un espíritu atrapado en una especie de decepción inconsolable entre, de una parte, la luna de miel de los intelectuales y la revolución entendida como proyecto utópico que traía al país, según Castro, “una suma de libertades”. De la otra, una derivación de esa utopía revolucionaria hacia el estado totalitario, cuya consolidación tiene un punto de inflexión en octubre de 1965, cuando Fidel Castro presenta el Comité Central del “nuevo” Partido Comunista, en el que se legitima la opción totalitaria. O dicho de otra manera, se finiquita definitivamente la opción democrática del nuevo estado surgido de la revolución.
dmatos66@gmail.com Dennys Matos es crítico de arte y curador independiente. Reside y trabaja entre Madrid y Miami. Su libro más reciente es ‘Paisajes. Metáforas de nuestro tiempo’ (Linkgua, Barcelona, 2008)

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