lunes, 30 de marzo de 2015

¿De qué soberanía alimentaria hablan?


La apuesta del régimen por los agricultores estadounidenses desprotege a los agricultores cubanos y es desleal a sus socios latinoamericanos de Unasur y CELAC.
A los empresarios del sector agrícola estadounidense  lo que más les abruma es no tener mercado donde vender sus producciones.  La mayoría de ellos, por el cúmulo de tareas que tienen, no disponen del tiempo suficiente para poder  conocer la situación política en los países donde realizan sus actividades comerciales. Los asuntos políticos no están entre sus prioridades. Por eso, centran su gestión en fortalecer los vínculos económicos con los gobiernos que les abren las puertas de sus mercados a sus productos sin que aparezca en sus agendas si  son respetuosos de la democracia y el Estado de Derecho o son regímenes  dictatoriales, como el de Cuba, caracterizado  por la represión, la conculcación de las libertades ciudadanas  y las violaciones flagrantes de los derechos humanos.
Los empresarios estadounidenses de la agricultura y la industria elaboradora de alimentos recurren a infinidad de subterfugios que con los años  han aprendido y perfeccionado y que aplican con refinada maestría, con el solo fin de lograr vender  las mercancías que tienen en sus almacenes y obtener las mayores ganancias.
La firma por el presidente George W. Bush, en 2001, de la Ley de Reforma a las Sanciones Comerciales y Ampliación de la Exportaciones  se puede considerar como el primer boquete abierto al muro del embargo, ya que permitió la importación de alimentos y medicinas hacia Cuba. Pero ese comercio fue en una sola dirección, en condiciones bastantes onerosas y lesivas para la soberanía alimentaria de Cuba. No obstante, ese comercio se ha mantenido de manera ininterrumpida durante los últimos 14 años.
Solo en tres años las compras estuvieron por debajo de los 300 millones de dólares. En el año 2002 las compras por parte del Gobierno cubano en los Estados Unidos ascendieron a138,6 millones de dólares. En 2003 el Estado cubano desembolsó 256,9 millones de dólares. El pico de estas compras se registró en 2008, ya en el mandato del general Raúl Castro, cuando ascendieron a 710 millones de dólares.   
El pasado año se destinaron 291,2 millones de dólares en adquirir alimentos en los Estados Unidos. En este comercio en una sola dirección el Gobierno cubano ha gastado en total 4.980 millones de dólares.
Es comprensible el interés de  las más importantes empresas agrícolas estadounidenses por no perder el suculento mercado cubano. Al anunciar  los presidentes Barack Obama y Raúl Castro, el 17 de diciembre de 2014, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países, interrumpidas por más de 50 años,  de inmediato comenzaron el cabildeo y los contactos. 
En reunión celebrada el pasado 8 de enero en Washington, los ejecutivos de las mayores corporaciones dedicadas al procesamiento y la exportación de productos del agro a nivel mundial, como Cargill y CoBank, así como las asociaciones nacionales de productores de granos,  pollo y productos lácteos, decidieron crear la Coalición Agrícola EEUU–Cuba (USACC, por sus siglas en inglés), la cual es presidida por Devry Boughner Vorwerk, que funge como directora de Relaciones Internacionales de Negocios de Cargill.
Como muestra del sumo interés de USACC por el mercado cubano, en los primeros días de marzo cerca de 100 empresarios representantes de las 30 mayores empresas norteamericanas dedicadas a la fabricación de alimentos visitaron Cuba  por espacio de una semana. La delegación  estuvo encabezada por la alta ejecutiva de Cargill que ostenta el cargo de presidenta ejecutiva de la Coalición.
Durante su breve estancia en la Isla, los visitantes  sostuvieron conversaciones con funcionarios de la cancillería cubana, directivos del Ministerio de la Agricultura y del grupo empresarial AZCUBA, y  realizaron una visita de cortesía a la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP). El viaje posibilitó que los empresarios norteamericanos visitaran empresas y cooperativas agropecuarias de las provincias  Mayabeque, Artemisa y Pinar del Río.
Tiene mucho peso el cabildeo de USACC dentro del Congreso estadounidense, actualmente dominado por los republicanos.
Entre los integrantes de USACC encuentran Michael Espy y John Blog, que fungieron como secretarios de Agricultura en los gobiernos de los presidentes Ronald Reagan y William Clinton, respectivamente.  
Tom Vilsack, actual secretario de Agricultura, manifestó en enero que el Gobierno de Obama es partidario de poner fin al embargo, dado que favorecería la exportación de alimentos a Cuba
En un artículo publicado en el diario Juventud Rebelde, el periodista Enrique Milanés León se refirió las opiniones de algunos de los integrante de ASACC, pero en particular resaltó lo expresado por  Boughner Vorwerk: "Mientras sus competidores están presente en Cuba, los agricultores norteamericanos tienen las manos atadas por culpa de su propio gobierno". 
Todo indica que el periodista de Juventud Rebelde no estaba autorizado para aclararle a la Sra. Boughner Vorwerk que en los últimos 14 años muchas empresas norteamericanas, entre ellas la Cargill, en la que ella ostenta un alto cargo, han vendido miles de millones de dólares en alimentos a Cuba y que los que sí han estado y están con las mano atadas son los empresarios cubanos que no pueden vender  a su vecino norteño ni tan siquiera una libra de azúcar o café, una botella de ron, o los muy demandados habanos.
La actual situación de la altamente ineficiente agricultura cubana es desastrosa: centenares de empresas agrícolas y cooperativas agropecuarias  en quiebra total y cientos de miles de hectáreas de tierra cultivable cubiertas de hierbas y marabú(de las 6 millones de hectáreas de tierra aptas para el cultivo solo está en explotación el 50%).
Ante tal desastre, la presencia en el mercado cubano de las empresas agrícolas norteamericanas, con su alta capacidad productiva y su competitividad, debido a que todas son subsidiadas, llevaría irremediablemente a la colonización de la agricultura cubana.
Resulta una falsedad, pura propaganda política y demagogia la cacareada campaña oficial por la soberanía alimentaria. Tal soberanía hay que entenderla como la política aplicada en la agricultura del tan anunciado, pero aún no cumplido, Programa de Desarrollo Sostenible y Seguridad Alimentaria.
El Gobierno cubano es responsable de proteger el mercado doméstico contra los productos excedentarios que se venden más baratos en el mercado internacional, pero hasta ahora no ha cumplido esa responsabilidad,
¿Qué ha sucedido realmente en todos estos años con la compra de alimentos a los EEUU? 
Con tan desigual y lesivo comercio, el Gobierno cubano se ha convertido en cómplice de las empresas norteamericanas exportadoras de alimentos que aplican inmisericordemente el dumping (venta por debajo de los costos de producción) en el comercio internacional.
El Gobierno cubano ha sido desleal  con sus partners de México, Argentina y Brasil, que ante tan desigual competencia, se han visto imposibilitados de venderle a Cuba alimentos a precios más bajos, por no correr el riesgo de sufrir grandes pérdidas económicas.
¿Es esa la "solidaridad" y "hermandad" del régimen de La Habana con sus aliados de Unasur y la CELAC?

No hay comentarios:

Publicar un comentario