martes, 2 de junio de 2015

Desapareció el boniato, ¿se habrá ido en balsa?


Me comentaba un vecino que había recorrido varios mercados agropecuarios, pero no encontró la vianda. Solo la tenían los particulares (cooperativas no agropecuarias)


Agromercado cubano con anaqueles vacíos (foto tomada de internet)
Agromercado cubano con anaqueles vacíos (foto tomada de internet)
LA HABANA, Cuba. -Mientras se celebraba en La Habana el 11º Congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) los mercados de la capital exhibían una escasa y maltrecha variedad de viandas, además de alguna que otra fruta a medio podrir. Era notoria la huella del empleo de productos químicos para acelerar el proceso de maduración de éstas, y aun así no así fueron rebajadas.
Hace muchos días que el boniato está desaparecido de los agromercados estatales (MAE). Me comentaba un vecino que había recorrido varios de ellos, pero no encontró la vianda. Solo la tenían los particulares (cooperativas no agropecuarias) pero a 2.50 y a 3 pesos. Otra vecina que escuchó nuestra conversación y que también estaba buscando, nos decía que no se explicaba cómo era posible que los vendedores privados tuvieran boniato y el Estado no.
Este tubérculo tiene gran demanda dentro de la población, por ser -hasta hace poco- la vianda más barata (80 centavos la libra), que no solo es empleada para el consumo humano, sino también como sustituto de la proteína en la alimentación de las mascotas.
Lourdes López, una jubilada que cobra 240 pesos, me cuenta que tiene dos perritos, y que hace unos días fue a buscar boniato, pero al ver los precios exagerados (3 pesos la libra), se quejó con el vendedor, que es socio de la cooperativa. El muchacho le argumentó que está escaseando en El Trigal, y cuando lo encuentra, se lo tiene que comprar al productor a 1.50 la libra. También tiene que pagarle al carretillero (vendedor ambulante) para que se lo lleve hasta el vehículo, cuyo alquiler hasta Lawton también le cuesta. Y que al final de todo esto, como es lógico, algo tiene que ganar.
El boniato es de gran valor nutritivo, pero además es un cultivo de ciclo corto y de fácil cosecha. Por este motivo, no logramos explicarnos el aumento acelerado de los precios. Es un alimento tradicional para el cubano, pues los mambises lo preparaban de diversas formas. Basta leer las memorias de muchos de ellos para comprobar con cuánto agradecimiento se referían a él.
También se lee cómo en los pueblos liberados se sembraban caballerías y caballerías de boniato para así tener asegurado el alimento de las tropas. Cuenta en su diario el mayor general Enrique Loynaz del Castillo, padre de nuestra poetisa Dulce María Loynaz: “Recuerdo plenamente que lo primero que comí yo fue un boniato crudo que alguien me trajo ya pelado en la punta de un cuchillo”. Siempre los mambises decían que al boniato había que hacerle un monumento, y hasta un poema le escribió José María Izaguirre.
El 6 de noviembre de 2013, el periódico Granma informó que con la actualización del modelo económico cubano en la Gaceta Oficial extraordinaria número 35 se anunciaba la entrada en vigor del reglamento que permitiría desarrollar nuevas formas de producción agropecuaria. Con esta medida se incrementaría la oferta de productos y se lograría la tan ansiada disminución de los precios.
Sin embargo, estamos ya en el 2015 y cada vez es más reducida la oferta en los agromercados estatales, y los precios en estos lugares, como en los demás, han subido mucho.
En días recientes se celebró el 11º Congreso de la ANAP. Mientras más leo y releo el discurso de clausura pronunciado por Machado Ventura, menos entiendo. Parece que con los años he perdido mi capacidad de discernimiento. No sé por qué afirma, en sus palabras de despedida, que este fue un congreso de logros y que lo prometido va a llegar a ser realidad.
A menos que lo prometido haya sido escasez y hambre, de momento, en las tarimas nada se está cumpliendo.
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ACERCA DEL AUTOR

Gladys Linares

Gladys Linares

Gladys Linares. Cienfuegos, 1942. Maestra normalista. Trabajó como profesora de Geografía en distintas escuelas y como directora de algunas durante 32 años. Ingresó en el Movimiento de Derechos Humanos a fines del año 1990 a través de la organización Frente Femenino Humanitario. Participó activamente en Concilio Cubano y en el Proyecto Varela. Sus crónicas reflejan la vida cotidiana de la población.

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