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From: Gerardo Morera del Campo [
From: Pedro Corzo
Compatriotas:
Para su conocimiento les estoy enviando la misiva que recibí del Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo, para que estén enterado de lo que vamos a hacer en conmemoración del 50 aniversario del cierre de Isla de Pinos.
Aunque no fueron presos si son patriotas y los esperamos que cooperen con sus visitas y con la compra del libro; que cuando esté listo para el próximo año les avisare.
El comunicado recibido dice:
El 24 de marzo del próximo año se cumple el 50 Aniversario del cierre del Reclusorio Nacional para Varones de Isla de Pinos, en consecuencia, le invitamos, en particular a quienes estuvieron presos en la "Isla”, a sumarse a una evocación que rememora aquellos duros años en los que nuestro rechazo a la dictadura maduró y se fortaleció, al extremo, que continuamos honrando nuestro compromiso de seguir bregando a favor de que se instaure en Cuba una sociedad democrática y de derechos.
Como algunos recordaran en 1997 un Comité organizador al efecto, recordó el 30 Aniversario del Cierre de Isla de Pinos y editamos un libro que recogían testimonios de muchos compañeros, algunos, lamentablemente desaparecidos, parte de este segundo acto de conmemoración es editar un nuevo libro que recoja más vivencia del Presidio.
Para esta recordación el Instituto formó una comisión especial y se apresta a crear comité de apoyo con el propósito de que la celebración sea incluyente y representativa, así que le invitamos a sumarse al proyecto.
Presidente de la Comisión. Enrique Ruano
Compilador del libro. Ramiro Gómez
Delegados: Jose Luis Fernández, Alfredo Elías, Amado Rodriguez, Francisco Talavera, Pedro Corzo
Pedro Corzo
Periodista
(305) 498-1714
Venezuela, Almagro y Macri
Es muy difícil topar con un líder de una entidad internacional o un presidente en ejercicio, capaz de tomar decisiones que pongan en juego su sobrevivencia política como ha hecho el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro.
Hay muchas especulaciones sobre los motivos de ex canciller uruguayo para convertirse en una especie de Cid Campeador de la causa democrática venezolana, pero la realidad es que ha retado al club de los déspotas, grupo de autócratas encabezados por Raúl Castro, que tienen clara conciencia que solo apoyándose mutuamente pueden asegurar la sobrevivencia, a pesar de los múltiples abusos y fracasos acumulados durante sus respectivos mandatos.
Cada día se hace más necesario que diplomáticos y políticos asuman actitudes de principio. Deben dejar de actuar en base a decisiones que le aporten mayores beneficios o influyan positivamente en su futuro.
Es preciso " hablar claro", como diría el periodista Julio Estorino. Decir las verdades aunque sean incomodas e impopulares, y el fallo de Almagro, más allá de sus contradicciones cuando patrocina el retorno de la dictadura de los Castro a la OEA, demuestra que aun es posible encontrar líderes que defiendan los valores por encima de sus intereses.
Invocar la Carta Democrática Interamericana contra el régimen de Nicolás Maduro, es tal vez lo menos políticamente correcto que ha hecho el ex canciller uruguayo. Esa decisión le ha convertido en el objetivo a destruir por regímenes que no creen en la democracia, pero también por otros gobiernos que en alguna medida, dependen del petróleo venezolano.
Almagro rechazando las maniobras que al parecer pretenden neutralizar su llamado a la Carta, decidió no participar en la última reunión del Consejo Permanente de la OEA y reiteró que esa sesión no tenía relación con su invocación, pero también el Presidente del Consejo, en una decisión sin precedentes, le dejó saber lo frágil de su posición cuando le negó a su jefe de gabinete, Gonzalo Koncke, el uso de la palabra, al final de los debates.
La realidad es que los resultados de la reunión extraordinaria convocada sorpresivamente por Argentina, dejan vislumbrar que el gobierno de Venezuela no será perjudicado en el debate sobre la aplicación de la Carta.
Una vez más se aprecian las componendas y la intención de esconder bajo la alfombra la sangre, sufrimientos y lagrimas del pueblo venezolano. Todo parece indicar que la autocracia caraqueña, aunque saldrá algo quebrantada de la reunión del próximo Consejo Permanente, no será expulsada como Honduras en el 2009.
Si para algunos analista Almagro ha cambiado de forma radical su visión del caciquismo venezolano, no menos relevantes, con independencia a sus motivaciones, ha sido el canje de banderas, al menos aparente, del mandatario argentino, Mauricio Macri.
Qué ha motivado a Macri, un abanderado en contra de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, suavizar la crisis internacional que enfrenta el despotismo venezolano. Su cambio en relación al régimen caraqueño obliga a preguntarse si cuando criticaba la alianza entre Cristina Fernández y los gobernantes de Caracas, era solo una estrategia de campaña, o una actitud producto de sus convicciones.
El presidente argentino prometió cuando fue candidato remover a Venezuela del Mercosur y después de ser electo dirigió una misiva a Maduro en la que decía, "donde usted ve enemigos a los que quiere aniquilar, yo veo a venezolanos enojados que le exigen cambios a su gobierno", un comentario que choca frontalmente con su reciente propuesta que parece buscar sacarle las castañas del fuego al déspota de Miraflores.
La defensa de los intereses personales, de partidos o gobiernos, en detrimento de los derecho de todos, sin que importen fronteras o ideologías, solo conduce a la frustración de la ciudadanía, por lo que si Macri, como afirman algunos, trata de ganarse la voluntad de los aliados de Chávez para lograr que su canciller resulte electa secretaria general de Naciones Unidas, su sentido de la oportunidad deja empequeñecido el legendario plato de lentejas.
La invocación a la Carta sitúa al déspota de Caracas en una situación particularmente difícil. Son muchos los factores, tanto latinoamericanos como europeos, que rechazan al heredero de Hugo Chávez, aunque sería prudente asociar el rechazo a Nicolás Maduro con el modelo de gobierno que encarna. Los caudillos son importantes, pero lo son muchos más las multitudes que siempre están prestas para apoyarles.
Pedro Corzo
Periodista
(305) 498-1714
From: RRR <>
Date: 2016-06-10 8:50 GMT-05:00
Subject: ACLARANDO MITOS SOBRE LA "INTELIGENCIA" DE LOS CASTRO
Subject: ACLARANDO MITOS SOBRE LA "INTELIGENCIA" DE LOS CASTRO
Sobre Raúl Castro todo está dicho en su deficiencia intelectual, clasificado como un "morón".
El Padre Llorente que era el director del Colegio Belén de la Habana expresó en su libro que tras mucho esfuerzo para aceptar a Raúl como estudiante, llamó a Fidel y le dijo que estaba expulsando a Raúl de la escuela por negligente, desobediente, nada aplicado e incapacitado, algo que por los niveles de Belen no se podia tolerar.
Fidel le respondio: Padre, yo sé que mi hermano Raúl no sirve para nada.
Desde entonces Raúl se retiró de los estudios para Birán con solo una
deficiente primaria ya que ni sabe leer bien lo que le escriben para que diga en sus discursos.
Fidel no es tan inteligente como la gente cree. En vez de entrar en el Bachillerato a los doce años como era regular, entró a los 14 años. Era el grandulón, abusador de la clase, atrasado en sus estudios. También terminó el bachillerato, en vez de a los 17 años a los 19. Si lo dudan comparen las fechas con su nacimiento en 1926.
Se buscaba las notas en la Universidad con un arma en la mano. A pesar de que el padre le montó un bufete en la Habana, fue un verdadero desastre como abogado, no tenía clientes/
Lean este resumen de su comportamiento en la Universidad:
Fidel Castro y la Universidad de La Habana
La revolución del 33 se había ido a bolina, pero también dejado al garete grupos de acción que bastardearon hasta el gangsterismo
Arnaldo M. Fernández, Broward | 07/09/2015 10:09 am
Aquí ha entrado un muchacho que va a ser
[otro] José Martí o el peor de los gánsteres
Alfredo Guevara, UH, 1945
[otro] José Martí o el peor de los gánsteres
Alfredo Guevara, UH, 1945
La Federación Estudiantil Universitaria (FEU) conmemora otro aniversario redondo del ingreso de Fidel Castro en la Universidad de La Habana (UH) con bombo y platillo que se extenderán hasta la efeméride adolescente del discurso que largó en el Aula Magna, el 17 de noviembre de 2005, acerca de que “esta revolución puede destruirse”.
La entrada de Castro a la UH pasó a la historia oficial —contada por el propio Castro— como el inicio de su conversión en revolucionario marxista-leninista[1], pero hombre y circunstancia sugieren que Castro terminó siendo el gobernante que Cuba merecía porque su voluntad de poder no se forjó tanto con Max y Lenin, sino más bien al calor de la propia UH.
Democracia universitaria
Castro entró el 4 de septiembre de 1945 a la UH, que tenía entonces 13 escuelas y unos 15 mil estudiantes. Se matriculó en la Escuela de Derecho, donde el curso regular duraba cinco años, con varias asignaturas cada uno. Los estudiantes de cada asignatura elegían a su delegado; los delegados de cada año, a su presidente; los presidentes de cada año, al presidente y vice de la Asociación de Estudiantes de Derecho. Así lo hacían las demás escuelas y los 13 presidentes de asociaciones elegían a la dirigencia de la FEU.
En marzo de 1946 Castro fue elegido delegado de antropología judicial. Aquí tomaba la asistencia por encargo del profesor René Herrera Fritot. Según Castro, tuvo 181 votos a favor y 33 en contra. Siguió la rima electoral como presidente de primer año, pero no llegaría a presidir la asociación. Unos dicen que fue tesorero y otros, vicepresidente. Al año siguiente repitió como presidente de año y perdió la presidencia de la asociación contra un tal Freddy Marín.
Según el jefe de la policía política de la administración Grau, Mario Salabarría, unos guardias de seguridad de la UH reportaron el 27 de abril de 1947: “Fidel Castro ha hecho unos disparos en una asamblea de la Escuela de Derecho”. Salabarría detuvo a Castro frente a la casa donde se hospedaba, le ocupó una pistola 45 y pasó el caso a los tribunales, pero nunca hubo juicio.
En la UH campeaban por sus respetos el bonchismo y el gangsterismo. Las elecciones discurrían por entre las tensiones entre pandillas rivales. Castro se enrolaría en la Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR) de Emilio Tro, que promovió como presidente de la FEU a Humberto Ruiz (Escuela de Estomatología) contra Isaac Araña (Escuela de Ciencias Comerciales), apoyado por el Movimiento Socialista Revolucionario (MSR) de Manolo Castro y Rolando Masferrer. Ruiz tenía los votos de seis escuelas, Marín dio el sexto voto a Araña y Enrique Ovares (Escuela de Arquitectura) se plantó. Para salir del punto muerto, Castro impugnó la elección de Marín, pero el Consejo Universitario denegó la solicitud[2].
El entuerto acabó por resolverse con las renuncias de Araña y Ruiz más la elección unánime de Ovares, quien enseguida soltó que los dirigentes de la FEU debían elegirse por voto directo del estudiantado. El 16 de julio de 1947 sesionó la asamblea general de estudiantes con apenas 891 (circa 6 % del total). El MSR y la bandería comunista apoyaron a Ovares, José Luis Massó y Alfredo Guevara como presidente, vice y secretario, respectivamente; la UIR y la bandería católica, a Ruiz, Antonio G. Cejas y Castro. Votaron tan sólo 295 estudiantes y fueron electos Ovares, Massó y Guevara con 148, 141 y 144 votos. Castro sacó 19 y se alejó del ruedo electoral universitario al acogerse al curso por la libre (sin matrícula oficial en determinado año).
Alegrías del gatillo
Hay quienes saben más que la policía de aquella época y atribuyen a Castro varios asesinatos en su vida universitaria, sin que conste algo más plausible que disparar contra “El Toro” [Leonel Gómez] y darle a “La Vaquita” [Fernando Freyre de Andrade]. Precisamente esta peripecia dio pie al ingreso de Castro en la UIR. Así lo narró uno de sus co-fundadores, Vidalito Morales y Rodríguez, al historiador Antonio Rafael de la Cova[3]:
“Separadamente, [los estudiantes de la UH] Patricio [González] y [José Luis] Echeveste me insistían en presentarme a Fidel, y me dicen que Leonel lo tiene agitado con dos o tres en la universidad, y que al pobre lo van a matar: ‘Vamos a ver si lo ayudamos’ (…) Parece que eran problemas personales, y Fidel que jodía mucho. Un día como la las dos de la tarde, yo estaba durmiendo y me dice la vieja: ‘Ahí te busca Patricio con unos muchachos’. En la sala había un retrato grande de mi abuelo (…) Fidel se para delante y dice: ‘El gran patriota Mayía Rodríguez. Señora, la verdad que usted debe sentirse muy orgullosa de ser hija del gran patriota y tú [Vidalito] debes sentirte orgulloso de ser [su] nieto (…) Esa tarde yo lo llevo a casa de Emilio, [quien] dormía en la azotea en un cuartico (…) Subí y le dije: ‘Tengo allá abajo a Fidel Castro’. ‘¡Coño!, pero ¿cómo me vas a traer esa mierda aquí?’ Le dije: “Esa mierda te la traigo porque hay que protegerlo porque lo van a matar. Es un muchacho simpático, agradable y lo vamos a meter en la organización para que funcione con nosotros’. ‘Bueno, tráelo, súbelo’. Entonces cuando llegó Fidel le dijo a Tro: ‘Una de las más grandes emociones que tengo es haberlo conocido a usted. Usted es uno de los hombres que yo más admiro en Cuba’. Y ahí mismo se lo echó en el bolsillo. [Se notificó] a todas las organizaciones inmediatamente que Fidel Castro era miembro de la UIR y que no lo molestaran más (…) Tro se apareció a las seis de la mañana en casa de Leonel, lo sacó por el cuello [y] lo embarcó para México. Leonel entonces empezó a hacerle llamadas y mandarle carticas a Tro para que lo perdonara [y] lo perdonó con la condición que no molestara más a Fidel Castro”.
La revolución del 33 se había ido a bolina, pero también dejado al garete grupos de acción que bastardearon hasta el gangsterismo. Durante la presidencia (1944-48) del Dr. Ramón Grau, quien acuñó que “la cubanidad es amor”, sobrevinieron 64 asesinatos políticos y más de 24 secuestros en busca de rescate. Cinco jefes de la policía de La Habana murieron o renunciaron en un solo año[4]. La cosa siguió con el gobierno de Carlos Prío, a tal extremo que Batista alegaría el pistolerismo como justificación para tomar el poder con su propia pandilla de militares.
En este ambiente cultural se forjó aquel joven de “aspecto un tanto aguajirado” que —según el finado José Ignacio Rasco— venía del Colegio de Belén y había disertado ya, en ejercicio asignado por el Padre Rubinos, sobre la necesidad del dictador. Desde luego que Castro anduvo en la UH bien ensillado. No por gusto su relato de la convalecencia tras caer aparatosamente en Santa Clara, el 20 de octubre de 2004, incluye este pasaje: “Dispongo de una Browning de 15 tiros (…) Lo primero que quise ver fue si mi brazo tenía fuerza para manejar esa arma que yo siempre usé. Esa está al lado de uno. Moví el peine, la cargué, le puse el seguro, se lo quité, le saqué el peine, le saqué la bala y dije: Tranquilo”[5].
Extensión universitaria
Castro no matriculó el curso regular 1947-48 por alistarse en la expedición de Cayo Confites contra el dictador dominicano Rafael Trujillo, la cual abortó a fines de septiembre de 1947, pero le permitió sacar la doble lección de “cómo no se debe organizar algo [y] cómo hay que escoger a la gente”[6]. Sus actividades extracurriculares continuaron con la tángana de la campana de La Demajagua, durante la cual el conservador Diario de la Marina equivocadamente identificó a Castro, el 4 y el 9 de noviembre de 1947, como vicepresidente de la FEU y presidente de la Asociación de Estudiantes de Derecho.
Luego Castro se embarcó —por cuenta del presidente argentino Juan Perón— en el ademán estudiantil de dar contracandela a la IX Conferencia Panamericana, que confluyó el 9 de abril de 1948 con El Bogotazo. Toda la chismografía sobre Castro como agente del comunismo internacional allí y entonces se aplaca con la observación del embajador americano interino Lester Mallory en su informe de 26 de abril de 1948 a Washington desde La Habana: “Si bien no hay pruebas de que sea comunista, hay más que suficientes de que es un personaje indeseable y gángsteril”. La CIA consideraba a Castro “uno de esos ‘líderes estudiantiles’ en Cuba que se las arreglaba para involucrarse en muchas cosas que no le concernían”, según memo fechado el 17 de noviembre de 1948 en La Habana por el vicecónsul Varnum Lansing Collins, Jr.
Desde Colombia Castro regresó a la patria de polizón en un avión de carga, por gestión de la embajada cubana. El 12 de octubre de 1948 formalizó matrimonio con Mirta Díaz-Balart, estudiante de la Escuela de Filosofía y Letras, en la Iglesia Nuestra Señora de la Caridad, de Banes, Oriente. Tras pasar una semana de luna de miel en Miami Beach y alrededor de un mes en Nueva York, ambos retornaron a La Habana, se alojaron el Hotel Andino y reiniciaron sus estudios, que Castro concluyó el 13 de octubre de 1950 al graduarse en dos [Derecho y Derecho Diplomático] de las tres carreras matriculadas [la otra era Ciencias Sociales].
En el ínterin Castro participó en el acto de repudio a pedradas contra la embajada americana, el 12 de marzo de 1949, por el ultraje de marinos estadounidenses a la estatua de José Martí en el Parque Central[7], así como en la puja electoral del Partido Ortodoxo. Fue uno de los oradores del rally a favor de Eddy Chibás en Santiago de Cuba y hacia la primavera de 1950 lo nominaron candidato a delegado por el distrito de Cayo Hueso, pero no salió en las primarias.
Coda
Al egresar de la UH, Castro montó bufete con Jorge Azpiazo y Rafael Resende. El 5 de septiembre de 1951 se engolfó en la causa penal políticamente relevante contra los oficiales de la policía Rafael Casals y Rafael Salas Cañizares por la muerte del activista ortodoxo Carlos Rodríguez. Para las elecciones de junio de 1952, el líder ortodoxo Manuel Bisbé nominó a Castro como candidato a representante, pero Carlos Márquez Sterling dice haberlo sacado de la boleta el 9 de marzo de 1952. Al día siguiente llegó el general y mandó a parar.
Castró largó enseguida el panfleto ¡Revolución no, zarpazo! y acusó a Batista ante el Tribunal de Urgencia. El 1ro de mayo asistió al rally ortodoxo en el Cementerio de Colón para conmemorar la muerte de Carlos Rodríguez. Aquel “político sin plataforma [y] abogado sin clientes” —apud Hugh Thomas[8]— se topó allí con Abel y Haydée Santamaría, Raúl Gómez García, Chucho Montané, Melba Hernández y Elda Pérez Mujica, quienes repartían el boletín mimeografiado Son los mismos. Así nació el grupo político con que Castro encauzaría su voluntad de poder contra un dictador y, usando todas las mañas aprendidas en la UH, terminaría siendo otro mucho más apropiado para la nación cubana.
[1] Biografía a dos voces, Debate, 2006, 107
[2] De la Cova, Antonio Rafael: The Moncada Attack, Editorial de la Universidad de Carolina del Sur, 2007, 14
[3] La entrevista completa, junto con otras muchas de valor histórico, está disponible en el sitio Latin American Studies [http://www.latinamericanstudies.org/]
[4] De la Cova, Antonio Rafael: Ob. cit., 11
[5] Biografía a dos voces, ed. cit., 561
[6] Ibídem, 125
[7] De la Cova, Antonio Rafael: Ob. cit., 27
[8] Cuba: The Pursuit of Freedom, Harper & Row, 1971, 821
[2] De la Cova, Antonio Rafael: The Moncada Attack, Editorial de la Universidad de Carolina del Sur, 2007, 14
[3] La entrevista completa, junto con otras muchas de valor histórico, está disponible en el sitio Latin American Studies [http://www.latinamericanstudies.org/]
[4] De la Cova, Antonio Rafael: Ob. cit., 11
[5] Biografía a dos voces, ed. cit., 561
[6] Ibídem, 125
[7] De la Cova, Antonio Rafael: Ob. cit., 27
[8] Cuba: The Pursuit of Freedom, Harper & Row, 1971, 821
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