MIÉRCOLES, 02 DE JULIO DE 2014 14:17
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Cuba actualidad, Matanzas, (PD) De vez en cuando siento cierta tristeza con respecto a nuestra cultura, cuando en mi biblioteca independiente me pongo a repasar algunas ediciones no muy bien conservadas del suplemento "Lunes de Revolución", y añoro esos años que desgraciadamente no volverán.
Pero lo más la lamentable es que nuestra juventud ni siquiera sabe lo que lograron esas ediciones. Pienso que nuestra cultura alcanzó un nivel que traspasó nuestras fronteras, y que pese a los intentos que se llevan a cabo en la actualidad, no ha sido superado.
Dichas ediciones fueron suprimidas a raíz de las reuniones efectuadas en el Salón de Actos de la Biblioteca Nacional con la presencia de Fidel Castro, con el propósito sin lugar a dudas de encasillar nuestra cultura, de acuerdo a las "premisas políticas" que debían implantarse -como sucedió al fin-, cuyo resultado fueron innumerables situaciones bochornosas, principalmente para escritores y pintores.
Desde entonces, por esa fatal resolución, la cultura cubana debía ser "más revolucionaria", más incondicional a los señalamientos no solamente de Fidel Castro, sino también del semanario Hoy, cuyos miembros alzaron las manos en señal de triunfo, según los estatutos políticos que ostentaban.
Por eso, la tristeza me envuelve cuando hojeo lo que me queda de esos "Lunes de Revolución" que ya desde hace mucho son una añoranza perdida. Se agradece que los nombren en algunas revistas culturales editadas en la Isla, aunque para no quedar como sus defensores se habla de ellos con términos suaves. Así no se choca con las directrices existentes, y por ende, el autor del artículo en cuestión puede continuar con sus labores sin ser incluido en la lista negra -o gris-, como les ha sucedido a algunos, aún en la actualidad.
No hay que olvidar que aquellos años fueron complicados en el plano político, y uno de los más sufridos fue el sector de la cultura: al cerrarse para siempre esta revista, muchos escritores fueron silenciados sin consideración alguna, entre otras cosas porque sus obras "no reflejaban un total apoyo al Gobierno". Otros, tiempo después, tomaron el desgarrador camino del exilio, e ignoramos qué han escrito o pintado. Algunos yacen bajo una losa para siempre, o fueron atacados por los nuevos directivos de nuestra cultura, que sigo opinando se encuentra muy dividida, y no sólo entre los de aquí y los de allá, pues también sin abandonar nuestro caimán muchos se refugiaron en un lastimero silencio.
Pero indudablemente, entre los que no se perdieron al tomar el camino del exilio está Guillermo Cabrera Infante. Su obra no se edita en la Isla, pero ya se le nombra, se analiza, etc. Eso sí, con mucho cuidado, no vaya a provocar la censura de los directores del patio.
Muchos cubanos que leen -algo menguado en la actualidad-, si alguna vez en la vida viajan al exterior, traen en sus valijas, muy disimuladas, y la mayoría de las veces con otras portadas para despistar al "enemigo", novelas de ese cubano con mayúsculas. Incluso aquí, con ciertos vendedores de libros, es posible adquirir por debajo del telón algunas de ellas, aunque a veces a precios que nos dejan con el bolsillo huérfano para el resto de la semana.
Quizás entonces (pudiera suceder) desde su tumba, allá en un cementerio gris y bajo una pertinaz llovizna londinense, este gran escritor se sienta complacido de que aun a pesar del tiempo y las circunstancias sus lectores no lo olviden, tanto los que rebasan cierta edad, como esos jóvenes que vienen a mi biblioteca independiente y me preguntan (en voz baja) si tengo algo de Cabrera Infante.
He ahí una prueba más de que él y su obra nos pertenecen. Quien escribe estas líneas lo considera y considerará como uno de los mejores escritores cubanos de todos los tiempos, y no temo que me pongan en el INDEX cubano, si no es que ya ocupo un lugar en él.
Para Cuba actualidad: ugosanchoyerto@gmail.com
Carátulas de Lunes de Revolución
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