¿QUÉ SIENTO EN LA MUERTE DE GARCÍA MÁRQUEZ?.
Por Juan Alborná Salado.
Periodista, ensayista, novelista y cuentista.
Por Juan Alborná Salado.
Periodista, ensayista, novelista y cuentista.
Admiración, rechazo, pesadumbre, estupor, aturdimiento, pésame, además de la voz no admitida por la Real Academia Española: “encabronamiento”. ¿Envidia? No creo. Este es un vocablo que encierra una sensibilidad negativa oculta que nunca ha acarreado mi personalidad psicológica.
El Márquez fue un hombre de muchos sueños y de muchos rostros. Capaz de burlarse de cualquiera o de admirar a cualquiera, de negarse a cualquiera y de favorecer a cualquiera. Fue amigo del anciano autócrata cubano retirado pero también logró la excarcelación y exilio de un preso político enemigo de él.
Alguien ha afirmado, sin saber, que fue el creador literario, conceptual, y digitalísimo del Realismo Mágico. No fue así. El primero en mencionar tal concepción filosófica fue el historiador alemán Franz Roh en 1925 para caracterizar un grupo de pintores pos-expresionistas, luego el cubano Alejo Carpentier, en los años cuarenta, parodiando a Roh lo describió como lo “real maravilloso americano” en su novela El reino de este mundo; pero el primero en escribir con las características que se atribuyen a tal técnica filosófica literaria fue el mexicano Juan Rulfo con sus obritas Pedro Páramo y El llano en llamas; mientras que los primeros, después de Rulfo, en utilizar ampliamente ese escribimiento de embrollo nada comercial fueron los escribas Mario Vargas Llosa, y… efectivamente, el fallecido Gabriel García Márquez. Ambas estrellas tuvieron una bronca en 1976 en México. Vargas Llosa le dio una trompada a García Márquez. Jamás aclararon por qué y nunca más se hablaron. Todos pertenecieron al grupo de escritores llamado “boom latinoamericano” de los años sesentas.
Se fue una admirada pluma universal por su creatividad literaria. ¡Quién lo duda! Pero también una polémica pluma por posiciones políticas controversiales. ¿Quién lo duda?.
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