jueves, 5 de marzo de 2015

UN DIA COMO HOY, EN LA HISTORIA DE CUBA: DEPORTACION DE PEDRO LLORENTE.

POR: GUIJE CUBA


El 5 de marzo en la Historia de Cuba

• 1874 -

- Deportación de Pedro Llorente y Miguel, Arzobispo de Santiago de Cuba.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 135-136 nos describe los acontecimientos relacionados con la deportación de Pedro Llorente y Miguel, Arzobispo de Santiago de Cuba:

   “Potestad estrechamente ligada al Estado fue la Iglesia Católica, Apostólica y Romana durante la dominación de España en Cuba. Casi todos los componentes del Clero eran naturales de España. Y los dos hechos apuntados concurrían a producir otro: el de ser la mayor parte de los ministros eclesiásticos servidores de los intereses de la Metrópoli.

   “La cuestión religiosa se presentó bajo aspectos muy diferentes. Uno de éstos resultó el ofrecido por el conflicto que a principios de 1874 tomó cuerpo entre el arzobispo de Santiago de Cuba, Pedro Llorente y Miguel, y las autoridades de la Colonia. Un cisma, con el nombre de gobierno anticanónico, apareció en la antigua capital eclesiástica de Cuba. La Metrópoli no tardó en hallarse bien enterada de lo que acontecía por acá, y las medidas preventivas no se hicieron aguardar. Se pretendió conjurar el peligro en grado de tentativa, y para ello se juzgó pertinente y sabio hacer salir del país al Arzobispo. El 5 de marzo de 1874 el Ministro de Ultramar envió al Capitán General un telegrama por el cable ordenándole que participase al arzobispo de Santiago de Cuba que el Gobierno deseaba que fuese a Madrid para tratar de urgente asunto del servicio.

   “Lo que el Ministro de Ultramar había expedido por el cable no era un simple despacho, telegráfico, una sencilla indicación: era, en realidad de verdad, una orden de deportación. El Arzobispo, naturalmente avisado y puesto en guardia por la índole misma del aparente amistoso llamamiento del Ministro, procuró obrar de concierto con su interés. El general Joaquín Jovellar le pidió que pasase de Santiago de Cuba a La Habana, para conferenciar acerca de su viaje a la Península. Pero el prelado estaba preparado para eludir en lo posible el compromiso, si era que como tal, no más, consideraba la expresión de los deseos del gobierno de Madrid en el sentido de que marchase hacia la Corte sin pérdida de tiempo. Al amparo de excusas y pretextos de toda índole, supo dar largas a su partida, y pareció triunfante en su propósito de no salir de la Isla.

   “La agitación aumentó en términos alarmantes en Santiago de Cuba. La aproximación de las funciones de Semana Santa hizo pensar a Jovellar que a la exacerbación de los sentimientos religiosos bien podía unirse en el Departamento Oriental la política, para mayor zozobra y quebranto de la Metrópoli. El Capitán General insistió sobre el Arzobispo a fin de que atendiese la orden dada por el Ministro de Ultramar en 5 de marzo de 1874. El Arzobispo intentó persistir en su disfrazada negativa. El Capitán General comprendió que las cosas se agravarían hora por hora. Se resolvió a tomar una actitud radical y enérgica. Y dispuso lo conducente a que se efectuase el embarco forzado del arzobispo de Santiago de Cuba.”

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