martes, 26 de agosto de 2014

Woody Allen, un seductor en La Habana


Woody Allen, un seductor en La Habana

Puesta a cargo del grupo de teatro El Público retoma una obra del famoso director de cine


Cartel de la obra- Foto MC
Cartel de la obra- Foto MC
LA HABANA, Cuba.- Desde el martes 19 de agosto se está presentando en la sala “Adolfo Llauradó”, en El Vedado, Sueños de un seductor (Play again it Sam), obra teatral del escritor, músico, guionista y director norteamericano Woody Allen, adaptada para cine y dirigida por Hebert Ross en la década del 60 en Broadway.
El escritor judío norteamericano, que ha sabido recrear el ambiente newyorkino con cinismo y sofisticación, con historias recurrentes de problemas existenciales y de pareja, aunque siempre desde su óptica personal, hace de esta pieza un reflejo suyo, trayendo nuevos aires a la escena cubana.
La dirección general es de Carlos Díaz; mientras la dirección artística y puesta en escena corre a cargo de Alexis Díaz de Villegas. El elenco del grupo El Público está compuesto por Linda Soriano, Alexis Díaz de Villegas, Yara López, Carlos E. Riverón y Yanier Palmero.
El protagonista, un tipo neurótico, nervioso e inseguro con las mujeres, es un escritor de artículos y reseñas para cine, que abandonado por su esposa y deprimido, espera curarse hallando la mujer ideal –esa rara amalgama de intelectualidad y belleza física–, por lo que se da a la tarea de buscar a las posibles candidatas para una segunda oportunidad. En medio de esto, le sorprende un triángulo amoroso con la esposa de su mejor amigo, provocando el hilarante enredo.
La originalidad del texto provoca la risa y la reflexión ante los sucesos, haciendo a los espectadores partícipes que todo lo que acontece en escena.
Pieza moderna, sin embargo, puede ubicarse en cualquier época, ya que se identifica con el descalabro de las relaciones amorosas, las incompatibilidades y los miedos. Además de todas aquellas vivencias que nutren y desmoronan al amor.
El personaje central (encarnado por Alexis Díaz de Villegas), se distingue por su voz y dominio escénico, en delicioso aparataje que sirve para despojarse de todas las neurosis de un hombre que se confiesa tímido, y que a la vez es un apasionado. Histrionismo de un actor que a mi entender, ha sido poco explotado en su faceta cómica. Mostrando que el humor y la ternura pueden coexistir, al igual que nos lo enseñó el genio de Chaplin.
La escenografía de un apartamento, con sus muebles y objetos, es funcional y correcta, aunque el punto de mira debe ser el desempeño actoral, que aquí resulta desigual en las interpretaciones, pues los otros actores sirven a apoyatura pero no hacen un despliegue destacado.
Las situaciones y diálogos vertiginosos a que nos tiene acostumbrados Allen en sus películas, se pierden un poco, debido a la mala dicción de la actriz que hace el personaje de Linda (Linda Soriano), errada para dicho desempeño, dando al traste como contrapartida del personaje de Allan Félix, que crece y la devora.
La analogía con el cine comienza desde el principio, con imágenes de la película Casablanca, donde el actor-personaje está sentado mirando y disfrutando del filme. Juego que se mantiene a lo largo de la obra, donde se incluye a Bogart-Rick, que es su memoria, su Pepe Grillo, que continuamente le anima en su trato con las féminas.
Interesante opción para los aficionados al teatro, y para los incondicionales de Woody Allen, que ahora se nos aparece de improviso en La Habana, dejando constancia de su rico humor intelectual.

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