domingo, 3 de enero de 2016

¿Por qué no marcha bien la inversión extranjera?



ECONOMÍA



ORLANDO FREIRE SANTANA | La Habana | 1 Ene 2016 - 6:29 pm. | 18

Las intervenciones que se produjeron en la recién finalizada sesión del Parlamento cubano, en este caso en una de sus Comisiones Permanentes, reflejaron una verdad que ciertos aires triunfalistas no pudieron ocultar: lo lenta que marcha la inversión extranjera en la Isla después de año y medio de haberse promulgado la Ley 118 que ampara ese proceso.
Algunos diputados, intentando mostrar solamente el lado menos lúgubre del asunto, se refirieron a los 37 negocios ya establecidos bajo la nueva regulación, seis de ellos en la Zona Especial de Desarrollo Mariel. De igual forma, trataron de conservar el optimismo con respecto a la segunda versión de la cartera de oportunidades de negocios presentada el mes de octubre. No obstante, a varios directivos del Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (MINCEX) les correspondió la tarea de poner los pies sobre la tierra.
Deborah Rivas Saavedra, directora general de ese organismo, tras aseverar que se han realizado acciones de capacitación y asesoría técnica a negociadores y empresarios en aras de concretar los proyectos, debió reconocer que "todavía son pocos los proyectos en correspondencia con el tiempo transcurrido desde que se aprobó la legislación".
El ministro Rodrigo Malmierca, por su parte, apuntó que "el bloqueo mental, la falta de preparación, y la excesiva cautela han impedido que buenos negocios avancen". Esas palabras del titular del MINCEX denotan la existencia de un segmento de línea dura en la nomenklatura raulista que ralentiza el ritmo de las reformas. En el caso de la inversión extranjera, los talibanes ideológicos contemplarían la entrada de capitales foráneos como un "retorno al pasado".
Otro elemento que ha obstaculizado el avance de la inversión extranjera se manifiesta más allá de nuestras fronteras, pero tiene que ver también con la situación interna de Cuba. Se trata de la desconfianza que muestran los posibles inversores.
Es lógico que suceda. Porque a nadie le agrada arriesgar su dinero si no existe una conceptualización bien definida en el país receptor acerca del modelo económico a instaurar; cuando reina la incertidumbre en torno al mañana; y en un contexto donde la voluntad de las autoridades suele vulnerar las leyes.
Un ejemplo del desasosiego que afrontan los cubanos —y que, lógicamente, asalta a quienes piensen invertir en la Isla— son los múltiples y crecientes rumores sobre el inminente fin de la doble circulación monetaria y cambiaria. Ello ha ocasionado que infinidad de personas hayan corrido a las Casas de Cambio (CADECAS) con el fin de deshacerse de los pesos convertibles (CUC) y adquirir pesos cubanos (CUP), la moneda que prevalecerá de acuerdo con lo informado hasta el momento. Sin embargo, transcurrieron las intervenciones en la Asamblea Nacional, pasó el discurso del General-Presidente, y no se arribó a una decisión definitiva al respecto.
Es indudable que la lentitud de este proceso inversionista constituye una mala noticia para la maquinaria de poder castrista. Estos debates parlamentarios confirmaron que la inversión extranjera debe de ser uno de los pilares fundamentales en el desenvolvimiento de la economía nacional. Una inversión que, según desean los gobernantes del país, beneficie en esencia a tres sectores: el turismo, el petróleo y la rama agroalimentaria.
A propósito, tanto el ministro Marino Murillo como Raúl Castro insistieron en la necesidad de ahorrar los recursos energéticos ante los cambios que pudieran presentarse en el escenario internacional. Incluso, el gobernante, en la clausura de esta sesión parlamentaria, habló de las "afectaciones" producidas en la relación de cooperación entre Cuba y Venezuela desde este propio año 2015. Evidentemente, al castrismo le preocupa sobremanera quedarse sin su principal sostén externo.

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