jueves, 27 de febrero de 2014

Un retrato de los 'actos de repudio'

Un retrato de los 'actos de repudio'

La activista Ailer González rodeada de turbas castristas. Imagen del documental 'Gusano'.
El documental 'Gusano', realizado por el equipo de Estado de SATS, circula de mano en mano por las calles del país.
Acto de repudio contra las Damas de Blanco. En la imagen, la activista Berta Soler ante un castrista.
En los enrarecidos tiempos que corren, resulta fácil perder de vista la fe en las libertades cívicas e individuales, no darnos cuenta de que somos parte de todo lo que acontece en el país: de lo bueno, de lo malo y de los matices intermedios.
Mientras en el circuito de salas de estreno del país el largometrajeConducta, de Ernesto Daranas, sigue abarrotando funciones y conmoviendo mentes, el audiovisual Gusano, situado en esa línea imprecisa entre el reportaje de ocasión y el documental, circula solapadamente en memorias flash y funcionales DVD, estremeciendo conciencias, emplazando al Terror.
Amargo, de tal intensidad intimidante que nos afecta casi físicamente. Tétrico en la visible hostilidad, agresividad y violencia de los llamados "mítines" o "actos de repudio" ejercidos sistemáticamente durante más de medio siglo contra quienes piensan diferente o tienen la peligrosa costumbre de decir lo que piensan. Gusano, realizado por el equipo de Estado de SATS,  refleja lo acontecido en el I Encuentro Internacional sobre Derechos Humanos, convocado por este proyecto de arte y pensamiento, dirigido por Antonio G. Rodiles, los días 10 y 11 de diciembre de 2013.
A la guerra…
Con distancia de observador, sin perder la fuerza del implicado, el filme descansa tanto en la cruda visualidad de los actos de repudio —mucha cámara en mano─, como en sobrias pero contundentes entrevistas a personalidades como el poeta insiliado Rafael Alcides; el artista plástico, ilustrador y diseñador Luis Trápaga; la bloguera Regina Coyula; Fernando Dámaso, militar retirado; Rebeca Monzó, artista; y a activistas menos conocidos como Ailer González, directora artística de SATS; Camilo Ernesto Olivera, periodista independiente, del equipo de SATS; Lia Villares, escritora, artista visual, del equipo de SATS; Gorki Águila, rockero, de la popular Porno Para Ricardo; Ada María López, activista; Pablo Morales, activista de Hablemos Press; Luzbely Escobar, fotobloguera; Claudio Fuentes, fotógrafo, editor del documental; Walfrido López, bloguero, informático; Kizzy Macías, de OmniZonaFranca, editora del equipo de SATS; Yordanis Gil, guitarrista tunero; Seoanet Luque, joven activista; Gladys Fernández, madre de Antonio Rodiles, principal coordinador del proyecto Estado de SATS.
No hay puesta en escena, salvo el espectáculo ofrecido por los instigadores del miedo y el espanto. Queda la fuerza, el peso de la palabra desnuda, bien dicha, como cámara de ecos. Son palabras que no dejan de moverse, de viajar a través del recuerdo. Las voces condensadas de una crónica que va más allá de los días 10 y 11 de diciembre de 2013 para narrar las raíces de la intransigencia política, la marginación y crueldad de la guerra entre civiles desatada hace más de medio siglo por los vencedores del batistato. Pero la guerra ya no es lo que era en los iniciales años 60. Ahora se trata de la epopeya de gente desarmada frente a los des-almados, mezquinos, sórdidos interesados en nacionalizar la violencia como método inasequible a los acuerdos.
En sus 48 minutos de puro testimonio, vemos dignidad y entereza en los entrevistados. Acosados y reducidos al silencio como manera de sobrevivir, empeñados en una esforzada, tenaz, paciente, solidaria y hermosa aventura contra la intolerancia y el odio, tienen la certidumbre de que "la libertad del ciudadano es el fin único de todas las leyes".
Audio real, banda sonora ambiental, con Carlos Puebla de colofón en una única y explícita canción al repudio: "metralla, mucha metralla para la conspiradera. Al que asome la cabeza duro con él, Fidel, duro con él".
En la balanza
Divorciados de todo límite ético, en su modalidad de acción personal y colectiva, los "mítines" o "actos de repudio" reproducen los patrones de autoridad moral, persecución ideológica y castigo de herejías propios de la Edad Media. En su juego de exclusiones, maledicencia, delaciones, odio desmesurado, radica esa "pérdida de valores" tan lamentada por la oficialidad. Puestas en la balanza, la fe y el temor, "carguemos de una vez con nuestras piedras, aquellas que también lanzamos contra la conciencia". Nos preguntamos: en un escenario posible y deseable de transición pacífica, ¿podrán ser olvidados?

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