jueves, 26 de noviembre de 2015

'Todos somos Mandy', un proyecto por el endurecimiento de las penas por homicidio


Pedro Armando Junco López presenta la iniciativa que busca presionar a las autoridades para que se haga justicia en el caso de la muerte de su hijo


Pedro Armando Junco López, el padre de Mandy, en la sala de su casa en la ciudad de Camagüey. (Sol García Basulto/14ymedio)
Pedro Armando Junco López, el padre de Mandy, en la sala de su casa en la ciudad de Camagüey. (Sol García Basulto/14ymedio)


Aquella madrugada del 16 de mayo, la vida de Pedro Armando Junco Torres (Mandy) terminó y la de su familia cambió para siempre. El cruel asesinato del músico por un grupo de jóvenes en las calles de Camagüey desató una estela de indignación. Hoy, varios vecinos y amigos se han reunido en torno a la iniciativa "Todos somos Mandy", que busca presionar a las autoridades para que se haga justicia.
El colectivo pretende ir aún más allá y busca arrojar luz sobre la ola de violencia que se ha desatado en la ciudad a lo largo de este año y promover mayor severidad en los castigos por matar a otra persona. Para conocer los detalles 14ymedio conversó con Pedro Armando Junco López, destacado escritor, miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y padre del fallecido.
Pregunta. ¿Cómo era Mandy?
Respuesta. Mi hijo tenía 28 años, trabajaba en el proyecto cultural eJo y pertenecía a la Asociación Hermanos Saíz. Un muchacho tranquilo y muy alegre. A pesar de su corta edad, tenía su independencia.
P. ¿Qué se sabe de lo que ocurrió esa noche?
R. Debido a su trabajo como músico, regresaba tarde en ocasiones, cuando participaba en actividades nocturnas. Por esa fecha se celebraba el Festival de Rock, donde él participaba. Cuando venía por la calle San Pablo y San Rafael, lo llamaron cuatro muchachos. Uno de ellos le dijo: "Oye, párate ahí, que te voy a hacer una pregunta". Él fue tan ingenuo de detenerse, y en ese momento recibió la primera de más de cuarenta puñaladas y golpes que le propinó la pandilla.
"Es muy doloroso pensar que supo que lo estaban matando, y el dolor más grande que llevo es imaginar cuáles fueron las cosas en las que pensó en ese último momento"
Hasta ahora se sabe que trató de huir, pero lo agarraron por los pelos. Tenía el cabello muy largo, así que lo masacraron entre los cuatro hasta saciarse y escapar. Tres de las puñaladas fueron mortales, una en el corazón y dos en los pulmones. Según el examen pericial, debió tardar unos diez minutos en morir. Esto es todo lo que sé de su muerte. Es muy doloroso pensar que supo que lo estaban matando y el dolor más grande que llevo es imaginar cuáles fueron las cosas en las que pensó en ese último momento.
P. ¿Cree que fue un hecho de violencia aislado?
R. Nuestra sociedad se ha desmoronado en todos los sentidos. Nuestra provincia, que era una de las más tranquilas y felices del país, hoy está en punta a escala nacional en los casos de homicidio. Un amigo, del cual no puedo revelar el nombre, me dijo que Camagüey tiene a estas alturas del año más de mil casos de homicidio y asesinato, situándose por encima de La Habana, en donde suman unos ochocientos.
Es decir, que aquí se ha desmandado la violencia, como parte de esa energía reprimida que tiene la sociedad, de esa mala educación que ha tenido en los últimos cincuenta años, producto de ese deseo de hacer una sociedad nueva pero atea, sin creencias religiosas.
Los asesinos eran cuatro: dos aguantaban y los otros dos apuñalaban. Todos eran muchachos jovencitos, dos de 17 años, uno de 20 y otro de 21, inclusive uno de ellos declaró que estaba aprendiendo a matar. Venían de familias totalmente marginales, solo vieron violencia en sus casas y ese fue el reflejo que desarrollaron.
"Camagüey tiene a estas alturas de año más de mil casos de homicidio y asesinato, situándose por encima de La Habana"
P. ¿Qué han hecho las autoridades respecto al caso y al problema en general?
R. Tengo que estar agradecido del Ministerio del Interior, del Departamento Técnico de Investigación [DTI], de criminalística y de la fiscalía. El crimen fue a las tres de la mañana y antes de que saliera el sol, un oficial del DTI fue a vernos para informarnos de que ya tenían a dos de los responsables. Llevaron el caso al pie de la letra. Sin embargo, el mayor problema para encontrar justicia en este país son las leyes. Pienso que nuestras leyes están dictadas como para proteger a los asesinos.
P. ¿Por qué cree que se ha demorado el juicio?
R. Puede que sea porque temen la reacción del pueblo. Cuando yo escribí el primer artículo, al que la gente le ha dado por nombre "la carta", el asunto tuvo repercusión internacional con amenaza de que ocurriera una movilización. Se divulgó la noticia de que iban a celebrar el juicio sumariamente en la sala polivalente y parte del pueblo fue hasta allá, incluso bajo agua. El pueblo exige la no violencia y el derecho ciudadano de salir a la calle a cualquier hora y sentirse seguro como antes que no había miedo de eso.
Por otra parte, la investigación ha sido profunda porque estos agresores cobraron cuatro víctimas esa noche.
"El mayor problema para encontrar justicia en este país son las leyes"
P. ¿Tiene conocimiento de las otras acciones?
R. Antes de matar a mi hijo, ellos habían agredido a tres personas más. Ellos salieron, se emborracharon y cogieron por la carretera central, encontraron un alcohólico tirado en la acera y lo pincharon en un glúteo; entonces siguieron, se encontraron un músico que iba para su casa también y le perforaron un pulmón y, después, un hombre que andaba en bicicleta, que logró escapar con daños menores. Esa es la realidad de lo que pasó y no tengo miedo decirlo, porque las autoridades saben que es así.
P. ¿Qué piensa de la cárcel como medida correccional y educativa en estos casos?
R. Aquí educa la familia, educa la escuela y educa la religión... pero la cárcel no educa.
P. ¿Cómo surge "Todos somos Mandy"?
R. Nosotros, su familia y sus amigos, pusimos la noche del funeral una foto sobre el sarcófago y después alguien me envió la imagen con el texto "Todos somos Mandy" como una muestra de apoyo. Entonces mandamos a imprimir unos cuantos volantes para que el día del juicio todo el que quiera ir se lo cuelgue en su camisa o blusa y asista al juicio con ánimos de solidaridad. Lo hacemos porque ya yo perdí a mi hijo y sé que no lo voy a recuperar, pero quedan muchos jóvenes más en Camagüey.
Todas las madres y todos los padres deben sentir como suya esta lucha que vamos a desarrollar para que se cambien las leyes y se castiguen severamente a los criminales. Queremos llevar a cabo una reestructuración de nuestra sociedad para poder recuperar la paz de la que gozábamos. Ya solicitamos a todos los medios a través de mi blog que se hagan eco de nuestra causa y que estén al tanto de la condena y del fallo del tribunal.

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