Cuba actualidad, Centro Habana, La Habana, (PD) El muy venerado San Judas Tadeo, el santo abogado de los casos difíciles, al que tantos creyentes encienden velas porque tiene fama de que "todo lo puede", viene a ser la contraparte de Santa Rita de Cassia, la llamada "abogada de lo imposible" cuyo templo se encuentra en el selecto barrio de Miramar. El de San Judas Tadeo está en uno de los barrios más humildes de la capital, pero siempre está lleno de fieles.
Cada 28 de octubre la antigua iglesia de San Judas y San Nicolás, ubicada en la intersección de las Calles Rayo y San Nicolás, a unos metros de la Calzada de Monte, en la Habana Vieja, se convierte en una feria de ventas de todo tipo de objetos religiosos que en su mayoría son traídos del exterior.
Un vendedor de cuadros en tercera dimensión deja sorprendidos a quienes no cesan de admirarlos y preguntar sus precios. El más barato cuesta 8 CUC; el más caro, 15 CUC. Una joven elegante se decide por una Virgen de Guadalupe y cuenta recelosa los billetes que entregará al vendedor.
Otros creyentes regatean y piden sean más baratas las flores de todos los días que están ese día a un precio exorbitante o se niegan a pagar diez pesos por la mitad de una vela verde, como si estuviera completa.
El verde es el color del manto de la imagen de San Judas y sus seguidores visten al menos una prenda con este color.
Por el micrófono una persona indica por qué lado entregar las velas encendidas y las flores. Es poco más del medio día y habrá pronto una misa. Aún no está abarrotado el templo pero ya todos los bancos están ocupados.
Es bueno ver a tantas personas en una festividad religiosa que nada tiene de política pero no se ve bien que haya tantos gritos y ventas alrededor de la iglesia, como sucede también en el Santuario del Rincón, donde se venera a San Lázaro.
En la Iglesia de San Judas y San Nicolás se ve de todo: está el que va "a cumplir con el santo" pero también el que si se descuidas te arranca de un tirón la cartera o cualquier objeto de valor y echa a correr.
El tumulto no deja caminar con cuidado a los que llevan bebés o portan bastones. Es un ambiente que nada tiene que ver con el recogimiento. Pero no obstante los comportamientos indebidos, se reconoce la masividad de un pueblo que solo anhela vivir un poco mejor.
"¡Ay, hija, ojalá mejore mi niña que está muy malita y podamos acabar de terminar la casa!"- me dijo con ojos llorosos y gesto piadoso una mulata vestida de verde, quizás no solo porque ese sea el color del santo, sino porque es el color de la esperanza, esa que nunca se pierde.
Para Cuba actualidad: aimeecabcu2003@yahoo.es
Foto: Aimee Cabrera
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