domingo, 30 de noviembre de 2014

De que es historia, es historia: De Pardo Llada

De que es historia, es historia: De Pardo Llada
 

Subject: De Pardo Llada

«YO, QUE FUI EL MAS DURO CENSOR DE GRAU SAN MARTÍN, LO ABSUELVO ANTE
LA HISTORIA»

Por José Pardo Llada

En estos días, amigos del ex-Presidente Grau conmemoraron en Miami un
aniversario más de su muerte. No tengo que recordarle a nadie que yo
fui, quizás, el más duro censor del Presidente Grau. Es más, yo me
hice en la radio combatiendo a Grau San Martín. Me di a conocer en la
radio combatiendo a Grau. Sin embargo después, sin olvidar sus
responsabilidades históricas, que esas les tocan a cada cual,
incluyéndonos nosotros, el tiempo (especialmente el tiempo en el
exilio) me llevó a revisar algunas de las actitudes de Grau, y sobre
todo, muchas de nuestras actitudes, las de los opositores de Grau.

Fue Grau San Martín de los pocos cubanos importantes que supo oponerse
resueltamente a Fidel Castro y tal vez fue de los pocos cubanos
importantes que tuvo razón al quedarse en Cuba afrontando todos los
riesgos. Ahora, a lo largo del tiempo y la distancia, hay que
reconocerle a Grau San Martín, el hombre a quien escogimos como
nuestro adversario de tantos años, virtudes que tuvieron pocos de
nuestros hombres públicos. Y, precisamente debido a ese reconocimiento
que le debe la historia a Gran San Martín, me emocionó esta semana
leer en la revista «República» un artículo de Ricardo Linares en que
reproduce dos cartas históricas; una que le envió el ex Presidente
Grau a mi viejo compañero de la Ortodoxia Beto Saumell y la respuesta,
tan honrosa para Beto, que este le hizo pocas horas después de
recibirla. Ambas cartas transcriptas por Linares del libro «Biografía
de una emoción popular», obra póstuma de Miguel Hernández Bauzá,
albacea testamentario del doctor Grau.

Creo que pocos cubanos saben que Grau San Martín murió en la más
absoluta miseria. El hombre, a quien acusábamos de malos manejos de
los fondos públicos en la famosa Causa 82, no tenía un centavo al
morir. Y en Diciembre 2 de 1966, Gran San Martín le envió esta carta a
Beto Saumell, quien, como yo, había sido uno de los abogados, que
junto a Pelayo Cuervo, había llevado la dirección letrada de la causa
82 contra Grau, y el día 2 de Diciembre del año 1966, repito, el ex
Presidente le envió esta carta conmovedora a Beto Saumell.

       «Mi querido amigo».

      «Para remediar en algo mi difícil situación económica
       actual, he pretendido extraer unos escasos fondos que poseo en
una cuenta
       corriente en la agencia bancaria 4-10-10.  Esto me ha sido imposible
       debido a hallarse embargados en virtud de la Causa que se me sigue
       por el Diferencial Azucarero, en la que usted se encuentra personado
       como acusador privado en representación de una entidad que
       según tengo entendido, ya no existe.  Por nuestra vinculación
       en pasadas luchas revolucionarias en favor de nuestro país, conozco
       su siempre desinteresada disposición a movilizarse en favor de toda
       acción que conlleve una solución justa en las controversias
       en que usted ha intervenido. Es por ello que, teniendo en cuenta estos
       antecedentes, vengo por este medio a invitarle a separarse de
la posición
       letrada que usted mantiene en el mencionado sumario, a fin de
facilitar su
       más rápido desenlace».


      «Créame que mucho agradecería cualquier iniciativa suya en
       este sentido.

       Mientras tanto, soy suyo affmo, amigo y s.s.»


       (Fdo) Dr. Ramón Grau San Martín

Es decir, Grau San Martín en el año 1966 le pedía a Beto Saumell que
desistiera de seguir como abogado acusador para poder sacar unos
escasos fondos que le quedaban en una cuenta bancaria, porque lo
cierto es que Grau estaba en la miseria. Y para honrar a Beto Saumell,
nuestro viejo compañero de la Ortodoxia, transcribo la hermosísima
carta que al día siguiente envió al doctor Grau San Martín, y que
sirve para colocarla (la carta) en el justo enjuiciamiento histórico.
           He aquí la carta de Beto Saumell.

        Dr. Grau San Martín,
        E.S.M.

        Estimado amigo:

       «Me estoy refiriendo hoy a su muy apreciable carta de fecha
        2 de los corrientes». «No habría nada que yo pudiera hacer
        con un mayor sentimiento de profunda estimación hacia usted
        en estos momentos que acceder inmediatamente a su solicitud».
        «Mi gran devoción por su persona desde los tiempos memorables de
        la lucha común contra la tiranía de Machado, si bien
        hubo de quebrantarse algo en el vaivén de las inevitables
        controversias propias de las luchas políticas, resurge de
        nuevo al contacto de las realidades presentes y, justo es consignarlo,
        ante la fuerza de la verdad, que sólo con el transcurso del
        tiempo es capaz de abrirse paso en la maraña de los acontecimientos,
        felices y adversos que necesariamente rodean a todo personaje
        histórico.  Y Ud., sin duda, ha entrado muy merecidamente
        en esta categoría». «Y para mí, en contacto en estos
        días con algo de su intimidad, la verdad se ha abierto paso
        dejándome ver cuanto ha habido de TENDENCIOSO Y MALIGNO en el
        tratamiento de que usted ha sido objeto».

       «Convencido, ante la evidencia de los hechos de la dura
realidad económica
        que lo agobia a Ud. en el presente, me complace poner mi
humildísimo grano de
        arena en su favor, a fin de disminuir en algo la presión que
ejerce sobre Ud.
        un destino inmerecido.»

       «Mañana mismo habré presentado mi escrito retirándome de la Causa.
        Quiero, además aprovechar esta oportunidad para ofrecerme en
todo cuanto pueda
        hacer para encontrar una solución permanente a su situación actual, que
        por lo demás, en nada le deshonra».

       «Debo significarle que no aceptaré ningún género de retribución
        económica por gestión alguna en estos asuntos, por muy
exitosas que ellas
        pudieran ser». «Es en honor de mi vieja devoción hacia usted,
así como en
        honor de su fecunda gestión pasada como Presidente de Cuba,
que en esta hora
        angustiosa me pongo enteramente a sus órdenes con el más
hondo sentimiento
        de estimación y respeto».

       «Nada más podría decir, salvo que deseo con toda sinceridad
que me considere
        su amigo y su muy devoto servidor».

        (Fdo) Dr. Alberto Saumell Soto.
Estas dos cartas no requieren mayor comentario. Quedan así, tal como
están, al juicio inapelable de la historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario