miércoles, 2 de octubre de 2024

Francisco Gonzalo Marín


Nació en Arecibo, la histórica villa del Capitán Correa, al norte de Puerto Rico, ciudad notable por las hazañas gloriosas de sus bizarros moradores, y pueblo que más hijos valerosos ofrendó a la causa de la independencia cubana, el 12 de marzo de 1863, en la casa número 8 de la calle del Rosario. 

Fue el primer hijo de los esposos don Santiago Marín Solá y doña Celestina Shaw Figueroa. Le siguieron otros hermanos: Wenceslao, quien cayera también en la última guerra independentista en el Oriente de Cuba, Ángel Manuel, Jesús, Ángel Luís, América María y Celestina. Es primo político de Don Luís Muñoz Rivera y sobrino del periodista don Ramón Marín Solá.

El día 3 de mayo de 1863, a los cincuenta y dos días de nacido, fue bautizado en la iglesia parroquial de San Felipe, en su pueblo natal, por el presbítero don Santiago Colón, actuando como padrino don Tomás Padilla.

Primeros años

Francisco  tuvo una ascendencia híbrida debido a que sus abuelos fueron un italiano, un inglés, una mulata de curazao y una negra africana. Esta extraña mezcla de sangre contribuyó bastante a la formación de su carácter.

De la madre heredó la tendencia romántica de su temperamento, mientras que a su padre debió la inquietud intelectual y su tenacidad patriótica por las causas liberales del país. Los años de su infancia se deslizaron en el seno de un hogar humilde, de padres que ganaban el sustento duramente, ejemplo vivo de moral y de civismo, y en donde ardió siempre el sentimiento de la patria. Así se formó su alma de héroe que más tarde sería impulsada a la acción por la atmósfera social que respiró. 

Bajo la dirección de sus padres, aprendió Francisco Gonzalo a leer impresos, y cuando ingresó como alumno en el Plantel de Enseñaza dirigido por Don Juan Massanet y Caldenty, profesor mallorquín de ideas liberales, leía correctamente. 

Estudió aquí hasta el año 1873, cuando fue separado de su cargo el señor Massanet. El 23 de agosto de 1876 ingresó en la Escuela Superior de Instrucción Primaria dirigida por el profesor Don Alejandro Montenegro y Barcino, cuyos principios políticos eran diametralmente opuestos a los del señor Massanet.

Educación y juventud

Concluido su aprendizaje primario, Pachín, como la llamaban cariñosamente, se hizo tipógrafo para lograr el sustento propio y ayudar a su familia, y de esa manera se vinculó al mundo periodístico que tanta relevancia tendría en su existencia. Superó en él, el hombre de acción al de pensamiento. Más por su labor de patriota que por su obra de poeta, merece lugar relevante en la historia de las dos islas hermanas: Cuba y Puerto Rico. 

Apenas un adolescente, atrajo la simpatía de todos los que le vieron por la gracia con que expresaba sus ideas, el carácter firme y decidido, y su temperamento inquieto.Dicen los que le conocieron, que en este tiempo era un joven de fisonomía franca y simpática, porte erguido y despejado, alto, delgado, tez bronceada y sin barba, los cabellos eran negros, sus ojos eran claros, vivos, risueños, sombreados por pestañas semirizadas; y ennoblecía su rostro cierta expresión varonil, completándolo una alta frente de anchura dilatada hasta el comienzo de sus cabellos peinados hacia atrás. 

El señor Montenegro, reconociendo los méritos intelectuales del joven y sus aficiones literarias, lo inició en los estudios del primero y segundo años de la Segunda Enseñanza, o Bachillerato. Recibió lecciones de latín del profesor español Don José Hevia Piquero, las cuales aprovechó, para más tarde hacer varias traducciones de églogas, elegías, odas y leyendas al castellano. La junta Local de Instrucción Pública de Arecibo le otorgó un diploma por su aprovechamiento en donde consta la aprobación de las materias de HistoriaGeografía y Geometría.

Fue estudiante del Instituto Provincial de los Jesuitas de Puerto Rico, y durante el curso escolar de 1878 y 1879 se supone vino a San Juan a tomar los exámenes ordinarios ofrecidos a los no residentes. Como resultado de los mismos, se le expidió un certificado de sus estudios. No pudiendo, por falta de recursos, terminar sus estudios secundarios, decidió continuar ayudando en calidad de acompañante, a su maestro, señor Montenegro, con intención de terminar su instrucción avanzada.

Primeros versos

Impulsado por el aspecto romántico de su carácter, fue reconocido como indispensable bohemio en las alegres tertulias donde palpitaron sus primeros versos e impresionaron los incipientes chispazos de su candoroso patriotismo. En altas horas de la noche era acompañado por sus amigos de parrandas, el poeta José A. Machiavelo, Antonio Olmo y don Vicente Menta de la Corte. Una de sus favoritas canciones, no publicadas, dice así: 

Solo con mis tristezas y mis recuerdos,

Es la vida una carga con que no puedo. ¡Qué tristes son las horas para el enfermo, Y cuán estrecha cárcel la de su lecho! 

Cuando es Naturaleza calma y silencio, Acuden presurosas al pensamiento Las silenciosas aves de mis recuerdos…

¡Cómo se angustia el alma! ¡Cuánto padezco!

Frecuentemente se le veía escribiendo versos, ensayando algunas guarachas, o con la guitarra debajo del brazo, como un trovador medieval al pie de la ventana de su amada, cantando con voz dulce romanzas que mostraban la ternura de su alma.

Su obra

Marín fue un hombre de espíritu rebelde y bravío, encarnación del alma inquieta y el viejo estoicismo de la raza hispánica. Su labor en una imprenta como cajista le permitió publicar un primer libro de versos, Flores nacientes (1884), donde dio rienda suelta a su temprana vocación poética. 

Por estos años se entusiasma con las ideas del maestro y patriota puertorriqueño Román Baldoriot y de Castro, de corte autonomista, y se convierte en seguidor y propagandista de este y su mensaje, amén que le dedicara el folleto Mi óbolo (1887), el cuál contiene los poemas “Mis dos cultos”,” A la asamblea” y “Al sol”. 

Este mismo año funda en Arecibo el periódico El Postillón, diario que le ocasionaría enemistades y serios problemas con las autoridades y le conduciría a su primer exilio, en República Dominicana

En la hermana nación ejerció el magisterio y también enseñó música, pues Marín tocaba muy bien el violín y la guitarra, además de cantar. En la ciudad de Puerto Plata, el día 18 de octubre de este mismo año, se convierte en padre de una niña a quien bautizó en Monte-Christi con el nombre de Carmen Angélica, y a la que llamó cariñosamente Quisqueya. 

Publicó acá un cuadro dramático alegórico, titulado 27 de febrero, con varios personajes del simbolismo histórico, donde actuó en el papel del poeta, el día del estreno, esta pieza dramática fue premiada por el Gobierno Dominicano. 

El 27 de febrero, fue representado en Azua con la compañía dramática Cuello, con la que trabajó como apuntador y recitador en los entreactos de las funciones que dicha compañía celebro allí. Se hizo prontamente popular y alcanzó gran simpatía entre sus amigos y especialmente entre las muchachas jóvenes de la ciudad, admiradoras de su poesía.

Todo este ambiente parecía inclinarlo hacia una convivencia estable en Santo Domingo, hasta que se produjo el choque inevitable con el presidente de ese país Ulises Hereaux, alias Lilís. 

Enfrentando a la tiranía

El presidente Ulises Hereaux quiso ayudar económicamente a Marín, y lo nombró director de una escuela en Santiago, pero éste aprovechó las lecciones que explicaba a sus alumnos para reprobar con valentía la despótica tiranía del usurpador. Informado el presidente, lo mandó llamar, y entre ambos se desarrolló el siguiente diálogo. 

_Lilís… ¿es usted quien se atreve a emitir tan mal hilvanadas palabras contra mi gobierno, ahuyentando a los alumnos de la escuela con semejantes dicharachos?
(Marín oyó sin inmutarse, y con el busto erguido y mirándolo frente a frente, le respondió.)

_Marín… ¿y es usted quien se atreve a decir que mis palabras son mal hilvanadas? ¿Cree usted que por una piltrafa voy a engañar a esos niños, falseándoles la verdad?

Desde luego, esto provocó la furia del tirano quien ordenó la encarcelación de Marín en una horrenda mazmorra. Un día se acordó del infortunado poeta y ordenó su excarcelación y destierro hacia Curazao. 

Después de seis largos días de viaje, desembarcó en Curazao, en el año 1889. Sin haber realizado aquí actividad importante, embarcó nuevamente rumbo a Venezuela. Para poder vivir trabajó como cajista en la imprenta “El siglo”, de Lorenzo Clausells, otro puertorriqueño. 

Siendo escritor y enemigo implacable de los tiranos, se mantuvo alejado esta vez de todo lo relacionado con la política de Venezuela. En Caracas publicó el poema “Emilia” con un prólogo dedicado al gobernante dominicano, Lilís.

Pero Pachín era celosamente fiel a su destino y convicciones, y no tardó en entrar en conflicto con el dictador venezolano Raimundo Anduela Palacio, quien decretó su expulsión de Venezuela hacia la isla de Martinica, colonia francesa, junto a otros periodistas críticos de su gobierno. Se afirma por algunos que un soneto dedicado a Anduela fue el detonante de su salida de este país, soneto que concluye de esta manera:
“Cuida, pues, adulado corifeo, / de que el poder o el bajo servilismo / de juez acaso te convirtieran reo”.

El 9 de agosto de 1890 llega Pachín a Martinica, después de dos días de viaje con sus compañeros y su hija Quisqueya. Debido a las miserias y a las muchas vicisitudes sufridas, comenzó Marín a poner en juego su actividad para abandonar la isla. 

El 22 de agosto de 1890 logró partir de esta tierra desolada con dirección a Santo Tomás, llegó a esta isla con deplorable condición, pues carecía de dinero para trasladarse de aquí a Puerto Rico. Luego de permanecer 24 horas en esta isla, el 23 de agosto de 1890 se extendió a Francisco Gonzalo Marín y esposa (no hay evidencia alguna de que Francisco Gonzalo Marín se casara nunca), un pasaporte para Puerto Rico, por el cual pagaron un dólar cincuenta centavos. 

El 24 de agosto de 1890 llega Marín a San Juan, Puerto Rico y en seguida marchó para su pueblo natal, Arecibo, en busca de afecto y solaz. Reanudó la publicación de El Postillón, añadiéndolo como subtítulo “Segundo Viaje” ello le acarreó una difícil situación política y tuvo que partir en secreto de su amada isla el 17 de agosto de 1891 con destino a Boston, Estados Unidos. Sus enemigos políticos lo acusaron de cobarde, pero él antes de abandonar la isla dejó una carta pública titulada A mis Jueces y a mis amigos, explicando los motivos de su deserción. Esta importante despedida dice así: 

"No abandono la brecha como los cobardes; ni con mi partida creo dar lugar a que se sospeche que soy un miserable tránfuga.
Los hechos hablarán algún día.
La cortísima campaña sostenida en “El Postillón” podrá haber
Tenido los caracteres de la inoportunidad, nunca los del fracaso.
Las ideas germinan tarde o temprano.
A mi redor habíase formado una atmósfera densa, preñada de rayos y
Tempestades, y yo aguardé tranquilo los acontecimientos mientras en
La azarosa contienda no se oyeron amenazas de vejámenes, que habían
De llevarse a cabo en mi persona, una vez mis ardimientos políticos dieran conmigo en la cárcel.
Pedí multas, cárcel, destierro; habría aceptado el cadalso si hasta él la Ley y sus ejecutores hubieran querido elevarme. El atropello que deshonra, el insulto que infama… ¡Jamás!
He ahí los poderosos motivos de mi deserción brusca del campo de combate.
Si, algún día en Puerto Rico la Ley llega a cumplirse a la clara y hermosa luz del día; mejor dicho, si el reo político que es conducido al penal, cuando es pobre como yo y cuando es odiado como yo por ciertos institutos, logra tener garantizada la dignidad y puede ir a la cárcel confiado en que no será allí objeto de ruines y mal contenidas pasiones, ese día vendré a pagar a la Ley la deuda que ahora haya contraído con ella.
Téngalo en cuenta los tribunales de justicia.
Cuanto a los amigos políticos que aquí dejo, mi proceder puede que les sirva de provechosa enseñanza.
El año 87 partí al extranjero lo confieso porque no tuve valor suficiente para tolerar el degradante flagelo. Hoy tampoco lo tengo. Imíteme el que quiera.
Habrá quienes no sepan estimar mi sacrificio.
Peor para ellos. Yo renuncio a la patria, a mis prestigios públicos, a la familia… ¡No quiero renunciar a la vergüenza!" 

Después de catorce días de navegación y viajes por ferrocarril, llega a Nueva York, el 1 de septiembre de 1891. Durante su permanencia aquí se dedicó a trabajar de tipógrafo.

Unión a la causa cubana

En el exilio norteamericano se unió a la junta Revolucionaria de Cuba y Puerto Rico, publicó por tercera ocasión El Postillón (1891-1892) y sacó a luz su libro Romances (1892). A los dos años de residir en Nueva York, se marcha a la República de Haití. 

Un incendio le destruye el establecimiento que tenía como negocio y se ve obligado a regresar a Nueva York en el año 1896, se entera de la caída en el manigua de su hermano Wenceslao el 29 de abril de 1896, y este dolor lo impulsó a incorporarse a el Ejército Libertador de Cuba lo que hace saber a su padre en emotiva carta. Enrolado en la expedición al mando del general Rafael Cabrera, que partiera de las costas de Georgia y desembarcó en Nuevas Grandes, Camaguey el 16 de agosto de 1896. En octubre de este mismo año ingresó como auxiliar del despacho, con el grado de sargento, en el Estado Mayor del General Máximo Gómez.

El romántico luchador boricua ya inmerso en la guerra independentista de Cuba, luego del desembarco, primero se unió al gobierno de La República de Armas y más tarde al Cuartel General de Máximo Gómez. 

En campaña no solamente cumplió sus deberes militares -alcanzó el grado de alférez o subteniente-, sino que se desenvolvió como corresponsal de guerra para la doctrina de Martí, publicación decenal que editara en Nueva York el íntegro Rafael Serra. De estos momentos contamos una descripción suya hecha por un compañero de armas quién lo conoció entonces:
Rostro al cielo en una hamaca que se mecía un hombre de piel cetrina, cabeza rapada, feo de cara y escaso de carnes, que parecía interrogar al firmamento sobre su futuro destino acaso, después de mirarnos, volvió indiferente a sus meditaciones... Marín, como reconoció en una de sus colaboraciones a Serra, escribió versos que le solicitaban, además de los que surgían por propia inspiración, y también animó veladas literarias de campamento. 

Junto con Gómez cruzó la trocha de Júcaro a Morón en diciembre de 1896 y operó en la primera fase de la extraordinaria Campaña de La Reforma.
Sin embargo, enfermó de paludismo, el mismo Generalísimo orientó que pasase de nuevo la trocha y se encaminara hacia el Camaguey para mejorar su quebrantada salud. Otro motivo, no menos importante, lo guiaba en su traslado: unirse a un proyecto ambicioso de invasión a Puerto Rico que se preparaba.

Muerte

En Cuba, el 26 de octubre de 1897, ofrenda Pachín Marín su vida por la libertad de esa tierra, poniendo así fin a su azarosa peregrinación poética y heroica. 

Mucho se ha comentado sobre su trágico final en Turiguanó, cuando exhausto pidió a sus compañeros que lo dejasen para no entorpecer al resto del grupo en su intento de burlar el famoso enclave militar. En una hamaca colgada entre dos yanas fue colocado y allí murió de fiebres. Tiempo después una partida insurrecta encontró su cadáver y le dio sepultura, señalizando el lugar de su tumba. 

Tras su muerte sus pertenencias puertorriqueñas fueron entregadas a su amigo Modesto Tirado, el que se ocupó de preparar su último libro de poesía, póstumo desde luego, genuina literatura de campaña. En la arena, lo tituló muy oportunamente Tirado. Publicado en plena manigua, en la imprenta de El Cubano Libre, en los montes de Oriente, consta de 15 poemas. Aquí encontraron versos dedicados a Martí, Gómez y varios compañeros más de lucha, a su padre, y en sentido general prima el contenido patriótico, uno de ellos, titulado: El emisario, es muy significativo porque aborda un tema que más tarde hará célebre el peruano César Vallejo en su poema” Masa” 

Aludiendo a la muerte de este glorioso héroe, soñador y poeta, el lírico puertorriqueño José Yumet Méndez, escribió esta estrofa: 

Más que el vivir fue la muerte
su más hermosa aventura,
que su gesto en los manglares
de las maniguas de Cuba
fue el gesto de un hombre libre
que tiene un manglar por tumba. 

Autor de la bandera de su patria

Francisco Gonzalo Marín fue el autor de la Bandera de Puerto Rico. Son varios los patriotas a quienes atribuye tan alto honor, tales como Manuel Besosa y Antonio Vélez Alvarado, pero existe una carta de Juan de Mata Terreforte, vicepresidente de la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano que inclina la balanza hacia Pachín Marín. Esta esclarecedora misiva afirma: 

La adopción de la Bandera Cubana con los colores invertidos me fue sugerida por el insigne patriota Francisco Gonzalo Marín en una carta que me escribió desde Jamaica. Yo hice la proposición a los patriotas puertorriqueños que asistieron al mitin de Chimney Hall y fue aprobada unánimemente. 

Fue Terreforte un testigo único y patriota probado, capaz de aclarar este embrollado asunto, pues a sus altas responsabilidades en la Sección Puerto Rico del PRC y el Club Borinquen, téngase en cuenta que fue la persona designada para realizar la propuesta de adoptar como enseña puertorriqueña la bandera cubana con los colores invertidos en el trascendental acto mencionado, por lo que no deben quedar dudas acerca de la autoría de Marín.

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