POR: GUIJE CUBA
El 12 de abril en la Historia de Cuba
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• 1895 -
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Diario de José Martí en Cuba.
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• 1869 -
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Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 211-212 nos describe los acontecimientos del 12 de abril de 1869 en la Historia de Cuba:
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“El júbilo que despertaron en Guáimaro los actos celebrados en 10 y 11 de abril, como fruto del sentir hondo de los patriotas, se reprodujo el 12 de abril de 1869. ¿Cuál, fue el motivo de ello? Ya lo había anunciado la víspera Salvador Cisneros y Betancourt, presidente de la Cámara de Representantes: la solemne investidura del Presidente de la República y del General en jefe del Ejército Libertador. Hombres y mujeres, formando una muchedumbre entusiasta y fervorosa, aplaudían a los ciudadanos de cuya obra dependía en gran parte el buen suceso de la Revolución.
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“La Cámara de Representantes tomó juramento, sucesivamente, a Céspedes y a Quesada. A cada uno de estos actos siguió un discurso de uno de los secretarios de la Cámara acerca de los deberes del que acababa de prestar juramento. Hablaron allí Agramonte, Céspedes, Zambrana y Quesada. Lo más notable de la sesión, por lo que sacudió el sentimentalismo patriótico, lo constituyeron la presencia y las palabras de Manuel de Quesada. A la izquierda de Cisneros y Betancourt, con uniforme verde y botas calzadas de espuelas de plata, el General en Jefe se levantó y, hondamente emocionado y apoyadas ambas manos en el puño de su espada, balbuceó estas frases, que arrancaron sollozos y lágrimas a mujeres y hombres:
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“"Conciudadanos: Con orgullo recibo de vuestras manos esta espada, no como distintivo del puesto distinguido a que me eleváis, sino como un emblema del deber que me habéis impuesto.
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“"De hoy más, compañera inseparable de mis esfuerzos, será un símbolo que me recuerde, si olvidarlo pudiere, la sagrada misión que la patria por vuestra mediación me ha encomendado.
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“"Juro, sobre su empuñadura, que esta espada entrará con vosotros triunfante al capitolio de los libres, o la encontraréis en el campo de batalla al lado de mi cadáver."
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“El juramento de Quesada tuvo mucho de golpe de efecto, pues, al cabo, ni una cosa ni la otra ocurrieron: la espada no entró al capitolio de los libres ni quedó en el campo de batalla junto al cadáver del General. El resto del ceremonial de la investidura consistió en el discurso que el vicepresidente de la Cámara, el meritísimo Miguel Jerónimo Gutiérrrez, leyó, relativo a la significación de aquel día.”
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