martes, 3 de septiembre de 2013

Un plan maquiavélico


Yasmin Conyedo Riverón
Cuba actualidad, Santa Clara, Villa Clara, (PD) Aquel domingo 11 de agosto ocurrió sin dudas uno de los sucesos que más me han marcado en mi vida. Este fue precisamente, el día escogido por el Departamento de Seguridad del Estado para organizar y dirigir un tenebroso acto de repudio frente a mi domicilio.
En mi vivienda me encontraba acompañada de mi hermano de luchas e ideas José Lino Asencio López y mi esposo Yusmani Rafael Álvarez Esmori. Todo estaba coordinado para salir hacia la iglesia católica como cada domingo, aunque la mayoría de las veces éramos interceptados en plena vía pública.
En aquel tiempo había sido designada como representante del movimiento Damas de Blanco en la región central y mi casa era la sede del mismo. José Lino hacía la función de fotoreportero.
Todo transcurría con la más absoluta tranquilidad, hasta que comenzamos a notar que en la acera de enfrente, junto a varios oficiales del G2 se aglomeraba un sinnúmero de personas. Al observar detalladamente e identificar algunos de los allí presentes percibimos la presencia de organizadores paramilitares de los actos de repudio junto al teniente coronel René Vega.
A medida que pasaban las horas la situación se complicaba. La policía política comenzó a cerrar el tráfico, a pesar de que esta arteria funciona como carretera principal, además de colocar frente a la puerta de mi vivienda equipos sonoros de alto volumen, acompañados de carteles en contra de la oposición pacífica.
Para entonces, la cantidad de ciudadanos movilizados en el lugar sobrepasaba los trescientos. Entre ellos había niños de varias escuelas y trabajadores de diferentes centros laborales, quienes incitados por las autoridades vociferaban consignas a favor del Gobierno castrista y a su vez golpeaban las persianas y la puerta con el ánimo de derribarlas.
En el acto de repudio se encontraba un individuo con dones de pintor, quien había sido captado por los miembros de la Seguridad del Estado. El mismo dibujó una caricatura con el rostro de José Lino y el cuerpo de un gusano frente a la entrada de mi hogar junto a un letrero enorme.
Al notar como eran arrestadas las Damas de Blanco que intentaban llegar a la sede, decidí salir y encarar aquella multitud. De momento se escuchó un silencio total, los camarógrafos comenzaron a tomar partido en el asunto: nadie se esperaba que aquella desagradable manifestación fuera contra una simple muchacha vestida de blanco que quería ir a la iglesia.
En medio de la escena apareció un auto patrullero, en el cual dos mujeres vestidas de uniforme policial me trasladarían a las celdas frías y oscuras de la Unidad Policial de Investigaciones Criminales y Operaciones (UPICO). Desde los cristales del carro se observaba el gran teatro montado por los gendarmes.
Al terminar la fiesta castrista y antes de dedicarse a otros planes denigrantes, esposaron y golpearon a Yusmani Rafael y a José Lino hasta dejarlos desmayados en el piso. Pero esto no era nada: luego se pondría en práctica algo de más envergadura, cuidadosamente analizado por el Departamento de Seguridad del Estado.
Para Cuba actualidad: conyedoy@gmail.com

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