Alfredo M. Cepero
Director de la Nueva Nación
Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre y huyó a Egipto.
Durante el debate vicepresidencial en octubre, el vicepresidente electo JD Vance afirmó que existían “320,000 niños que la DHS ha perdido efectivamente”. El presidente electo Donald Trump ha hecho comentarios similares durante su campaña, incluyendo un evento en Arizona donde aseguró que esos niños inmigrantes han desaparecido por la incapacidad del gobierno de Biden. ” Dentro de los muchos epítetos que le hemos dedicado a Biden ahora podemos agregar el de Herodes.
LA MATANZA DE LOS INOCENTES.
El rey Herodes el Grande, ante la noticia del nacimiento de Cristo comunicada por Magos, ordenó matar a los niños menores de dos años que vivieran en Belén y su comarca, temiendo que su poder se viera desplazado por la venida del Mesías anunciado por los profetas. La matanza de los Inocentes es un episodio relatado en el Nuevo Testamento con carácter singular: de los cuatro evangelios canónicos, el único que lo relata es el Evangelio de Mateo (Mt 2, 16-18).
El relato trata sobre la orden dada por Herodes I el Grande de ejecutar a los niños nacidos en Belén menores de dos años. Según el pasaje de Mateo, Herodes dio esta orden al verse engañado por los sabios del oriente que habían prometido proporcionarle el lugar exacto del nacimiento de Jesús. Mateo nos dice que este acontecimiento cumple con la profecía de Jeremías (Jer 31, 15).
LA FUGA A EGIPTO
Un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: —Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo. Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre y huyó a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del Profeta: De Egipto llamé a mi hijo. Entonces, Herodes, al ver que los Magos le habían engañado, se irritó mucho y mandó matar a todos los niños que había en Belén y toda su comarca, de dos años para abajo, con arreglo al tiempo que cuidadosamente había averiguado de los Magos. Se cumplió entonces lo dicho por medio del profeta Jeremías:
Una voz se oyó en Ramá,
llanto y lamento grande:
es Raquel que llora por sus hijos,
y no admite consuelo,
porque ya no existen.
Por su parte, la poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou (1892-1979) puso en verso la huida a Egipto, centrando su reflexión en el «burrito santo» que habría cargado a María y al niño.
“Borriquito blando de la Virgen María,
manso borriquito que llevó a Jesús
con su santa madre que al Egipto huía
una noche negra sin astros ni luz.
¡Lindo borriquito de luciente lomo!:
hasta el niño mío te venera ya,
y dice, mirando tu imagen en cromo:
– ¿Es el de la Virgen que hacia Egipto va?
¡Dulce borriquito, todo mansedumbre!:
nunca en tus pupilas asomó el vislumbre
más fugaz y leve del orgullo atroz;
y eso que una noche sin luna ni estrellas
por largos caminos dejaste tus huellas
¡llevando la carga sagrada de un Dios!”
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