POR: GÜIJE CUBA
El 2 de septiembre en la Historia de Cuba
• 1852 -
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Funerales de Anacleto Bermúdez.
Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 497-498 nos describe los acontecimientos del 2 de septiembre de 1852 en la Historia de Cuba:
“La intransigencia española no estuvo satisfecha en presencia del desastre de la última expedición del general Narciso López. Persistió en extremar la persecución y la crueldad. Verdad era que continuaba habiendo cubanos, aunque en número reducido, consagrados a mantener el culto patriótico. Tras la caída del ilustre López hombres del temple de Anacleto Bermúdez y Porfirio Valiente recogieron su bandera y su credo y alentaron con fervor el ideal de redención. El choque entre unos y otros, entre los servidores del absolutismo y los amantes de la libertad, tenía que reproducirse, corriendo de nuevo sangre de cubanos.
“Al fracaso de López siguió casi inmediatamente la llamada conspiración de Vuelta Abajo. Pero la representación de la Metrópoli permanecía vigilante. Además, se hallaba bien servida por espíritus infames y dispuesta a mantenerse amenazadora. Fácil le fue frustrar el nuevo intento. A ello tendió por todos los medios concebibles. En el número de las víctimas elegidas acaso se encontró el eminente abogado, habanero por nacimiento y perteneciente al foro habanero, Anacleto Bermúdez y Pérez, tenido por abogado de los pobres. Su muerte ocurrió, súbitamente, el V de septiembre de 1852, primer aniversario de la ejecución del general Narciso López. Constituyó un terrible golpe para la acción revolucionaria que se desarrollaba. De lo que aquel varón excelso valía y significaba en la sociedad de la Colonia habló al día siguiente, el 2 de septiembre de 1852, al final de sus funerales, otro esclarecido varón, Ramón Zambrana:
“"Callar, señores, en esta hora solemne, enmudecer ante el espectáculo tristísimo que se ofrece a nuestros ojos, reconcentrar en lo más profundo del corazón las emociones supremas del dolor que nos abruma, sería natural y concebible si estos restos preciosos perteneciesen sólo a un buen hijo, a un buen hermano; si el vínculo afectuoso de la familia nos uniese solamente al que nos deja de un modo tan súbito e imponente; pero este es el cadáver de don Anacleto Bermúdez, estos son los restos de un hombre ilustre que consagró su existencia entera al bien de sus semejantes, al engrandecimiento de su profesión distinguida, a la gloria literaria de su país; de un hombre con quien nos unen los vínculos sagrados de la admiración, del respeto, del, cariño; y al borde de su tumba debe elevarse nuestra voz trémula pero verídica, conmovida pero enérgica, para proclamar sus eminentes virtudes, para presentarlas al Mundo por modelo, para bendecirlas."
“La desaparición de hombre de tales méritos pudo parecer suceso benigno a quienes oprimían al país. Sin embargo, se equivocaron. Aun cuando el deseo y, la resolución de luchar con las armas en la mano no estaban arraigados en los cubanos que soñaban con la emancipación patria, lo cierto fue que los funerales de Anacleto Bermúdez -los primeros en que se rindió a un cadáver el homenaje, luego convertido en costumbre respecto de los varones ilustres, de ser conducido en hombros hasta el cementerio- dieron oportunidad a una explosión significativa como pocas de sentimientos y aspiraciones que ya tenían vida y fuerza en Cuba.”
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