Después de cinco años de iniciadas esas labores no se aprecian avances significativos
LA HABANA, Cuba.- Los cubanos estamos acostumbrados a contemplar la excesiva demora de los procesos constructivos y de restauración de muchos objetos de obra. En ese contexto sobresale la reparación del Estadio Latinoamericano, la principal plaza del béisbol en la isla.
Después de cinco años de iniciadas esas labores no se aprecian avances significativos en el remozamiento de esa instalación. Ello a pesar de cierto optimismo oficialista contenido en la información “Paso a paso, el despertar de un Coloso”, aparecida en la edición del 25 de septiembre del periódico Granma.
Lo primero que un visitante advierte cuando arriba al estadio es el deplorable estado de sus techos, sobre todo hacia la zona del jardín izquierdo. Una situación que, entre otras cosas, afecta la capacidad del Latinoamericano para asimilar al público asistente, pues esa zona se halla cerrada y repleta de andamios y otros materiales de construcción. De aquella pizarra eléctrica inaugurada en 1971 —cuando se hizo la anterior reparación capital del estadio—, y que brindaba una valiosa información a los aficionados, solo queda un recuerdo. La pizarra que se utiliza en la presente 55 Serie Nacional de Béisbol es parca en lo referido a los datos que ofrece. Ahora el aficionado no se entera del orden al bate de los equipos, ni del nombre y el average del bateador en turno.
¿Será acaso una consecuencia de la debacle económica que afronta el país y que obliga al ahorro de combustible? Es probable. A propósito, no hace mucho tuvo que suspenderse un juego nocturno porque falló el sistema de alumbrado de la instalación.
Una mención especial para el servicio gastronómico que se brinda en este estadio. Con independencia de que su calidad no se corresponde con la jerarquía del Latinoamericano, se constata que existe una mala distribución de los locales destinados a esta actividad. Las tarimas y puntos de venta —algunos de rústica presencia— se agolpan en dos áreas específicas, con el perjuicio para aquellos aficionados ubicados en lugares distantes. En cambio, muchos locales habilitados originalmente como cafeterías, y repartidos en toda la extensión de este parque beisbolero, están en completo abandono.
El día de nuestra visita al Estadio Latinoamericano se enfrentaban los equipos Industriales y Holguín. El primero le daba una paliza a los holguineros, y por tanto el juego estaba casi decidido. En esas condiciones algunos aficionados se dedicaban a conversar sobre múltiples facetas de nuestro deporte nacional.
Una especie de peña tenía lugar en un área de las gradas que aún conserva asientos con espaldar, una zona privilegiada que contrasta con los mayoritarios espacios que solo cuentan con tablones —o cemento puro — para posar las asentaderas. Allí uno de esos aficionados que se las saben todas hablaba, precisamente, del estado constructivo del Latinoamericano: “Miren en qué condiciones está este estadio, y todavía esta gente (las autoridades) piensa tenerlo en forma para celebrar aquí un Clásico Mundial o una Serie del Caribe. Se comenta, incluso, que hay que cambiar totalmente el césped y el sistema de drenaje del terreno. ¡Qué ilusos son!”…
A lo que otro aficionado ripostó: “Bueno, como único que esos eventos sean para el año 2030 o más allá”.
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