El anuncio de que finalmente el Gobierno en la Isla
cerrará las fronteras al turismo no ha aliviado el temor de los habaneros a una expansión del
Covid-19; no obstante, muchos consideran la decisión acertada y creen que debió implementarse desde que se reportó el primer caso de contagio, teniendo en cuenta el déficit de medicamentos, la escasez de productos de aseo personal e higiene.
"Cuba no está en condiciones de enfrentar un brote masivo de coronovirus y esa es una realidad que el Gobierno sabe perfectamente bien", apuntó Luisa María Hernández, vecina de Centro Habana.
Recordó que "los brotes de dengue han estado ocurriendo con mayor frecuencia en los últimos años".
Aunque hay conciencia del aislamiento necesario, también hay preocupación por las consecuencias que provocará.
"La preocupación de los cubanos es sumamente seria y justificada porque estamos en medio de otro 'Período Especial', aunque el Gobierno no quiera reconocerlo. El país depende más que nunca de las importaciones porque la producción nacional, con materia prima nacional, no llega ni a la mitad de lo que demanda la Isla", señaló Juan Pedro Dávalos, contador en una empresa estatal.
El temor de quedar aislados "totalmente" se suma a la desconfianza mayoritaria en que "el país pueda rebasar una agudización de la crisis económica" por las consecuencias de la pandemia a nivel global, aunque el Gobierno haya dicho que se mantendrá el comercio.
"Pero también sabemos que ningún dinero devuelve la vida, así que estamos en una encrucijada con difícil solución", dijo Raisa, maestra de una escuela primaria en El Cerro.
Según la intervención de la ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños, los trabajadores del sector privado afectados, especialmente los artesanos y otros negocios de servicios para el turismo, no tendrán que pagar sus impuestos durante el período de emergencia que establezca el Gobierno.
"Exonerarnos de pagar el impuesto es bienvenido, pero no se acerca ni de lejos a las pérdidas que tendremos los privados porque no solo dependemos de que el turismo entre a la Isla, sino también de las importaciones de todos los productos y mercancías con las cuales sostenemos nuestros negocios", dijo Ignacio Villegas, administrador de un hostal.
"Estamos de acuerdo en que se haya cerrado la frontera porque el coronavirus es real y es una pandemia bien seria, pero el Gobierno tiene que saber que las afectaciones al privado no serán poca cosa", comentó Dalia Palma, dueña de dos restaurantes privados.
"Ojalá que pasado el tiempo de emergencia el Estado no quiera recuperar sus pérdidas implementando medidas de asfixia, como acostumbra a hacer", añadió.
Trabajador de una panadería estatal en Nuevo Vedado, Julito consideró que la "primera víctima del cierre de las fronteras será el pan".
"La producción de pan para los cuentapropistas se viene tambaleando desde hace rato. Es un pan de mayor calidad, por tanto, la materia prima para elaborarlo es más cara y difícil de sustituir con la harina mala, lo que significa que los precios del pan (y lo que lleva adentro) subirán", explicó Julito, quien lleva más de 15 años trabajando en panaderías.
El pasado mes de febrero Genisley Hernández González, segunda jefa de la división agroalimentaria del grupo empresarial de la Industria Alimentaria, culpó al embargo de Estados Unidos contra Cuba por "la ampliación de los ciclos de reaprovisionamiento de las navieras, a lo que se han sumado las limitaciones financieras para adquirir la leche en polvo en el mercado internacional".
Por su parte, el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, admitió que solo la vianda —dentro de la tradición alimentaría "de arroz, frijoles, vianda y proteína"— estaba garantizada para la alimentación de los cubanos.
De esos productos, "hoy alcanzamos total soberanía solo en uno: las viandas", dijo Marrero Cruz.
Otra de las preocupaciones de los habaneros ante el aislamiento está en relación con los procedimientos sanitarios para contrarrestar el Covid-19 y la poca fiabilidad que conceden a las cifras estatales de infestados y sospechosos del virus.
"Por cultura y por deporte, los cubanos nunca nos fiamos de las cifras del Gobierno. Creo que nadie es capaz, por ejemplo, de asegurar cuántos contagios de dengue hay en su municipio", cuestionó Lázaro Betancourt, ingeniero mecánico jubilado.
"Y ahí está la preocupación de si este aislamiento facilitará más el secretismo estatal que el Gobierno aplica adentro, pero también afuera del país. Me aventuro a decir que es posible que nunca sepamos los contagios y muertes por coronovirus, teniendo en cuenta que Cuba atraviesa otra pandemia: la de la escasez de alimentos y medicinas", concluyó Betancourt.
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