VERTIGINOSO INCREMENTO DE LA DELINCUENCIA EN LAS CALLES DE CUBA
Por Redacción
Desde el periódico Granma, la dictadura cubana acaba de llamar a la población a luchar en contra del vertiginoso incremento de la delincuencia en el país, al que derrotarán con «unidad, cohesión y firmeza revolucionaria», a pesar de la presión del exilio cubano y de los Estados Unidos en crear «escenarios de inseguridad» y, según el presidente del Tribunal Supremo Popular, en deteriorar los valores de los cubanos.
Cuando la dictadura de la isla, hace más de dos años, se enfrentó al temido escenario del pueblo en las calles, masivamente pidiendo una sociedad diferente, el vocero de la dictadura dio la «orden de combate» para que la ciudadanía se enfrentara a golpes. En esas semanas, trascendieron vídeos de jóvenes del servicio militar y vecinos con palos y cabillas. «Así se defiende la Revolución», decían; las mismas frases de violencia con las que han construido la sociedad castrista por más de seis décadas.
Las mismas frases por las que Cuba se ha tornado en un país de rampante delincuencia del que decenas de miles de profesionales y cubanos útiles huyeron en cuestión de meses. Porque hay violencia buena y violencia mala. Ladrones buenos y ladrones malos.
Por ejemplo, ¿el secuestro de Luis Manuel Otero Alcántara por un mes en el hospital Calixto García? Un secuestro bueno. ¿El robo de las propiedades de aquellos que abandonan la isla o de los productos de los cuentapropistas? Un robo bueno. ¿Las muertes y palizas de detenidos a manos de la policía? Una paliza buena. ¿El envío de misiles cubanos a Corea del Norte interceptados por Panamá? Un envío bueno. ¿La colaboración militar con Rusia y el entrenamiento de guerrillas en América Latina? Bueno. Y así continúa la lista de la violencia alentada y mitificada por la dictadura.
En esa sociedad de violencia relativa, en el 2023 hubo el doble de feminicidios que los ocurridos en España, teniendo un 80% más de población, y los asesinatos, robos con fuerza y pandillas se vuelven una experiencia cada vez más común de los cubanos.
Una de las razones esenciales de este colapso en seguridad está en la falta de interés de los órganos oficiales de la dictadura en utilizar recursos para investigar actos delictivos, a menos que sean políticos.Una prueba de ello es la rapidez con la que descubrieron la identidad del autor de pintadas del Nuevo Directorio, Yasmany González Valdés, a quien la semana pasada le pidieron seis años de privación de libertad.
En cambio, una ojeada a las redes sociales, y se puede comprobar que, en lo que va de año, al menos 16 familias cubanas han tenido el valor de denunciar que la policía muestra desinterés o mala gestión en la investigación. Los crímenes ignorados por la policía incluyen desde asesinatos a robos y desapariciones. Y esto es solo en el 2024.
Miente el presidente designado Díaz-Canel y miente el Granma cuando hablan del «accionar permanente del Ministerio de Justicia y de los órganos de justicia» y «mayor interacción entre las autoridades gubernamentales, organizaciones políticas y la población a nivel de barrio».
Lo cierto es que es el mismo pueblo cubano el que se está ocupando de su seguridad, de buscar a sus muertos, como pasó en Holguín en diciembre, cuando los ciudadanos tuvieron que desmentir la versión del MININT sobre quién había encontrado el cadáver de un joven desaparecido días atrás. En ese mismo mes, la policía de Arroyo Naranjo no pudo tampoco responder a tiempo a las 22 llamadas desesperadas de una madre para que la expareja de su hija de 16 años no la asesinara.
En este año, la policía no responde a la serie de robos sin resolver en viviendas de una cuadra de Lawton o al cable que extienden los delincuentes en la avenida 2 de diciembre de Las Tunas en las noches para asaltar vehículos.
La policía no responde porque, según dice el Granma y el Noticiero Nacional, no hay recursos, se necesita del pueblo. Y es que, de las compras millonarias de seguridad que conocemos de la dictadura —como la de 1,300,000 dólares a España en el 2020—, deducimos que la mayor preocupación de la oligarquía comunista es adquirir material antidisturbios para perseguir a los «cubanos malos que piden pacíficamente libertad», así como enfocarse en perseguir crímenes económicos, como el Caso Reventa del MININT, que acrecientan el ciclo de pobreza del que culpan al embargo, o vigilar las casas de los opositores.
En vez de invertir en Cuba, la tiranía siempre ha invertido en el poder, y, como siempre, le piden a la población que de más de sí cuando ya no tiene nada. Ahora deben sacrificarse por la paz social que la dictadura les niega. Y, de todo lo que les ha negado, lo peor ha sido la verdad, ni siquiera les ofrece datos oficiales sobre el número y tipo de delitos que ocurren en Cuba, ocultándoles la dimensión del problema con el que les piden colaborar.
El pueblo cubano no necesita de órdenes del periódico Granma para unirse, ya lo han hecho en decenas de grupos de Facebook que comparten información sobre desaparecidos, robos y asesinatos como el de «Madres cubanas por un mundo mejor» con 69,300 seguidores.
Y es en respuesta a estos grupos que el Granma y la televisión nacional han tenido que rápidamente montar un escenario de colaboración para fingir que cada acción organizada del pueblo en contra de la delincuencia es un logro de las autoridades, como intenta vender el perfil de Facebook «Fuerza del Pueblo», vinculado al Ministerio del Interior (MININT), matizando reportes de captura de delincuentes por la ciudadanía como operaciones conjuntas.
Como pasaba tras cada medalla de oro en las olimpiadas, toda victoria pertenece a Fidel, y ahora a Raúl, «los delincuentes buenos». | 
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