Economía cubana: “el último en la cola!”
Las industrias y empresas son prácticamente improductivas. A la misma vez no existe un desarrollo de nuevas tecnologías para poder competir a nivel mundial.
miércoles, octubre 22, 2014 | Osmar Laffita Rojas | 2 Comentarios
LA HABANA, Cuba – El gobierno cubano, ante la imparable desaceleración de la economía, está entre la espada y la pared. Pues no puede elevar los salarios de los trabajadores, algo que éstos piden a gritos. La mayoría gana 20 dólares mensuales. Pero la bajísima productividad y la nula competitividad del sector impiden revertir esta situación salarial.
La productividad es la capacidad de producir mayor cantidad de mercancía, con una elevada calidad (sean bienes o servicios), con el empleo de menos recursos y en la menor cantidad de tiempo posible. Depende en alto grado de la tecnología usada y la formación técnica y profesional que posean los trabajadores.
En cambio, el índice de competitividad mide la habilidad de los países de proveer altos niveles de prosperidad a sus ciudadanos, y depende de cuán productivamente un país utiliza sus recursos.
En estos dos aspectos, los resultados que presenta la economía cubana son bastante desalentadores.
En Cuba hay una imparable subida de los precios de los productos de primera necesidad, tanto en las Tiendas Recuperadoras de Divisas (TRD) como en los mercados agropecuarios, que afecta fuertemente los bolsillos de la población.
En los países que disponen de un parque industrial moderno, los trabajadores producen una mayor cantidad de bienes gracias a la mecanización y automatización de los procesos productivos. En lo referido al sector de los servicios, que requiere la atención personalizada, la productividad es mucho más difícil de medir, ya que esta depende de los conocimientos y destreza de los empleados.
En el caso de Cuba, lo obsoleto del parque industrial se traduce en empresas improductivas, ineficientes, con saldos desfavorable en sus cuentas. Muchas de ellas, por las pérdidas que reportan, están prácticamente en quiebra. Por ahora es poco probable que se materialice la necesaria unificación monetaria y cambiaria, para que circule solamente el peso cubano.
Un elemento para medir la competitividad de un país es el principio de la ventaja comparativa: exportará mercancías que reporten mayores niveles de productividad e importará aquellas cuya producción resulte no rentable.
Cuba posee condiciones que hacen muy particulares algunas de sus producciones y servicios. De aprovechar sus ventajas comparativas, contribuiría a acrecentar sus exportaciones. Son los casos del turismo, su calificado capital humano, el azúcar y sus derivados, los productos de la industria biotecnológica y farmacéutica, el tabaco, el café, y en sus bahías y puertos, las reparaciones y demás servicios navales.
En el caso de la industria alimentaria, sus plantas industriales tienen más de 60 años de explotación, con un agudo atraso tecnológico. Algo similar ocurre con la industria textil, la de calzado, perfumería y cosméticos, y los talleres de confecciones. De modernizarse, la industria nacional podría suplir sin mayores dificultades las costosas importaciones que hoy se hacen.
El empleo a gran escala de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) ha posibilitado el crecimiento exponencial del comercio electrónico, lo que aligera la materialización de los contratos de ventas y redunda en un más eficiente manejo de los recursos que se destinan a la producción. Pero Cuba reporta el menor índice de conexión a las TIC en el Hemisferio Occidental. De las 800 000 computadoras oficialmente registradas en el país, solo 500 000 están conectadas a Internet, no se brindan los servicios de wi-fi y los 118 cibercafés que funcionan en el país son para unos pocos. En ellos, una hora de conexión a la red de redes cuesta 4.50 dólares, cuando el salario de la mayoría de los cubanos no sobrepasa los 20 dólares mensuales.
De acuerdo al Índice de Competitividad Global, publicado anualmente por el Foro Económico Mundial, de las133 economías de países desarrollados y en desarrollo evaluadas en 2012-2013 (Cuba no aparece), Suiza clasifica como la economía más competitiva del mundo. En el segundo y tercer puesto se han posicionado Singapur y Finlandia, respectivamente.
Estados Unidos, que por varios años ocupó el primer lugar, ahora se sitúa en el cuarto, debido a la debilidad de sus instituciones financieras y su inestabilidad macroeconómica, luego de la crisis financiera que se inició en 2007.
La de Chile es la economía más competitiva de América Latina y el Caribe y a nivel mundial se ubica en la posición 28. La causa principal de esta alta calificación se debe a su estabilidad macroeconómica y su apertura al libre comercio, lo que le ha permitido desarrollar mercados financieros más competitivos y sofisticados.
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