viernes, 25 de julio de 2014

La Habana se llena de gimnasios privados


La Habana se llena de gimnasios privados

Garajes y patios se pueblan de aparatos. Juntos por mejorar su cuerpo, los narcisistas, los supermusculosos que buscan bronca, y los medios tiempos para aligerar los años


Gimnasio privado- Foto EA
Hombres, mujeres, de todas las edades, llenasn los gimnasios privados
LA HABANA, Cuba — La Habana se llena de gimnasios. Garajes y patios se pueblan con diversidad de aparatos para hacer ejercicios.
Maité Álvarez Suárez,  dueña de un gimnasio en el reparto Palatino (Municipio Cerro) , nos habla de la imprescindible licencia para montar un gimnasio privado, emitida bajo el nombre de “Instructor de Prácticas Deportivas: “Por la licencia pago 150.00 pesos ($9.00 dólares), más una mensualidad que oscila entre 300.00 y 600.00 pesos, dependiendo de la recaudación mensual”.
“Las razones que motivan a practicar ejercicios son muchas” –nos dice Maité, también  instructora de aeróbicos. “Las dos motivaciones más importantes son la salud y el deseo de mejorar la apariencia personal. El cubano más que nunca quiere poseer un cuerpo erguido, apoyado en músculos firmes. Un cuerpo bello aumenta la autoestima y potencia la energía positiva, tan fundamental para la realización de cualquier proyecto humano. Por otra parte, en el gimnasio, la interacción entre personas que comparten un mismo interés contribuye a las relaciones fraternales” –concluyó.

Entrenando en un gimnasio particular- Foto EA
El profesor Dióceles Fernández Acanda, de 41 años, insistió en que “la práctica deportiva involucra a personas de todas las edades. Es cierto que la participación de los jóvenes es cada vez mayor, pero hay un aumento de participantes entre los 40 y 60 años, incluyendo grupos de la tercera edad que se benefician con la práctica del Tai Chi, un arte marcial chino de gran impacto mundial, al que los especialistas consideran, cada vez más, como un sistema de gimnasia muy provechoso para la salud.
Fernández Acanda,  licenciado en Cultura Física, asesor y profesor en el gimnasio de Maité Álvarez, y entrenador del Equipo Nacional de Triatlón (Natación, Ciclismo y Carrera), considera que “ha habido una evolución de los estereotipos que relacionaban la figura musculosa con el bajo nivel de instrucción.  La imagen del intelectual como un individuo delgado, de pelo largo y aspecto lánguido ha desaparecido. En nuestro gimnasio, hay una fuerte presencia de estudiantes universitarios y profesionales de diversas disciplinas.
El profesor de 41 años, defiende el criterio de que “el individuo –como ser social– se siente cada vez más comprometido con la necesidad de mejorar sus capacidades físicas, porque sabe que tendrá que lidiar con un mundo más dinámico y competitivo”.
Rostros del fisiculturismo
Algunos jóvenes, entrevistados al azar, hablaron de “el lado oscuro” del ejercicio físico:

Nadie quiere tener un cuerpo fofo
Ricardo Claxton Leliebre,  de 27 años, graduado de Técnico en Contabilidad, con 10 años de entrenamiento físico, nos dice:  “hay jóvenes (aunque afortunadamente es la minoría) que utilizan el fisiculturismo para desarrollar una musculatura poderosa con fines violentos” –Y agrega– “van por las calles como si todos los espacios le pertenecieran;  su comportamiento es desafiante y confrontativo. No parecen tener otro propósito que buscar problemas”.
Entre los aficionados al culturismo se encuentran también los narcisistas, “adoradores de sí mismos que viven encerrados en sus burbujas mentales; atrapados en una autocomplacencia improductiva que los impulsa a exhibirse como un adorno” –Según afirmó Arianna Loina Rodríguez, una joven informática de 26 años.
“Entiendo mejor – continuó la informática- a los que cultivan su apariencia personal con el propósito de dedicarse al modelaje; esos, al menos, promueven la elegancia y el buen gusto”.
Pero más allá de los aciertos y desatinos que puedan derivarse del ejercicio regular del fisiculturismo, y los diversos fines que persigan sus practicantes, es cierto –como señaló Loina Rodríguez- “que la preocupación por mejorar la calidad de vida está ganando cada vez más espacio, en el empeño humano por reducir los riesgos de una existencia achacosa y desmotivada”.

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