viernes, 3 de mayo de 2024

Un día como hoy, mayo 3, en nuestra lucha contra el castrismo.

Un día como hoy, mayo 3, en nuestra lucha contra el castrismo.
 
Dedicado a aquellos que dicen que en Cuba no se combatió el comunismo.
 
Comparta estas efemérides. Gracias.
 
PROHIBIDO OLVIDAR.
 
Mayo 03 y 04 de 1961
 
 Mueren en el Golfo de México entre los días 3 y 4, por deshidratación, después de   escapar en el barco "El Celia" de Bahía de Cochinos, los miembros de la Brigada 2506: José A. García Montes, Jorge García Villalta, Raúl García Menocal Fowler, Manuel de J. Vicente García Rosales, Miguel Hernández Cossío, Marco Tulio García Turiño, Julio Caballero González, Alejandro del Valle, Rubén Vera Ortiz (murió en el barco que los rescató) y Jesús Vilarchao Quintana.
 
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El alzado en armas contra el régimen castrista Wilfredo Fernández es fusilado en la cooperativa R-265, Escambray, provincia de Las Villas.
 
1963
 
Los hermanos Alfredo e Isidro Pérez acusados de tener planes para atentar en contra del tirano Fidel Castro son fusilados en la fortaleza de La Cabaña 
 
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El guerrillero Francisco González es fusilado en el Condado, Trinidad, provincia de Las Villas. 
 
1965.
 
En Consolación del Norte, provincia de Pinar del Río luego de estar encarcelados por mas de un año fueron juzgados en la causa 711 de 1964 y condenados a muerte, cuatro miembros del Frente Unido Occidental quienes estaban preparando un alzamiento militar.  Los fusilados fueron Carlos Manuel Báez Fernández de 21 años, Vicente Cuevas de 32 años, Juan Manuel Suárez Cruz de 28 y Salvador Suárez Fernández de 34. En esta causa también fue condenado a muerte Fabián Chirino pero pocas horas antes de la ejecución le conmutaron la sentencia. Los juzgados en este juicio fueron mas de 90. El fiscal Alberto Amador no permitió la defensa. Cuando fueron sacados de sus celdas para alinearse a lo largo de la pared para su ejecución, los cuatro hombres gritaron "¡Viva Cuba libre!"
 
[Archivo Cuba] 
 
Hay discrepancias en cuanto a la fecha de los fusilamientos, algunas fuentes dan el 7 de mayo como el día en que fueron fusilados.
 
1969
 
Amancio Mosquera Fernández “Yarey” desembarca con ocho hombres cerca de Imías, Oriente con el objetivo de activar focos guerrilleros y recabar información de inteligencia. 
 
2007
 
Tres jóvenes reclutas (Alain Forbus, Yoan Torres y Leandro Cerezo) escaparon de las unidades militares 1418 y 1011 en Managua, provincia de La Habana, el 27 de abril de 2007. Tenían la intención de secuestrar un avión para escapar del país. Forbus fue capturado, pero los otros dos subieron a un autobús de transporte público en un barrio cercano y obligaron al conductor a dirigirse al aeropuerto de La Habana, tomando como rehenes a los ocho pasajeros. En el aeropuerto, se produjo un tiroteo, pero lograron subir a un avión que no tenía tripulación a bordo. Los rehenes fueron obligados a ir con ellos. Después de una espera que duró cinco días, las autoridades dispararon gases lacrimógenos dentro del avión. Cuando Cerezo asomó la cabeza para respirar, recibió un disparo, pero sobrevivió. Luego, el avión fue asaltado por tropas gubernamentales. En un juicio secreto al que no pudieron asistir las familias, los jóvenes reclutas, Sargento Torres Martínez, de 21 años, Sargento Leandro Cerezo Sirut, de 20 años, fueron condenados a cadena perpetua. Otros dos reclutas que también planeaban desertar: el sargento. Karel de Miranda Rubio (19 años) fue sentenciado a 30 años de prisión y el cabo Alain Forbus Lameru (20 años) fue sentenciado a 25 años; un civil, Ridel Lescaylle Veloz (31 años), familiar de uno de los conspiradores que conocía el plan, fue condenado a 15 años de prisión. Las leyes cubanas prohíben a los ciudadanos salir del país sin autorización del gobierno. El servicio militar es obligatorio y sus infames condiciones son extremadamente duras; la deserción se castiga con severidad, incluso con la muerte'
 
[Source: Sánchez, I. Intento de secuestro, 2007. S. Fla. Sun-Sentinel and AP, Deadly Hijacking Attempt, 2007. / Archivo Cuba]
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Una exprisionera nos adentra en los campos de trabajo donde la Policía china retiene a 60.000 personas sin condena judicial
 
pablo m. díez
 
 
Ningún juez la condenó, pero Cao Shunli, una disidente pequinesa licenciada en Derecho, perdió su libertad dos años. Por participar en una protesta callejera, se pasó ese tiempo encerrada en un campo de reeducación mediante el trabajo, donde la Policía china puede confinar de forma arbitraria a sus prisioneros hasta cuatro años sin pasar por un tribunal. Conocidos como «laojiao» en mandarín, los 320 campos repartidos por el país retenían el año pasado a 60.000 personas por «delitos» como manifestarse contra las autoridades, pertenecer al perseguido culto «Falun Gong”, drogarse o prostituirse. Muy criticados, el régimen chino estudia reformar o abolir tan cruel instrumento de represión, vestigio de la época de Mao.
 
«Tras ser detenida, estuve siete días en comisaría, donde me interrogaron 24 horas al día, sin dejarme dormir ni permitirme ver a un abogado», explica a ABC Cao Shunli, quien pensaba que iba a ser puesta en libertad al cabo de una semana. En lugar de soltarla, los agentes la esposaron, la metieron en un coche patrulla y la llevaron a un campo de reeducación para mujeres a las afueras de Pekín. Era mediados de abril de 2009 y allí se pasaría un año entero totalmente alejada de su familia. Como los prisioneros sólo pueden ver a sus progenitores, cónyuges e hijos, pero no a sus hermanos ni a ningún abogado, Cao Shunli, que es soltera, prefirió no decirle nada a su anciano padre.
 
Empezaba así una vida alienante marcada por el lavado de cerebro de las clases de reeducación y los trabajos forzados, el maltrato psicológico y, en ocasiones, hasta palizas. «Te sientes impotente porque exiges explicaciones y nadie te escucha. Cuando ves los castigos, te derrumbas», recuerda Cao Shunli, quien se declaró en huelga de hambre para protestar. «Cuando caí enferma al quinto día, me alimentaron primero por la nariz con una sonda y luego de forma intravenosa», desgrana la mujer, quien coincidió en la enfermería con algunas seguidoras de Falun Gong que se habían enzarzado en una pelea con los guardias.
 
Según calcula, en el campo había un millar de prisioneras. La mayoría eran prostitutas, timadoras y drogadictas, pero tampoco faltaban disidentes políticos y «peticionarias». Así se denomina a los agraviados por los abusos de las autoridades, como las expropiaciones irregulares de las tierras de los campesinos para dar «pelotazos» inmobiliarios.
 
Duras condiciones
 
Arrastrando problemas de estómago porque sólo le daban de comer arroz con verduras y pan, no le quedó más remedio que adaptarse a la rutina del campo. «Tras levantarnos a las seis de la mañana y hacer la cama, nos pasaban revista y nos daban el desayuno a las siete, antes de trasladarnos a una clase donde teníamos que estar sentados hasta las nueve y media de la noche, con tres descansos para almorzar, cenar y ver las noticias de la televisión estatal», indica Cao Shunli. Con uniformes azules en invierno y rosas en verano, los prisioneros deben permanecer todo el tiempo con la espalda erguida y los brazos pegados al cuerpo o sobre las rodillas. Incluso de noche duermen boca arriba manteniendo horizontalmente la posición de firmes y sin taparse la cara. «¡La prisionera Cao Shunli solicita ir al servicio, señor!», tenía que gritar, en plan militar y levantando el brazo, cada vez que quería orinar.
 
«Es horrible, hay gente que no lo aguanta. Una compañera intentó suicidarse golpeándose la cabeza contra un muro», se lamenta la mujer, que distingue «dos tipos de reeducación dependiendo de si el prisionero ha confesado o no». En este último caso, los internos deben leer cuatro libros: uno detallando las maneras de confesar, otro con 3.000 caracteres a memorizar sobre las normas del campo, otro para evitar la reincidencia y uno más explicando los efectos positivos del confinamiento. «La enseñanza patriótica incluye proclamas ensalzando al Partido Comunista y las leyes del país, así como técnicas de relajación para pervertidos y exhibicionistas», rememora la mujer, obligada como el resto a estudiar todo el día y a trabajar como mano de obra gratuita en una huerta o fabricando delantales de cocinero.
 
Como una reminiscencia de la época maoísta, los prisioneros están obligados a relatar su vida entera y la de su familia, o a pintarla en dibujitos si no saben escribir. Todo con tal de lograr el certificado del director del campo que permita su liberación. Esta dependerá de lo servil que sea su comportamiento con los guardianes, que abusan de su superioridad humillando a los prisioneros.
 
Al cabo de un año, Cao Shunli fue liberada, pero no pudo recuperar su vida normal porque ya había sido fichada como «problemática». Privada de su carné de identidad, necesario para comprar billetes de avión o tren, intentó viajar a la Expo de Shanghái en 2010 y la encerraron otro año más para que no volviera a manifestarse. Vigilada a todas horas, fue confinada bajo arresto domiciliario durante la última Asamblea Nacional. «No podemos fiarnos de ti», le dijo la Policía. Todavía no ha sido reeducada para no protestar.
 


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