"Las colas van a seguir como indicio de lo que hay, aunque no alcance", advirtió un comentario publicado en ese medio, que se hizo eco de las quejas de la población debido a la ausencia de medidas oficiales para aliviar la situación de
desabastecimiento, como por ejemplo, que todos los surtidos se vendan juntos y así se haría una sola cola, o que los productos "de la shopping" sean incluidos en la libreta de racionamiento.
"Ya que tendremos que vivir entre ellas y evitar que 'marque' el Covid-19, será mejor fomentar una cultura para las colas y verles su lado bueno, cuando lo tengan", aseguró el medio.
"El país reparte de poquito en poquito lo que puede comprar fuera o producir aquí, que es lo menos", reconoció la nota, que contradictoriamente, volvió a culpar al embargo de EEUU de la crónica carencia de productos de primera necesidad en
Cuba.
Escambray llamó además a diferenciar las colas de los molotes, y pidió que prime el buen comportamiento y la disciplina, más la colaboración de la Policía, los vendedores y las organizaciones de masas, si bien reconoció que "la escasez genera ansiedad, incertidumbre".
El comentario reiteró también la narrativa oficial al considerar que son los coleros los que "más contaminan" las aglomeraciones para comprar productos en los mercados estatales, el chivo expiatorio favorito del Gobierno para desviar la atención de los cubanos en torno a la carencia de surtidos básicos, sobre todo
alimentos, como una condición perenne en Cuba, si bien agravada durante la pandemia del Covid-19.
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