domingo, 2 de octubre de 2016

UN DIA COMO HOY, EN LA HISTORIA DE CUBA.

POR: GUIJE CUBA


Natalicios cubanos:



Cowley Albirle, Angel José: -Nació en La Habana el 2 de octubre de 1797 y falleció el 5 de igual mes del año 1859. Huérfano desde su más tierna edad estudió como pobre en la escuela de Belén y aprendió latín, filosofía y medicina. En 1825 se doctoró en esta última carrera, en la cual adquirió renombre y fama. Dice Calcagno que fue en el ramo de la fiebre amarilla lo que Romay en el de la vacuna y Calcagno (padre) en el del cólera. Fue consultor mayor del Hospital de San Juan de Dios, secretario de la Junta Superior de Sanidad, catedrático de Filosofía y miembro de la Sociedad Patriótica. Publicó, entre otros, “Informe sobre Estudios Universitarios”, “Ensayos estadístico-médico”, “Ensayo sobre la fiebre amarilla” (impreso posteriormente en Francia), sobre la cual años más tarde había de pronunciar la palabra definitiva otro cubano eminente: Finlay. Y este humilde hijo del pueblo y de la pobreza, como padre se esmeró en cultivar para la ciencia a su hijo Rafael Angel, doctor en medicina también, el cual colaboró y dirigió revistas médicas donde publicara: “Fastos necrológicos de médicos”, “Breves noticias sobre la enseñanza de la medicina en la Universidad de la Habana”, etc. Editó con su peculio la famosa obra “Los tres primeros historiadores de Cuba”.

Guije.com - estudios en la cultura y la historia de Cuba El 2 de octubre en la Historia de Cuba

• 1741 -



- Se suprimen los Alcaldes ordinarios de La Habana por los alborotos, escándalos e injusticias que cometían.

• 1695 -



- Gobierno de Diego de Córdova.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 557-558 nos describe los acontecimientos del 2 de octubre de 1695 en la Historia de Cuba:

   “Por muchas que fuesen las riquezas ofrecidas por sus colonias a España, nunca saciaron la sed y necesidad de oro de la Corona. El Erario se hallaba generalmente en situación desastrosa. Momentos hubo, aun en el esplendor de la dominación española en el Nuevo Mundo, en que tuvieron los hacendistas de la Corte que aguzar su ingenio en busca de recursos monetarios. A veces surgieron procedimientos insólitos.

   “Prueba de ello, y muy elocuente, la tuvo Cuba al venir a gobernarla el general de galeones Diego de Córdova Laso de la Vega, a quien trasmitió el mando el mariscal de campo Severino de Manzaneda en 2 de octubre de 1695. Córdova necesitó, para conseguir el gobierno de la Isla, desembolsar catorce mil pesos o escudos de plata, además de constituir una fianza de dieciséis mil quinientos. Este hecho no podía decir bien de la administración española. Lo que se evidenciaba era grave de toda gravedad, ciertamente. Razón de sobra tuvo quien aseveró que el medio escogido para enjugar los apuros de la Corona descubría la pobreza de su tesoro y de las inteligencias que la guiaban.

   “Otra circunstancia notable ofreció la iniciación del gobierno de Diego de Córdova Laso de la Vega. Vino a desempeñar el cargo con la cláusula de cedérselo al general Diego de Viana Hinojosa, gobernador que había sido de la Isla, tan luego como éste saliera absuelto en una causa a que se hallaba sujeto. También denotaba esto la mezquindad de criterio reinante en la Metrópoli. Se colocaba por encima del interés público, que debía estar por sobre todo, el deseo de satisfacer personales ambiciones. Los problemas nacionales quedaban subordinados al resultado de combinaciones de baja laya.

   “Córdova, que gobernó hasta septiembre de 1702, fue un gobernante juicioso y previsor. Reorganizó las milicias. Se ocupó en mejorar las defensas de La Habana. Repelió a los corsarios que la amenazaban con frecuencia. Cuanto a la riqueza del país, mucho hizo por fomentarla. Lejos de poner cortapisas a la agricultura, se convirtió en protector decidido de ella. Las vegas de tabaco tomaron incremento inusitado en las cercanías de La Habana. Más de veinte ingenios se levantaron en su tiempo. La ganadería, uno de los principales elementos de vida de Cuba, recibió asimismo impulso considerable. Tuvo, aun siendo presa de la concupiscencia, el raro acierto, como observó un historiador, de adinerarse cuando sus sueldos, derechos y honorarios no pasaban de cinco mil pesos anuales, sin suscitar las acusaciones y los odios que cayeron sobre muchos de sus iguales.”

• 1612 -



- En Cabildo de La Habana celebrado este día se leyó una carta de excomunión dada por el Arzobispo don Alonso Enrique de Toledo, en que mandaba descomulgar a todos los taberneros que vendiesen vinos a negros y a indios.

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