Cuba actualidad, Marianao, La Habana, (PD) Nuestro gato, Roberto (a) Robito amaneció semanas atrás en un charco de su propia sangre. Había sido apaleado por otro animal, quizás bípedo implume, durante la madrugada. Aún ensangrentado y maltrecho, consiguió lanzarse desde la azotea hacia el patiecito.
Lo encontré al amanecer y me dirigí al veterinario de la barriada, quien, aunque especializado en perros, pensé que vendría a verlo. Me aseguró que él no venía a las casas. Por el número de personas con sus perros que había allí, entendí que simplemente no necesitaba atender a mi gatico. Su generosidad alcanzó para recomendarme a otro veterinario, a media cuadra de su consultorio. Acudí y le dejé a su nuera mi dirección.
Esa tarde, se presentó. Robito apenas se movía, ni para comer sardinas. Tenía un hematoma muy feo en el ojo izquierdo y aún sangraba por la boca, que permanecía cerrada. Su característica expresión de felino atentísimo, a lo Garfield, había desaparecido. Caminaba, solo que mucho más despacio, como pidiéndole permiso a una pata antes de alzar la otra.
El buen veterinario preparó una inyección y se la propinó por la pata trasera, mientras yo lo aguantaba. Mis amigas enfermeras estaban presentes y también le inyectaron dipirona para aliviarle el dolor.
Para nuestra tranquilidad, el veterinario aseguró que el animalito no se moriría.
Acudió varias veces a inyectarle vitaminas, pero realmente Robito seguía alicaído, apenas saltaba de la cama, donde Felina lo mantenía envuelto en dos frazaditas de piso nuevas. Estuvo varios días en ayuno total, hasta que comenzó a tomar únicamente leche. Comenzamos a sospechar que el ojo magullado lo había perdido definitivamente.
Entonces, mi amiga Zita, protectora de animales, me dio el teléfono de otro veterinario del Vedado, quien atendía a sus perros. Lo llamé, pero tampoco el juramento hipocrático lo animó a llegarse hasta Marianao. Me recomendó gratuitamente que le diese leche con miel de abejas; "así, puede que en cuatro o cinco días empiece a comer", dijo.
Compré la miel. Le gustó, pero pasaron los días y continuó rechazando sus manjares favoritos: la jamonada, el pollo y el picadillo de pescado. Siguió perdiendo peso. Sus tías Annia y Betty lo notaron, alarmadas y tan entristecidas como Felina, mi esposa.
Entonces, entró en acción a través de Zita, su amiga Nora, y su organización Aniplant, la sociedad protectora de animales y plantas. Acudí el pasado domingo en horas del mediodía a recoger una jaula para gatos, en su sede habanera de la calle Príncipe 128. Sin mediar burocracia de ningún tipo, recibí de manos de Nora la jaula.
Ayer pude llevar a Robito, encerrado con toda seguridad en su jaula, a la clínica de atención a animales, en la Escuela de Veterinaria de Carlos III y Ayestarán. Durante el viaje a bordo del almendrón se mantuvo silencioso y sereno como un príncipe.
Allí, mientras estaba siendo reconocido, conservó toda la compostura posible. Betty y yo lo sujetábamos y él mantenía su ojo derecho alerta. Se inquietó más cuando en la camilla vecina inyectaron a un perro de talla y este empezó a aullar.
Los humanos acompañantes merecen capítulo aparte. Lo mismo hombres que mujeres abrazan a sus mascotas y no tardan en intercambiar las historias de sus pacientes, ni mezquinan el reconocimiento a los profesionales que se esfuerzan allí para devolverles la salud. Sentí la solidaridad en el amor a los animales queridos que nos envolvía a todos.
Por fin, el cirujano identificó la fractura en el maxilar, ya a punto de soldarse de aquí a muy pocos días. "Entonces, él empezará a comer normalmente", dijo. Mientras, nos recomendó agregarle a la leche pollo molido o picadillo de pescado. "Cuando ya él esté más repuesto, me lo traen para suturarle su ojo", indicó.
Ayer tarde, ya probó su primer caldo reforzado, y hoy Robito ya anda por todo el apartamiento, campeando como todo un gato con botas, para alegría nuestra y de todos los amigos que se han preocupado por él. Si antes era un gatico de muñequitos, ahora ya es un personaje de Edgar Allan Poe.
Para Cuba actualidad: rhur46@yahoo.com
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