martes, 28 de abril de 2015

La discapacidad como diversión


Un 'espectáculo' callejero en Santiago de Cuba.
Discapacitados son autorizados a cantar, bailar y hacer música en la calle para burla de un público que los provoca hasta el exhibicionismo sexual.
Angelito y su Banda en una calle de Santiago de Cuba. (LG-DDC)
Santiago se acerca a su aniversario 500, y mientras llega julio, mes de la celebración, la ciudad está sumergida en una ostentosa vorágine constructiva que va desde la creación de nuevos centros culturales hasta la construcción del archiproyecto llamado Avenida de la Patria. Todo ello sin importar la crisis acuífera que se padece, pues se habla de tareas revolucionarias que deben ser inauguradas para la celebración.
Como parte de estos festejos, el Gobierno-Partido local se ha propuesto revivir una serie de tradiciones populares perdidas o veladas por políticas económicas socialistas.
Ahora aparecen variados trabajadores ambulantes auspiciados por la Oficina del Conservador de la Ciudad y el Gobierno municipal: floristas, vendedores de café, esculturas vivientes, pregoneros, músicos callejeros; figuras que contribuyen a la dinámica sociocultural y a la que les son permitidas actividades inconcebibles en otros tiempos como "pasar el cepillo" o poner  recipientes para recoger dinero de los transeúntes espectadores.
Llaman la atención entre estas figuras los llamados "personajes populares", grupo de individuos que se dedican a ofrecer espectáculos de entretenimiento consistentes en tocar música y bailar en medio de la calle o parques, suscitando la curiosidad y el consiguiente corrillo de un público que se divierte a su costa, no por la maestría de su representación, sino por las burlas y el morbo que provoca su discapacidad.
Sí, porque la mayoría de estos "personajes populares", o más bien bufones populares, son claramente discapacitados. Yaquelin Lababa, Angelito y su Banda, Alegría y Sufrimiento, son los más conocidos. Sus nombres "artísticos" son el reflejo de las acciones que practican en las calles: cantan, bailan y hacen música con sus instrumentos artesanales, a lo que se unen mofas sexuales que llevan incluso a mostrar su sexo ante la complacencia del público que los provoca y se divierte.
Desde hace muchos años venimos "disfrutando" estos espectáculos en todo el centro de la ciudad. En un principio eran personas desprotegidas familiarmente que merodeaban las calles mendigando algún que otro peso para comer, y que empezaron sus actuaciones aguijoneados por transeúntes inescrupulosos que los incitaban, enseñándoles monedas cual anzuelo, para que bailaran o cantaran y así reírse de sus insensateces.
Poco a poco se hicieron famosos, la gente comentaba las bufonadas, la mayoría con alusiones sexuales francamente grotescas. Ellos, en su ingenuidad, disfrutan de los corrillos a su alrededor, se creen realmente artistas, y su cociente intelectual no les permite comprender que son solo objetos del tradicional choteo cubano, que denigra más que dignifica a las personas.
Hoy, su condición de "artistas" es reconocida oficialmente, reciben la atención de las instituciones culturales, Salud Pública y el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, pero no para sacarlos de la calle, sino para mantenerlos como personajes típicos que ameritan realizar representaciones, cualquiera que sea la calidad de lo mostrado.
Se escudan los funcionarios culturales en que a los discapacitados les gusta actuar y que su  actitud es loable, pero el punto es si se justifica una actuación abiertamente chocarrera y que incita a los más bajos instintos, explotando la vulnerabilidad de estas personas para incentivar una supuesta vena artística.
Según un funcionario de Cultura, cuentan con cientos de estos personajes en los diferentes municipios de la provincia: la cantera es extensa. Santiago cumplirá medio milenio de vida, planea celebrarlo a lo grande, y esperemos que en la ceremonia de gala por este cumpleaños no sean incluidos estos "típicos personajes". Aunque para la mayoría de los espectadores sus bufonadas sean más atractivas que los cantos triunfales y las loas incesantes a una revolución que involuciona.

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