jueves, 23 de octubre de 2014

UN DIA COMO HOY, EN LA HISTORIA DE CUBA.

POR: GUIJE CUBA


1823 -
- La Espada del Libertador.
Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 599-600 nos describe los acontecimientos del 23 de Octubre de 1823 en la Historia de Cuba:
   “Aunque la constitución de Cádiz regía en España y sus dominios -en todas las Españas-, el estado político de Cuba en 1823 era deplorable por todos conceptos. Para los que pensaban en la independencia de esta Antilla la situación era caótica. Trastornos y reveses graves obstruían el progreso. En extremo fuertes habían de ser aquellos que se sintiesen con alientos para bregar.
   “En tanto los libertadores residentes en Cuba sufrían persecuciones otros en tierras extrañas no daban reposo ni tregua a sus aspiraciones. Hijos de la valentía y de la generosidad fueron los que, reunidos en Nueva York para celebrar las victorias de Simón Bolívar sobre los ejércitos españoles en Colombia y Venezuela, concibieron la idea de partir en busca del Libertador, a fin de solicitar de él la ayuda necesaria para emancipar a Cuba. El destierro, reaccionando enérgicamente sobre los individuos, había logrado compenetrarlos. La suerte de Cuba era norte y guía de los patriotas que vagaban por el extranjero.
   “En 23 de octubre de 1823 salieron de Nueva York, a bordo de una goleta, entre otros, el argentino José Antonio Miralla y los cubanos Gaspar Betancourt Cisneros, José Aniceto Iznaga, José Agustín Arango y Fructuoso del Castillo. La empresa resultaba digna de la causa a que estaba consagrada. Aquellos claros varones iban a impetrar el auxilio poderoso y eficaz del Libertador. Juzgaban que la obra de emancipar a América no se hallaría completa mientras Cuba continuase siendo preciado florón de la corona de Castilla.
   “Miralla y sus compañeros pasaron a Venezuela. En La Guaira encontraron al cubano Francisco Javier Yanes, hijo de Camagüey y personaje del gobierno independiente. El se sintió conmovido, y les prometió hablar con Bolívar y con Santander de Cuba, de su cautiverio y de la necesidad de ayudarla a sacudir las cadenas que la ataban a la tiranía. Mucho y muy tenazmente laboraron, a trueque de sacrificios sin cuento, los generosos patriotas. Pero todo era inútil en la hora fatal que para Cuba corría. La cruzada, noble y trascendental en su esencia, resultó baldía, como baldías resultaron las gestiones posteriormente realizadas en torno al Congreso de Panamá y ante el propio Bolívar, imposibilitado de volar en auxilio de las Antillas.
   “De lo más complejo en la vida y obra del Libertador fue su pensamiento acerca de la situación políticosocial de Cuba o, como el repetía, de La Habana. Su condición de estadista lo constriñó a ver con extremada cautela este asunto americano, sobre el que, a mayor abundamiento, pesaba la política de las grandes potencias. La espada del Libertador era necesaria para acelerar la emancipación de Cuba, pero el uso de ella no dependía de la sola voluntad de su egregio dueño.

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