lunes, 12 de febrero de 2024

Un día como hoy, febrero 12, en nuestra lucha contra el castrismo.

Un día como hoy, febrero 12, en nuestra lucha contra el castrismo.
 
Dedicado a aquellos que dicen que en Cuba no se combatió el comunismo.
 
Comparta estas efemérides. Gracias.
 
PRHOHIBIDO OLVIDAR.
 
1959
 
Siguiendo órdenes de Raúl Castro 72 exmilitares y funcionarios civiles del depuesto régimen del general Fulgencio Batista son fusilados en la Loma de San Juan, Santiago de Cuba. La mayor parte no fueron juzgados.
 
1961
 
Antonio Valdesuso Rey es fusilado en Camagüey.
 
1962
 
En Las Villas fusilan a Everardo Salas Valdés, exmiembro del ejército rebelde quien se encontraba alzado en el Escambray en una de las guerrillas que combatían el castrismo es fusilado sin haberle celebrado juicio.
 
[ Hay discrepancias, según distintas fuentes consultadas, en cuanto a la fecha del fusilamiento]
 
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Antonio Castellanos y Luís Llanos son fusilados en Las Villas.
 
1963
 
En un enfrentamiento con la milicia castrista en Alto Nuevo, cerca de Canasí, provincia de Matanzas, cae un oficial de la LCB y son hechos prisioneros varios miembros de una guerrilla conocida como el Grupo Montenegro.
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Masacre en Santiago:Los Crímenes de Raúl Castro
 
Por Luis González-Lalondry
 
 
 
 
 
 Hoy 12 de enero, se cumplen 65 años del crimen más horrendo cometido por Raúl Castro Ruz en Santiago de Cuba. Nada menos que 72 hombres en un solo día, condenados a muerte por un tribunal de sangre, sin una investigación previa, sin derecho a la defensa, sin el debido proceso, basados en el principio “de presunción del delito”, sin testigos que los acusaran y sin otra culpabilidad que no fuera la orden fría y calculada del comandante y jefe militar, “que si uno era culpable, todos eran también culpables”, una aberración terrible de la justicia. 
 
 
 
 Para los que 55 años después, aún no se han enterado de la mentalidad lombrosiana de Raúl Castro, este monstruoso crimen se cometió en la ciudad de Santiago de Cuba, a sólo unos pocos días del triunfo de la llamada revolución, al amparo de la euforia de ciertos sectores de la sociedad, en el campo de tiro de la Loma de San Juan, a sólo unos pasos del monumento que recuerda la firma del armisticio, que terminó la guerra de Estados Unidos y España, como siempre al margen de las fuerzas mambisas del general Calixto García  y de los cubanos, que habían combatido 30 años por la independencia.
 
 
 
 El tribunal presidido por el comandante rebelde, Belarmino Castilla (Aníbal), el capitán Oriente Fernández, el capitán Alfredo Ayala, la doctora Concepción Alonso y como fiscal el capitán, Jorge Serguera, alias Papito, el día 11 de enero, sesionó sólo cuatro horas y con la ausencia de muchos de los acusados, por “supuestos crímenes cometidos durante la dictadura de Fulgencio Batista” y siguiendo las instrucciones de Raúl Castro, el tribunal condenó a todos los acusados a la pena de muerte por fusilamiento. 
 
 
 
 En este juicio los acusados fueron condenados a priori, pues ya todos estaban condenados antes de aparecer frente al tribunal, que ya los había juzgado sin tomar en cuenta ninguna prueba testifical, ni pericial, ni circunstancial, ni las atenuantes, ni las agravantes. “Si uno es culpable, todos son también culpables”, había dictaminado el comandante Raul Castro, cuando por sorpresa se apareció ante el tribunal compuesto por sus propios hombres, que sólo obedecían órdenes de su jefe.
 
 
 
 Resultado, 72 militares y civiles fueron pasados por las armas en  el campo de tiro de San Juan, la madrugada del 12 de enero de 1959, sacados del Vivac de Santiago de Cuba en la noche, amarrados con sogas por las manos y en parejas, encerrados en rastras y camiones y trasladados a la Loma de San Juan, donde una buldozer ya había abierto a la carrera una zanja de 40 pies de largo por 10 de ancho y 10 de fondo y de espaldas a esta fosa común, fueron colocados en parejas los condenados, mientras cinco sacerdotes, entre ellos el padre católico, Jorge Bez Chabebe, le oficiaba la extremaunción y le pedía a Dios que les perdonara sus pecados.
 
 
 
 Casi todos ellos fueron sacados de la celda No.8, del Vivac de Santiago, llamada “La Galera de la Muerte”, donde estaba mi hermano Rodobaldo González Lalondry, que vivió los horrores de este horrendo crimen, porque gracias a que se acabaron las sogas conque amarraban a los condenados para llevárselos y se escondieron en la galera en silencio y a oscuras, cuando fueron a buscarlos esa madrugada para fusilarlos, salvaron sus vidas Romilio Arzuaga, Longino Alonso  --hermano del cantante Pacho Alonso--  y mi hermano Rodobaldo, preso  sólo por manejar un ómnibus del servicio público durante la huelga de abril decretada por la Sierra Maestra.
 
 
 
 Que hubo culpables de crímenes imperdonables, no cabe la menor duda, pero también hubo inocentes, como “El Morito”, quien solamente se ocupaba de repartir café a los invitados en la oficina del Gobernador Provincial y General Palencia, candidato a concejal, a quien fusilaron porque pensaron “que se trataba de un general del ejército de Batista”, aunque se trataba realmente de su nombre de pila. Esto sólo por citar algunos casos que yo conocí de primera mano.
 
 
 
 Pero el crimen más horrendo fue el del Capitán Bonifacio Haza Grasso, jefe de la policía de Santiago, un caballero en toda la extensión de la palabra, el último de los fusilados en la Loma de San Juan ya en horas de la mañana del 12 de enero, tío carnal del comentarista de la televisión de Miami Oscar Haza. Dos meses antes del triunfo de la revolución castrista, Haza Grasso, en un secuestro fingido, se había ido a las Lomas de Villalón, muy cerca de la ciudad y en el campamento de Manuel Piñeiro, Barbarroja y de Hubert Matos, había ofrecido sumarse con las fuerzas de la policía bajo su mando a los alzados. El primero de enero, Haza bajó junto a los rebeldes y con un brazalete rojinegro del 26 de julio, en un jeep abierto, lo pasearon por Santiago de Cuba y el propio Raúl Castro lo elogió y luego lo nombró jefe de la policía revolucionaria de Santiago de Cuba.
 
 
 
 Un miembro del SIM preso, quizás para hacer méritos y salvarse de la muerte, lo acusó de haber ordenado el asesinato de un supuesto revolucionario. Raúl Castro personalmente lo sustituyó como jefe de la policía revolucionaria, le arrancó el brazalete que llevaba y ordenó que lo fusilaran, sin investigar las motivaciones de este sujeto que lo acusaba. El día 12 de enero en horas de la mañana, después de una reunión privada con el padre Chabebe, que por cierto dice todavía “que aquel fue un espectáculo dantesco que provocaba náuseas”, un pelotón de soldados rebeldes fusiló al capitán Bonifacio Haza Grasso, que cayó de espaldas dentro de la fosa común que abrieron para enterrar a los condenados a muerte, después de un tiro de gracia disparado por el jefe del pelotón homicida.
 
 
 
 Pero si hay algo horrendo, fue la orden dada por el propio Raul Castro en 1967 que dispuso se fabricaran ataúdes de cemento, para sacar de esa tumba los restos de los fusilados y echarlos en la Fosa de Bartle, en el mar, a siete mil pies de profundidad, muy cerca de Punta de Maisí, al occidente de la isla, “para que nadie pueda encontrarlos jamás”, según sus propias palabras.
 
 
 
 No le bastaron los crímenes de la Loma de San Juan y en la Cárcel de Boniato siguió fusilando los primeros días del triunfo de la revolución, hasta el punto de que un cable de UPI del día 15 de enero, lo acusó de convertir en un baño de sangre la llamada justicia revolucionaria, sumando ya 105 los fusilados en Santiago de Cuba. La respuesta de Raúl Castro no se hizo esperar: “seguiremos fusilando”, dijo. Y sin duda cumplió su palabra.
 
 
 
 Por eso este 12 de enero, 55 años después de la “Masacre en Santiago”, culpables o inocentes, pero asesinados inmisericordemente, rendimos tributo a los muertos en el campo de tiro de la Loma de San Juan y le doy gracias a Dios, porque mi hermano salvó su vida gracias a que se acabaron las sogas conque amarraban a los presos y se olvidaron que aún en aquella “Galera de la Muerte” quedaban tres infelices presos que pensaban fusilar, aunque eran realmente inocentes.
 
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Luis González-Lalondry es Vicedecano del Colegio Nacional 
 
de Periodistas de Cuba (e), veterano de
 
Bahía de Cochinos y luchador incansable por la libertad de Cuba
 
 


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