miércoles, 1 de abril de 2015

UN DIA COMO HOY, EN LA HISTORIA DE CUBA: FLOR CROMBET.

POR: GUIJE CUBA


El 1º de abril en la Historia de Cuba

• 1895 -

- Antonio Maceo, José Maceo, Flor Crombet acompañados de veinte patriotas desembarcaron en Duaba, Baracoa.

José Miró en “Cuba: Crónicas de la Guerra” Tomo I - Segunda Edición de la Editorial Lex, 1942, páginas 56-57 nos describe la suerte del desembarco del 1º de abril de 1895 en Duaba, Baracoa:

   “Se ha censurado que Maceo hubiese asumido el mando de las tropas orientales al venir de la emigración para tomar parte en la nueva lucha por la independencia de Cuba. ¿Cuál otro con más títulos? Los que reprobaron aquella resolución, debieron, ante todo, haber rivalizado con Maceo en aptitudes militares; bregar como él, como él hacerse temible de los españoles, como él conocer los resortes de la guerra y manejarlos con el arte singular que le ha valido la reputación de gran capitán. Y de no sentirse con bríos para tanto, haber tenido al menos el valor suficiente para oponerse a dicha resolución, si es que ella acusaba arbitrariedad o sed desmedida de mando. No han meditado seguramente, que si Maceo no se proclama jefe de la región oriental, al encontrarse con el primer cuerpo de guardia de los cubanos, yendo errante por el bosque, las tropas mismas lo alzan por caudillo (1).

   “Desembarcó en mañana neblinosa y a la ventura, sobre playa inhospitalaria y desierta de patriotas, sin oír otro ritmo al tocar la tierra de Cuba que el profundo y triste del oleaje rompiente, al que pronto siguió el cañonazo de alarma. El enemigo, en vela, organizó la caza contra la pequeña comitiva, acosóla por entre la sierra, la batió aquí y allá, hasta ponerla en completa dispersión, no sin apoderarse del cadáver de Flor Crombet, triunfo señalado para los españoles y pérdida grande para los cubanos. Orientándose por el sol y las constelaciones, después de peligros incontables, de peripecias y necesidades capaces de hacer apelar al suicidio, logró por fin la salvación y hospitalidad cariñosa en un destacamento que registraba el monte, buscando las huellas de su idolatrado General: ¡eran soldados de su antigua escolta!

   “Al saber los españoles que Maceo se hallaba entre los suyos e ileso, se prepararon para el combate formal comprendiendo que la cosa iba de veras, y el general Martínez Campos se dispuso a dirigir personalmente las operaciones militares, estimando como negocio secundario la acción política, en la que había cifrado hasta entonces sus lauros de Pacificador. Efectivamente; la guerra cambió de aspecto bajo la dirección del caudillo cubano, que imprimió a la campaña el sello de su rara actividad y las manifestaciones de su genio emprendedor. Los tiroteos cobraron intensidad y se multiplicaron; las plazas españolas se creyeron inseguras; se peleó en campo raso; hubo choques terribles, en los que jugó el arma banca; vinieron a las filas los viejos soldados que sólo esperaban la llegada del capitán; todo el mundo ocupó su puesto.

   “(1) Maceo desembarcó el día 1º de Abril, en la playa de Duaba, jurisdicción de Baracoa. Con él, a bordo de la goleta "Honor", venían los siguientes expedicionarios: generales Flor Crombet y José Maceo; coroneles Agustín Cebreco, Patricio Corona y Adolfo Peña; tenientes coroneles Silverio Sánchez, José Arzeno y Arcil Duverger; comandante Juan Fustier y oficiales Joaquín Sánchez, Domingo Guzmán, José Palacios, Franck Agramonte, Alberto Boix, Manuel Granda, Isidoro Noriega, Jesús Santini, Tomás Sainz, José Limonta, Jorge Traver, Luis Henríquez y Luis Soler. Ocuparía un libro el relato de las peripecias desastrosas que sufrió la pequeña hueste en su azarosa excursión por las sierras de Baracoa y Guantánamo. A las pocas horas de haber desembarcado tuvo el primer encuentro con las tropas españolas, que fue victorioso para los expedicionarios; pero, perseguidos después con tenacidad tuvieron que fraccionarse para buscar salvación y sufrió cada uno de los grupos una serie de descalabros. Las guerrillas de Guantánamo, yendo en persecución del grupo en que iban José Maceo y Flor Crombet, mataron a este último mientras hacía centinela, y se apoderaron de su cadáver. Llego un momento en que Antonio Maceo se vio completamente solo y extraviado, sin auxilio de ninguna clase, alimentándose durante cinco días con naranjas silvestres; apenas podía andar cuando hallo la salvación. Desde el instante del desembarco hasta que encontró asilo seguro, habían transcurrido diez y ocho días, de penalidades incontables. De los veinte y tres expedicionarios que vinieron en la goleta "Honor" solamente quedaron trece con vida: los demás cayeron en el campo de la lucha y sus gloriosos restos están diseminados por toda la vasta necrópolis que fabricó la mano de la guerra. Diez de los expedicionarios, hechos prisioneros poco después del desembarco, permanecieron presos en el Morro de Santiago de Cuba casi toda la campaña; puestos en libertad a fines del 97, se incorporaron nuevamente al Ejército Libertador.”

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