martes, 5 de mayo de 2020

Después de la tormenta ¿la calma?


¿Qué le espera a la vieja y desmerengada dictadura castrista que desde hace más de diez años está en manos de un aficionado de la vida militar? 
Cuba economía
Foto archivo
LA HABANA, Cuba.- Es evidente que la economía mundial no será la misma después de que el SARS-CoV-2 termine de hacer sus estragos. Una periodista de Juventud Rebelde, especializada en estos temas, asegura que la crisis global no habrá terminado cuando se logre revertir la pandemia, porque, según ella, el colapso económico ya está ahí. ¿Se habrá referido a Cuba, al mencionar el colapso económico que todos vemos a diario por las calles cubanas y en las tiendas de productos alimenticios?
Más que sombríos son los pronósticos que nos acechan si continúa el régimen comunista a la medida de los Castro, generada por la opresión y sin decidirse por el reformismo, por una economía libre, fuera de las manos ineficientes de un estado socialista que, a las claras, siempre ha fracasado. No nos engañemos con esos que sí engañan a los pueblos con promesas y limosnas.
El capitalismo está en auge, porque no ha envejecido, y las dictaduras o, mejor dicho, el comunismo, con su plan de transformar al mundo, sólo ha logrado anestesiar a algunos pueblos que, por suerte, despiertan a tiempo.
La economía del mundo, gracias a la libertad, se recuperará con el tiempo, como ha ocurrido tantas veces, sobre todo en países con gobiernos inteligentes y empresarios privados que se deciden a reactivar los sectores fabriles.
Sin embargo, ¿qué ocurrirá con las economías de las dictaduras socialistas, en crisis desde sus comienzos, como la de Cuba, Venezuela y Nicaragua? ¿Lo mismo que ocurrió en los años ochenta y noventa, cuando cayó el Muro de Berlín?
¿Qué le espera, por ejemplo, a la vieja y desmerengada dictadura castrista que desde hace más de diez años está en manos de un aficionado de la vida militar, con un saldo de fracasos de planes económicos que no lo brinca un chivo?
Jamás nadie pudo decirle a Raúl Castro, y mucho menos a su hermanísimo, que una pandemia pondría al desnudo el vacío productivo de una nación que ellos han administrado durante más de medio siglo, una dictadura saturada de cantos triunfalistas con pretensiones de transformar al mundo, consigna no de los pueblos, sino de los dictadores más locos del universo, capaces de esconder la basura para que no se vean las cochinadas, dictaduras incapaces de alimentar debidamente a una población pequeña, como la de Cuba, rodeada de tierras fértiles el año entero, y recibiendo dinero contante y sonante no sólo de la ex URSS, sino además del país con las reservas de petróleo más grandes del mundo.
Cierto es que no pocos gobiernos se apresuran a reactivar los sectores económicos paralizados. Pero el gobierno cubano no tiene apuro alguno, teme que la COVID-19 nos lleve, no a todos, sino a los más vulnerables: los enfermos, los obesos, los fumadores, los bebedores y los que se dejan arrastrar por el miedo.
Pensemos pues en los pobres, esos que conocen en carne propia la hambruna del comunismo cubano, sobre todo por estos días de mayo, pero la periodista de Juventud Rebelde no se detiene en eso, sino que presiente que puede ocurrir un rebrote de la pandemia si Cuba se decide por la vuelta al trabajo.
Al Papa Francisco le ocurre lo mismo que a esos “trasnochados teóricos extranjeros” —a los que apela la prensa castrista a diario— que proclaman que el capitalismo sólo hace felices a unos cuantos privilegiados, como si tantos pobres del mundo —considerados por los comunistas como “subalternos de cerebro lavado”— no arriesgaran hasta sus vidas para llegar a esos países capitalistas.
La especialista de Juventud Rebelde no analiza, ni muerta, el calamitoso panorama en que se encuentra la situación económica de Cuba desde que “el iluminado” bajó de la Sierra Maestra y comenzó a destruirla.
Eso sí, califica de vergonzoso que el gobierno norteamericano plantee que exportan alimentos a Cuba, lo cual es cierto, y lo acusan porque exige condiciones onerosas lógicas: que esos alimentos se paguen por adelantado y que operen a través de navieras autorizadas por ellos.
Como siempre, el gobierno cubano prefiere regalos humillantes por parte de Venezuela o donaciones de Viet Nam, China, etc., mientras critica el sistema financiero internacional de injusto y poco altruista, cuando el timón de la economía cubana está acabado.

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