viernes, 3 de agosto de 2018

Acuerdos de Munich.Una lección de la Historia

From: Nancy Perez-Crespo  



 Miami, 1 de agosto de 2018
Una lección de la Historia / Por Nancy Pérez-Crespo
El próximo 30 de septiembre se cumplirán 80 años de los acuerdos de Múnich. Esa noche de 1938 los jefes de gobierno de Reino Unido, Francia, Italia y de la Alemania de Adolfo Hitler lo firmaron. Solo le bastaron 11 meses al Herr Hitler para invadir Polonia un 1 de septiembre de 1939 y convertir el acuerdo de Múnich (propuesto por el primer ministro inglés, Arthur Neville Chamberlain)en papel mojado.
No existe mejor referente para entender el presente que revisar el pasado. La invasión nazi a Polonia fue el inicio de la Segunda Guerra Mundial, posiblemente el conflicto bélico más sangriento del siglo 20. La guerra duró hasta 1945 y segó las vidas a más de 50 millones de personas.
Aún hoy se aplica el término de «política de apaciguamiento» a la gestión donde un Estado admite las circunstancias de un provocador en vez de enfrentar resistencia, con la propósito de sortear un desafío que puede llegar a situaciones indeseables. «Se considera que usualmente el Estado ‘apaciguante’ sacrifica principios propios para lograr esta meta».
Hubo no hace mucho un presidente de la nación más poderosa del mundo que se creyó el Chamberlain del siglo 21 y negoció acuerdos y tratados con nuestros enemigos que solo él (el Chamberlain moderno) cumplió. Los enemigos, no. 
Entre algunos de los acuerdos fallidos y no cumplidos están el de Rusia en abril del 2010 donde pactaron la mayor reducción atómica en 20 años. En julio de 2015, firmó el funesto acuerdo con Irán para limitar el programa nuclear y más tarde, en septiembre de 2016, ratificó con China el acuerdo climático global de París.
Pero el que más me indigna y me inquieta sobre manera porque se trata de mis compatriotas, fue la normalización de las relaciones con la dictadura cubana (marzo de 2016), sellando así el proceso secreto de acercamiento anunciado el 17 de diciembre de 2014.
Con este acuerdo Barak Obama entregó a la familia Castro las llaves de su «reino». Entre las muchas concesiones, prebendas y dádivas, está esta que es extremadamente peligrosa: excluyó a Cuba de los países que promueven el terrorismo. También eliminó casi todas las trabas que existían para evitar que la dictadura cubana llenara sus arcas con dinero que llega de Estados Unidos y que sirve para engrasar la siniestra maquinaria represiva. Y qué decir del repugnante intercambio cultural.
Pero lo más lamentable y preocupante de todo esto es que hasta el día de hoy esa política de «apaciguamiento» —implementada por Obama—, continúa en la agenda de la presidencia de Donald Trump, a pesar de promesas incumplidas.
Porque aparentemente nada ha cambiado. Con la nueva administración la política de garfio de Obama contra a oposición interna sigue en camino. Los han abandonado a su suerte, sin apoyos ni ayudas. La nueva Embajada está cerrada a cal y canto para los opositores legítimos. Y tendríamos que preguntarnos qué están haciendo Marco Rubio y Mario Díaz Balart. O mejor, la situación planteada nos obliga a hacer esta reflexión: ¿Será que Raúl Castro ha prometido llevar a cabo el plebiscito vinculante?
Porque los cantos de sirena del régimen castrista y su nueva Constitución no anuncian cambio alguno. Como muestra este infame párrafo: «El Partido Comunista de Cuba, único, martiano, fidelista y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, sustentado en su carácter democrático y la permanente vinculación con el pueblo, es la fuerza superior dirigente de la sociedad y el Estado para organizar y orientar los esfuerzos comunes hacia la construcción del socialismo para preservar la unidad patriótica de los cubanos y los valores éticos».
¿Estos políticos están conscientes de lo que hay en juego? ¿Han calculado el peligro que esa utopía arrastra? Si el camino elegido es ese, quizás tengamos que recordarle al presidente Trump las palabras de reproche con que en su momento Winston Churchill amonestó a Chamberlain: «Tuvo usted para elegir entre la humillación y la guerra, eligió la humillación y nos llevará a la guerra».
Nancy Pérez-Crespo es una periodista cubano-americana. Reside en Miami-Dade.

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