lunes, 27 de agosto de 2018

Bachelet, derechos y los Nobel




La designación de Antonio Guterrez, secretario general de Naciones Unidas,  de la ex presidenta de Chile, Michelle Bachelet,  como Alta Comisionada de Derechos Humanos del organismo, reafirma la percepción  de que importante entidades públicas, al igual que muchos intelectuales, dirigentes sociales y políticos,  tienden a favorecer  las agrupaciones y personalidades que se identifican con la llamada izquierda política o el populismo.
La corrección política recomienda soslayar que a través de los años algunas de las organizaciones defensoras de los derechos humanos más influyentes se distinguieron por proteger especialmente a los abusados por gobiernos catalogados en la derecha política, mientras las víctimas de los regímenes de la progresía eran olímpicamente ignoradas, en justicia, fueron exageradamente tolerantes con las depredaciones en que incurrían las dictaduras populistas de corte marxista, que al igual que sus pares de la derecha,  violaban los derechos humanos.
Esta vergonzosa  situación se apreció también en el respaldo que entidades y personalidades prominentes le prestaron a grupos guerrilleros que practicaron el terrorismo e incursionaban en el narcotráfico. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, así como el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, El Salvador, dispusieron de amplio respaldo internacional, incluido gobiernos y ONGs,  ignorando estos aliados la mayoría de los crímenes de los irregulares, mientras que las iniquidades de los gobiernos que las combatían eran justamente denunciadas.
El nombramiento de Bachelet hace evocar ese pasado, también  conduce a la concesión del premio Nobel de la Paz 2009 a Barack Obama,  que según el Comité Nobel se le concedió “por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos”, en momentos en que  el presidente Obama no había cumplido su primer año en la Casa Blanca, ni contaba con créditos previos que abonaran esa mención.
Los Premios Nobel según sus críticos tienden a favorecer a personalidades identificadas con la mal llamada “progresía”, de ahí el Nobel de la Paz 1980 a Adolfo Perez Esquivel un severo crítico de las dictaduras militares del hemisferio pero ciego, mudo y sordo ante la despiadada tiranía castro comunista que cumplía 21 años en el poder  fusilando, encarcelando y desplazando pueblos enteros de un extremo a otro de Cuba. Paradójicamente, mientras Pérez Esquivel recibía el Nobel de la Paz un humanista y pacifista, el poeta y pensador Jorge Vals Arango, cumplía 16 años en las ergástulas de la dictadura castrista, este Nobel dijo cuando Castro murió,"Fidel permanece, Fidel sigue siendo esas luces que iluminan el camino de los pueblos".

No obstante el nombramiento de la señora Bachelet, militante socialista, marca un hito difícil de igualar porque sus compromisos políticos están bien definidos y son hartamente conocidos. Militó en la  Juventud Socialista chilena, estuvo encarcelada durante la dictadura de Augusto Pinochet, cuando fue exonerada buscó asilo en uno de los paraísos del mundo soviético, regresó a Chile, ministro de los gobiernos de la Concertación, dos veces presidente, y entre ambos mandatos secretaria general Adjunta de Naciones Unidas. Credenciales notables y respetables pero no como defensora de los derechos humanos.

La flamante Comisionada es consecuente con su militancia política. Nunca cuestionó a los jefes de gobierno de Cuba y Venezuela. De Hugo Chávez dijo, “Yo quisiera destacar su profundo amor por su pueblo y por los desafíos de nuestra región de erradicar la pobreza y generar una mejor vida para todos, y su profundo amor por América Latina”, y con su opinión  sobre Fidel Castro se inició esta columna.

Bachelet obliga a pensar en otro socialista consecuente, el convicto por corrupción, Luis Inacio Lula da Silva, a quien cuando le informaron que el prisionero político cubano Orlando Zapata Tamayo había muerto en una huelga de hambre dijo, “La huelga de hambre no puede ser utilizada, imagine si todos los bandidos que están presos en São Paulo entraran en guerra de hambre y pidieran su libertad". No descarten que el bandido Lula se declare en cualquier momento en huelga de hambre en reclamo de justicia.

Los precedentes indican que el nombramiento de la presidenta Bachelet afectara aún más a la deteriorada imagen de Naciones Unidas en lo que respecta la Defensa de los Derechos Humanos. Un error que seguirán pagando las víctimas del populismo marxistoide.


Pedro Corzo
Periodista
(305) 498-1714

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