sábado, 16 de julio de 2016

UN DIA COMO HOY, EN LA HISTORIA DE CUBA.

POR: GUIJE  CUBA

Guije.com - estudios en la cultura y la historia de Cuba El 16 de julio en la Historia de Cuba

• 1804 -

- Mitra Arquiepiscopal.



Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 401-402 nos describe los acontecimientos del 16 de Julio de 1804 en la Historia de Cuba:

   “La pérdida de la colonia de Santo Domingo para España produjo las más variadas consecuencias respecto de Cuba. Las instituciones políticas y religiosas de la mayor de las Antillas se vieron aumentadas, ya en categoría, ya en número. El progreso material del país también recibió notable impulso, pues aquel suceso provocó la emigración a Cuba de elementos valiosos, dedicados aquí a actividades agrícolas y comerciales. Cuanto a lo otro, figuró entre lo sobresaliente la traslación a Santiago de Cuba, a virtud de breve pontificio de 16 de julio de 1804, de los títulos, las facultades y las prerrogativas del primer arzobispado del Nuevo Mundo, mitra cuyo asiento había estado en Santo Domingo.

   “"Ignórase -observó Jacobo de la Pezuela- por qué razones la nueva diócesis de La Habana, siendo tan superior a la otra en riqueza y en población, no obtuvo sobre la de Santiago aquella preferencia. Es de inferir que ésta la debiese al pensamiento de que pudiese funcionar en aquel pueblo la primera autoridad espiritual con más independencia de la primera autoridad temporal, a la cual la del Patronato Real era inherente. Como quiera, acaso por ser la más antigua y prelado más antiguo también que el de La Habana, el don Joaquín Ozés, que la regia, declaró arquiepiscopal la mitra de Santiago de Cuba, contando desde esa declaración por sufragáneas a las de La Habana y Puerto Rico."

   “Lejos de constituir aquella novedad un motivo de regocijo para los habitantes de Santiago de Cuba, fue desde luego causa de incidentes muy desagradables. El hombre que resultó arzobispo de la nueva metrópoli católica estaba poseído de un delirio de grandeza y de un carácter impetuoso en verdad insufribles. Conocido era todo ello de la población que lo soportaba. Pero fueron tales sus intemperancias y pretensiones a raíz de la imprudente exaltación de que lo hizo objeto el Vaticano que no consideraciones ni miramientos, sino execraciones, se dirigieron sobre su persona.
   “No se trataba, después de todo, en el asunto de la traslación de la metrópoli católica, apostólica y romana de las Antillas, de elevar la categoría de una persona. Pudo verse en el fondo el deseo de atender los intereses religiosos de Cuba, poniéndolos bajo una dirección inmediata de mayor monta que la hasta entonces existente en la Isla. El imperioso Ozés, al desaparecer, se llevo consigo los obstáculos, las cortapisas y las incidencias infaustas a que había dado ocasión y pábulo. La providencia que, teniendo en cuenta el estado de La Habana y el de Santiago de Cuba, no se vio bien explicada y mucho menos justificada acabó por quedar convalidada por el tiempo.”

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