sábado, 29 de febrero de 2020

Deambulantes en Cuba:

Delirios de la Revolución

En La Habana siempre hubo enfermos mentales deambulando por las calles; más de uno terminó convirtiéndose en celebridad popular
(Foto: Captura de pantalla/Youtube)
LA HABANA, Cuba. – En La Habana siempre hubo enfermos mentales deambulando por las calles. Hay más de uno al que la expresión pública de sus delirios terminó por convertirlo en una celebridad popular.
El más distinguido de todos fue el Caballero de París, que sometido por el delirio de grandeza dejó una leyenda de hidalguía en la memoria nacional.
Menos memorables fueron la bailarina bautizada como La Gitana, a quien la multitud aplaudía cuando hacía giros en el mismo lugar, o el ex boxeador negro, con la nariz lesionada, que recorría pacíficamente las calles habaneras hasta que algún provocador le gritaba: “Gavilán, te noqueo”. Entonces el púgil respondía con ofensas verbales y, no pocas veces, lanzaba piedras contra los burlones.
Aquellos pacientes psiquiátricos deambulantes de las décadas de los años sesenta y setenta se hicieron célebres por las tragedias o leyendas que quizás desencadenaron sus trastornos mentales.
La injusta prisión de José María López, el Caballero de París; la bailarina profesional que perdió a su hijo y el boxeador que apenas llegó a ser el “punching bag” del campeón cubano Gerardo González, conocido como “Kid Gavilán”.
La prensa oficial los definió alguna vez como el resultado del sistema capitalista, capaz de torcer la mente de los humildes.
Sin embargo, quienes conocimos a aquellos personajes inmortalizados en el imaginario popular por la demencia, nos llama la atención el hecho de que existe una diferencia de contenidos entre aquellos delirios del pasado y los que hoy expresan los “deambulantes” más populares.
Los de ahora, a su modo, desafían al sistema social. Abundan los que insultan a las principales figuras del Partido Comunista y los que critican la inalterable depresión económica.

La sociedad delirante
Los factores sociales y culturales tienen un papel fundamental en el desencadenamiento y evolución de las enfermedades psiquiátricas.
“Las características de los delirios mentales reflejan el tiempo y el espacio en que se producen”, explica una psiquiatra cubana que pidió no fuera revelada su identidad.
En las primeras dos décadas de la Revolución, estas conductas delirantes generalmente expresaban la autonomía del enfermo. En la actualidad escapan del desequilibrio individual hacia lo que denominan los expertos como “inconsciente colectivo”, relacionado con la inconformidad auto reprimida, que el perturbado mental expresa sin temor.
De acuerdo con la psiquiatría moderna, los delirios no ignoran la realidad. Se pueden describir incluso como una forma diferente de percibirla. En la versión actualizada de los delirios encontrados en pacientes psiquiátricos en Cuba, se ve reflejada la crisis de credibilidad del régimen.
Los delirios más comunes se relacionan con la realidad política y, entre estos, los que culpan a los gobernantes de los males de la nación.
“Cada sociedad o grupo de personas crea conceptos que sirven como modeladores de las psicopatologías”, afirma Celio Leyva, profesor universitario, licenciado en Filosofía.
“La pérdida de la razón puede debutar en momentos de crisis social, ya sea por los efectos de una emigración masiva, o los períodos especiales. Puede ser cualquier momento preciso de la política en Cuba”, añadió el filósofo.
Del Caballero de París al Rockefeller cubano
“Señor embajador checo, mis saludos de John Rockefeller, ciudadano norteamericano. Pasar a funcionarios americanos y Estado, mi existencia en Cuba”.
Así comienza una de las tres cartas depositadas en mi correo. El remitente es un enfermo mental de 55 años, que identificaremos solo por su nombre, Carlos, para proteger su identidad de paciente esquizofrénico.
En la primera de las misivas asegura ser el último heredero de la familia Rockefeller en Cuba. En otra, escribe al presidente Barack Obama para denunciar que el régimen cubano lo persigue y vigila por causa de su apellido. En la última, se extiende en la delación de los negocios ilegales que realizan sus vecinos.
Carlos es un paciente atormentado por el mismo delirio de grandeza que padeció el Caballero de París. En el presente, agrega el factor político a su trastorno mental, además del delirio persecutorio, expresado también en la delación. Dos aspectos a tono con el régimen de control y vigilancia imperante en Cuba.
“Las ideas que caracterizan los cuadros psiquiátricos están en consonancia con las circunstancias ambientales y sociales de la época (…). Una de las diferencias que marcan a los enfermos mentales deambulantes de hoy son las conductas inadecuadas y la solicitud de limosna. Antes era difícil que te encontraras un paciente deambulante hablando de política, ofendiendo a una figura pública o pidiendo limosna, a pesar de carecer de hogar, igual que ahora”, dice la psiquiatra que consultamos para este tema.
La enfermedad mental se expresa en cada persona en dependencia de factores individuales, frustraciones, conflictos. El nivel económico y las condiciones de vida también juegan un papel importante.
La marginalidad y demás marginaciones o exclusiones sociales, la crisis de la vivienda, el hacinamiento humano, la irresoluble crisis económica, la represión política son quizás algunos de las factores desencadenantes de los “nuevos delirios” que pudieran dejarnos, desde la demencia, un retrato del socialismo en Cuba.

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