Disidentes usan una nueva estrategia

El opositor cubano Guillermo Fariñas explicó que quieren hacer hincapié en las demandas sociales y económicas de la gente para ganar apoyo popular.
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JUAN O. TAMAYO
JTAMAYO@ELNUEVOHERALD.COM
Cuando cerca de 200 dueños de coches tirados por caballos de Santa Clara, Cuba, se reunieron recientemente frente a la oficina del gobierno para protestar por los altos impuestos, el disidente Guillermo Fariñas y una docena más de activistas se unieron a ellos.
Los cocheros, quienes normalmente transportan tanto carga como a personas, se dispersaron de manera pacífica una vez concluida su protesta el pasado 11 de septiembre. Fariñas, ganador de uno de los premios de derechos humanos más reconocidos de Europa, junto a otros disidentes fueron detenidos por la policía y liberados más tarde, ese mismo día.
Más que una simple protesta, el acto refleja una nueva estrategia por parte de la disidencia cubana, aprendida, en parte, gracias al sindicato de trabajadores polaco “Solidaridad”: si deseas ganar más apoyo popular, modera el tono de las exigencias de apertura política y apoya las exigencias de la gente común para lograr cambios económicos y sociales.
Los grupos opositores dicen que ahora están ofreciendo atención médica y transporte para los enfermos, comida y lavado de ropa para los ancianos, educación y entretenimiento para los niños y apoyo abierto para los ocupantes de terrenos y comerciantes de la calle que son acosados por los inspectores del gobierno.
“La idea es hacer cosas para que la gente nos perciba como sus defensores, dijo Fariñas. “Vamos a relegar las exigencias políticas porque necesitamos más apoyo popular antes de impulsarlas”.
No está aún claro si la nueva estrategia tendrá un impacto real, en un país donde el gobierno habitualmente encarcela a los disidentes y los califica como “mercenarios” financiados por el gobierno de Estados Unidos para socavar el sistema comunista.
En un comunicado enviado a Washington en el 2009, la misión diplomática de Estados Unidos en La Habana, aseguró que ve “muy poca evidencia de que el mensaje de las principales organizaciones disidentes tenga resonancia con el cubano común”.
De acuerdo con Fariñas y José Daniel Ferrer, eso está cambiando.
Ferrer fundó una de las organizaciones disidentes más activas de la isla, la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), en el 2011, apenas a unos cuantos días de que fuera liberado luego de pasar ocho años en prisión.
“Decidimos en ese momento que teníamos que combinar el mensaje político, la lucha no violenta en las calles por la democracia y los derechos humanos, con la labor social”, dijo Ferrer en una entrevista telefónica desde su casa en el pueblo oriental de Palmarito de Cauto.
“Queremos que quede claro que no sólo estamos defendiendo los derechos elementales de los ciudadanos, sino que estamos acompañando a todo el que necesite nuestro apoyo”, agregó.
Fariñas dijo que la estrategia tomó una forma más definida en junio, cuando él y otros críticos del gobierno, incluidos un activista laico católico, un pastor bautista, un bloguero y un rapero, viajaron a Polonia por 15 días para un entrenamiento en la Fundación Lech Walesa.
Durante una reunión con Walesa, ex presidente polaco y líder de Solidaridad, le preguntaron a éste cómo el movimiento de trabajadores disidentes había logrado sumar 10 millones de miembros en un país con 19 millones de habitantes, gobernado por el hostil partido comunista polaco.
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