miércoles, 17 de septiembre de 2014

Ni después de muerto se respeta a Íñigo


Ni después de muerto se respeta a Íñigo

Escultura El Trovador, obra emblemática de la ciudad de Guantánamo, termina mutilada luego de un “viaje” itinerante por la ciudad


Foto frontal de la escultura. Nótense los daños en el rostro, hombro y rodilla del trovador Topete- Foto RQH
Foto frontal de la escultura. Nótense los daños en el rostro, hombro y rodilla del trovador Topete- Foto RQH
GUANTÁNAMO.- Realizada por Ángel Íñigo, autodidacta recientemente fallecido y creador del Zoológico de Piedra, ubicado en el municipio de Yateras, la escultura está inspirada en el músico y poeta guantanamero Lorenzo Cisneros, fundador del Movimiento de la Nueva Trova en la ciudad del Guaso. Cisneros, conocido popularmente como Topete y quien radica en México desde hace casi veinte años, compuso una canción en homenaje a Iñigo y éste, en correspondencia, hizo la escultura.
Inicialmente, la obra fue ubicada en el primer bulevar de la ciudad, en la calle Aguilera entre las de Pedro A. Pérez y Martí, paso peatonal que quizás fue durante sus dos décadas de existencia uno de los más cortos del mundo pues sólo contaba con una cuadra. Específicamente, la pieza estaba situada frente al Bouquet, un barcito donde en la década de los ochenta del pasado siglo se reunían los poetas y trovadores para, entre tragos de ron barato, canciones y versos, echar a volar esperanzas que la vida se encargó de segar y convertir en añoranzas de juventud.
Con la remodelación del centro histórico de la ciudad, el bulevar desapareció, el tramo de calle volvió a ser vehicular y El Trovador comenzó a moverse por la ciudad. Hay quienes aseguran que de la calle Aguilera fue llevado hasta el frente de la sede del grupo de Changüí, en el popular barrio La Loma del Chivo, pero donde este reportero lo vio por muchos años fue en la calle Máximo Gómez, frente al local ocupado por el centro recreativo El Patio de Artex, hasta que fue situado en la Avenida Camilo Cienfuegos, una de las vías principales de la ciudad y donde ha sufrido la última mutilación.
Ya frente a la sede de Artex, la escultura había recibido algunos daños, un mal acompañamiento que ha signado a casi toda la obra legada por Iñigo al patrimonio nacional. Los ejemplos sobran. Hasta el mismo año de su muerte, el escultor estuvo reclamando protección y respeto para sus esculturas en las reuniones de la UNEAC y quejándose, porque siendo el creador del Zoológico de Piedra, quienes se encargan de administrarlo echaban en sus arcas casi todo lo que pagaban los visitantes y a él le daban una suma miserable.
Tanta fue la injusticia que, en la década de los años noventa, cuando yo ejercía como abogado, me otorgó un poder notarial para establecer una demanda y hacer valer sus derechos, de lo cual se retractó al recibir promesas de altos funcionarios de que el problema se resolvería. La verdad es que la solución nunca satisfizo al artista. El despotismo llegó al extremo de exigirle que para poder entrar al Zoológico de Piedra tenía que ponerse una credencial que lo autorizara y que era expedida por la empresa administradora.
A pesar de la importancia que la obra de Íñigo tiene para Guantánamo, tal parece que algunos dirigentes lo desconocen y así parece confirmarlo lo ocurrido el pasado 22 de agosto.
Foto lateral en la que se aprecia el daño ocasionado a la parte de la escultura donde estaban la guitarra y el brazo derecho del trovador- Foto RQH
Foto lateral en la que se aprecia el daño  donde estaban la guitarra y el brazo derecho del trovador- Foto RQH
Ese día, una brigada de la Empresa de Acueductos y Alcantarillado se dirigió al lugar donde había sido depositada la escultura para realizar un trabajo. Todo parece indicar que la obra debía ser desplazada para que ellos pudieran operar. La lógica indica que debían haber contactado antes con la Dirección Provincial de Cultura o con el Consejo Provincial de las Artes Plásticas para realizar el trabajo sin dañarla.
Pero estamos en Guantánamo, una provincia que quizás ostente el triste récord de ser el territorio cubano donde más se violan los derechos de los ciudadanos y donde algunos funcionarios transgreden impunemente las regulaciones que dicta el propio gobierno para el que trabaja, sin que la mayoría de las veces pase absolutamente nada.
Así que, sin consultar a las entidades mencionadas y mucho menos a los herederos del artista, los obreros movieron de forma irresponsable la escultura desprendiéndole una parte del brazo y de la guitarra. De nada ha servido la denuncia pública, realizada inicialmente en la emisora CMKS y luego en el periódico Venceremos, órganos oficiales del partido único.
Veinticinco días después, he pasado por el lugar para comprobar si el daño había sido reparado pero, como dice la canción, “el cuartico está igualito”.
El escultor Ángel Íñigo habrá constatado desde su tumba o desde el lugar por donde deambule su alma creadora y generosa, que ni aún después de muerto su obra recibe el respeto que merece.

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