Dedicado a aquellos que dicen que en Cuba no se combatió el castrismo.
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PROHIBIDO OLVIDAR.
1959
Se intensifican las reuniones de descontentos con el rumbo que toma el proceso revolucionario. Se establecen las bases para la fundación del movimiento MRR, entre el teniente médico Manuel Artime Buesa y el ingeniero Rogelio González Corzo (+ 1961). En las reuniones participó también el comandante del ejército rebelde Ricardo Lorié,
1960
René Besús resulta muerto en el asalto a la casa del jefe de las milicias del poblado de Rodas, Las Villas.
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Marchan a los llanos del norte de la provincia de Las Villas para alzarse en armas contra el régimen totalitario otro grupo de campesinos que está integrado por Juan Benito Campos Pérez, Juan Benito Campos Linares, Ricardo Molina, Demetrio“Nano”Pérez, Félix Pérez, José Antonio Fadraga Cintas, Tite Lamas, “El Galleguito”, Enrique Infante y Salvador Jomorca Díaz. Este grupo se integraría a la que ya dirige José Martí Campos Linares.
1963
El pequeño agricultor Julián Arteaga Herrera y Ramón Pedro Carpio mueren en combate contra las milicias castristas en Los Palacios, Pinar del Río. Era parte de una de las guerrillas que operaban en la Cordillera de los Organos.
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Hilario Rodríguez Campo y Guillermo González Rodríguez son fusilados en La Cabaña bajo los cargos de ser agentes de la C.I.A., conspirar contra los poderes del Estado y posesión de explosivos. Guillermo era de Placetas y dueño de la barbería "La Rampa" en el Vedado, La Habana. Antes de fusilarlos le extrajeron la sangre a la fuerza.
[Fuentes: Testimony of Hilda Rodríguez Ocampo (sister), November 15, 1997. United States Information Agency, 1993, Year 1963. United States Information Agency, 1993, Year 1963. Cuban American National Foundation, Quilt of Fidel Castro's Genocide, 1994. Beruvides, 1993, p. 122. WAQI-Radio Mambí, p. 86. Nuestra Cuba, 1998, p. 92. /Archivo Cuba.]
La fecha del fusilamiento cambia según distintas fuentes.
1964
Jose Camacho Alfaro, se alzó contra el régimen de Castro en Las Villas y fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento. Su hermano también formó parte de la insurgencia y había sido ejecutado cinco días antes.
[Fuente: Written testimony of brother-in-law, Mateo Cruz, Memorial Cubano, February 17, 2007. / Archivo Cuba]
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Abel Calante Boronat, Miguel Conde Green y Carlos Ayala – de 17 años- son fusilados en Nueva Gerona, Isla de Pinos.
1966
Promulgan La Ley de Ajuste Cubano (en inglés, Cuban Adjustment Act o CAA), Ley Pública 89-732 aprobada por el 89º Congreso de los Estados Unidos y firmada por el presidente Lyndon Johnson. La ley aplica a cualquier nativo o ciudadano de Cuba que haya sido admitido en los Estados Unidos después del 1 de enero de 1959; haya estado físicamente presente en el país durante al menos un año; o sea admisible como residente permanente de los Estados Unidos.
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Ignacio Suárez Carreño Nació en el Central Nela, un ingenio propiedad de su familia en Mayajigua, provincia de Las Villas, era el menor de seis hermanos. Asistió a la Universidad de Tulane en Nueva Orleans durante un año y luego regresó a Cuba, para estudiar en la Universidad de La Habana, donde se graduó como Ingeniero Agrónomo y Químico del Azúcar. Se convirtió en miembro activo de la Agrupación Católica Universitaria (ACU). Después de graduarse, comenzó a trabajar como químico de laboratorio en el Central Nela. Posteriormente desarrolló una finca de arroz, un negocio avícola, dos fincas de caña de azúcar y una empresa de alquiler de equipos agrícolas. Cuando el régimen comunista confiscó sus propiedades y cerró las escuelas privadas, envió a sus hijos a los Estados Unidos bajo el programa Pedro Pan de la Iglesia Católica. En 1961 se involucró con la CIA para promover el retorno a la democracia en Cuba. En 1964 tuvo la oportunidad de salir de Cuba, pero no lo hizo. Su esposa se fue para reunirse con sus cuatro hijos, pero Ignacio decidió quedarse. En abril de 1968, un día antes de ser sometido a una cirugía de cáncer de colon, fue arrestado y enviado a la infame comisaría de policía G-2 para ser interrogado. Acusado de "conspiración para derrocar al gobierno", en lugar de ser enviado a la cárcel de La Cabaña a la espera de juicio, fue trasladado al Hospital de la Marina debido a su deterioro de salud. Luego fue condenado a cadena perpetua, pero murió en el Hospital de la Armada el 2 de noviembre de 1968.
[Fuente: Cuban American National Foundation, Quilt of Fidel Castro's Genocide, 1994. Belen Jesuit Preparatory School, Wall of Martyrs, http://www.belenjesuit.org/page.aspx?pid=1633. / Archivo Cuba]
1971
El preso político Vicente Cueto es asesinado en la prisión Cinco y Medio de Pinar del Río.
1980
El opositor Maximiliano Silmoreno es asesinado en Manzanillo.
1989
Emiliano Sánchez es fusilado en La Cabaña.
La aparente impotencia patriótica derrotó a la falsa omnipotencia totalitaria
por Ramiro Gómez Barrueco (Manino), Ex preso político cubano
Así se identifica la victoria de los reclusos del Presidio de Isla de Pinos, sobre la guarnición comunista del penal. La aparente impotencia patriótica derrotó a la falsa omnipotencia totalitaria.
El día 23 de marzo de 1967, a los sádicos represores, no les quedó ningún preso a quien aterrorizar para sentirse superiores. Sus rostros no podían ocultar su frustración, la represión final fue desenfrenada. Ahora, ellos estaban aterrorizados ante su propia historia, los habían embarrado y abandonado en un imborrable baño de sangre. La sangre de los héroes de la libertad es tinta imperecedera en el alma de la patria. Nosotros, ayer víctimas y hoy testigos de su sangriento lodazal histórico, estamos escribiendo la historia con esa tinta.
El Reclusorio Nacional fue clausurado porque la tiranía comunista fracasó ridículamente en el objetivo de doblegar y desmoralizar a unos hombres irrevocables. NO trabajaron voluntariamente, NO se reeducaron, NO se arrepintieron de su credo libertario, NO traicionaron sus principios, NO abandonaron su religiosidad, NO negaron sus convicciones, NO disminuyeron su integridad moral. NO se rindieron. Resistieron y prevalecieron.
El experimento exterminador comunista le produjo resultados contraproducentes: fabricaron una fábrica de líderes anticomunistas. Esculpieron un paradigma de resistencia democrática. Los presos reafirmaron y endurecieron su condición humana. El muy castigado quehacer político, cultural y religioso se consolido y fortificó; se concientizó. La resistencia interna y el contacto con la resistencia externa, dentro y fuera de la isla, aumentó; nuestro mensaje de confrontación bélica atravesó las rejas y el océano. Nuestras familias fueron palomas mensajeras, doblemente heroicas.
El compromiso de luchar hasta la muerte por liberar a nuestro pueblo del yugo totalitario se fortaleció; es evidente la vigencia de ese compromiso. Estábamos y estamos orgullosos de ser símbolos de la lucha por una de las causas más justas de la historia de nuestra patria y de la humanidad. La democracia, la libertad, la justicia, los derechos humanos, la decencia y el progreso.
Perdieron la gran batalla entre la dignidad y el terror. Se retiraron a tiempo porque el desenlace que se avecinaba era apocalíptico. Diariamente se producían rebeliones variopintas en los bloques de trabajo; los planes de confrontación masiva, de azadones contra ametralladoras, iban pasando raudos del sueño a la realidad.
Eran incontenibles las golpizas cotidianas, torturas, asesinatos, dinamita, bartolinas, humillaciones, requisas, hambruna, mojonera, ojos sacados, testículos cortados… Vivíamos preguntándonos, segundo a segundo, quien se sacaría el macabro boleto de la lotería de la mutilación, la invalidez o la muerte. Tantas monstruosidades minimizaron nuestras agonizantes esperanzas de sobrevivir. Matar el miedo era el precio del improbable boleto de salvación. Matamos el miedo.
Se equivocaron al considerar que éramos un almacén de presos; éramos una cantera de patriotas. Un foco inagotable de resistencia. “No fuimos vencidos ni aun vencidos, no fuimos esclavos ni aun esclavos, y trémulos de pavor éramos bravos”. La magia de los héroes patrios reencarnó en la soledad y el abandono de nuestro sacrificio paradigmático. Nadie veía, nadie hablaba, nadie escuchaba; fuimos los desconocidos de siempre. Fuimos los sacrificados del Caribe.
Pero no hay tiempo para llorar cuando lo necesitamos para luchar. No importa que, después de 62 años de confrontación permanente, el tiempo implacable nos engarrote las manos y nos castigue los huesos; la historia de nuestra futura libertad no padece de artritis. Otros presos patriotas ocuparon nuestras celdas y las lágrimas de otras madres, humilladas e ignoradas, humedecen los pañuelos testigos de la voluntad del cambio democrático cubano. Un cambio que jamás se logrará con miel, flores y caricias sino con arsénico, pólvora y cocotazos.
El legado más importante y consecuente del Presidio Político, se encuentra en las raíces históricas de rebeldía, que causaron las condenas a prisión de esos héroes. Legado sintetizado en el himno de guerra de los presos. Himno escrito por nuestro inmortal hermano Manuel Villanueva, himno que define nuestra razón de ser y nuestro inviolable compromiso de lucha, alfa y omega de nuestra existencia:
“Cuando un día, suba yo la montaña, y en la cima, nos volvamos a ver, será entonces, cuando el sol amanezca, flotará una bandera, y podremos volver… Mano a mano, por delante la estrella, y la cruz como emblema, destruiremos la hoz; si caemos, nuestra sangre que es roja, bañará, la llanura y el mar, y tiñendo, de rojo nuestras olas, a la patria que llora, le traerá libertad”
El 11 de julio demostró que existen reservas morales en nuestro pueblo. Somos la mayoría, somos más y más valientes, somos la juventud y el dueño de la juventud es dueño del futuro. Nos negamos a ser “los esclavos sin pan” de la mafia comunista. Sabemos que el antídoto mágico contra el hambre, el terror, la miseria y la angustia totalitaria es LA LIBERTAD.
La patria pide a gritos hombres que tengan “el decoro que le falta a los demás” y piernas de alpinista para escalar la montaña de Villanueva. La montaña de vida nueva.
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