Por Alfredo M. Cepero
Después de una victoria total en 2024 el presidente Donald J. Trump regresa a la Casa Blanca para consolidar sus éxitos anteriores y utilizar su mandato para rechazar las políticas extremistas de la izquierda radical al mismo tiempo en que proporciona mejorías tangibles para el pueblo americano.
Esto incluye poner freno a las guerras permanentes, defender las fronteras de la nación y desatar el potencial a los ciudadanos de buscar su versión del sueño americano.
En su primer gobierno Trump puso en vigor reducciones de impuestos y regulaciones. Logró independencia energética, redujo a NAFTA con el acuerdo Estados Unidos. México y Canadá, invirtió 2 trillones para reconstruir las fuerzas militares, lanzó la Fuerza Espacial, puso fin al califato de ISIS, logró progresos en el Oriente Medio, puso en vigor la más significativa reforma de los Asuntos de Veteranos en medio siglo, confirmó a 250 jueces federales—incluyendo a tres magistrados del Tribunal Supremo—firmó una reforma de justicia federal, redujo el precio de las medicinas, protegió al Medicare y la Seguridad Social y aseguró las fronteras de la nación durante su mandato. Y esto fue sólo el comienzo.
Donald Trump define lo que se conoce como el éxito del sistema americano. Durante toda su vida ha puesto en vigor los patrones de la excelencia empresarial—especialmente en propiedad inmobiliaria—los deportes y la excelencia del entrenimiento. El presidente Trump construyó sobre sus éxitos en la vida privada cuando hizo su entrada en la política. El presidente Trump ha retado todos los éxitos porque cree en el excepcionalísimo del espíritu americano y quiere que este país triunfe.
Graduado de la Wharton School of Finance de la Universidad de
Pennsylvania el Presidente Trump siguió los pasos de su padre en el mundo del desarrollo de la propiedad inmobiliaria y puso su firma en la ciudad de Nueva York. De hecho, el nombre de Trump se convirtió en sinónimo del edificio más prestigioso en Manhattan y más tarde en el mundo.
EN SU TENSA PRIMERA RUEDA DE PRENSA
Aunque parecía haber empezado bien, muy pronto se convirtió en un intercambio marcado por la tensión entre Donald Trump y los periodistas que acudieron a la esperada primera conferencia de prensa en seis meses del presidente electo de Estados Unidos. "No te voy a dejar hacer una pregunta. Tú representas las 'noticias falsas'", sentenció el próximo presidente de Estados Unidos. "Vamos a construir el muro y México nos reembolsará por ello".
El republicano insistió en que su política de inmigración pasa por construir un muro en la frontera con México y que hará que ese país "reembolse" el costo "y hay varias maneras". Durante la campaña de las primarias republicanas previas a las elecciones presidenciales de 2016, Donald captó de repente ese resentimiento victimista con un magnetismo que hizo añicos todos los indicadores de popularidad, audiencia y seguidores en las redes sociales.
LA PREGUNTA QUE DEBEMOS HACERNO
¿Cómo es posible que un hombre descrito por el exjefe del Estado Mayor estadounidense, el general Mark Milley, como «el hombre más peligroso para su país, un fascista hasta la médula», esté de nuevo a las puertas del poder en la democracia más poderosa del mundo?
EL ENIGMA DE DONALD TRUMP
Pero Donald, misteriosamente, apela mejor al subconsciente de ese movimiento: ni siquiera necesita hacer bases para atraer a la base. Envolviendo casi todos los temas en una narrativa victimista, convirtiendo la escena política en un reality show televisivo en el que él es el imprevisible maestro de ceremonias, atacando por debajo del cinturón a los objetivos que elige y utilizando un lenguaje violento, xenófobo y misógino, llamando la atención a cualquiera en cualquier momento, despierta la desaprobación o el escepticismo de los medios de comunicación y las élites políticas.
Para desahogar el descontento con millones de personas en una ferviente conflagración. Para recargar las pilas en la horda alabando a un tipo que tiene en vilo a las élites. La necesidad de meter a Dios en todas las salsas, de invocarlo en cada oportunidad, de rezar a voz en grito y de odiar descaradamente. Odiar a los negros, a los amarillos, a los judíos, a los transexuales, a los inmigrantes, a los árabes, a los países extranjeros que se aprovechan de Estados Unidos.
Para formar juntos un huracán que retuerza el brazo de los poderes establecidos, decidiendo que lo falso se convierta en verdadero y que, a partir de ahora, así es. Qué buen truco para jugarle a la democracia: desautorizarla en su propio nombre, gracias a la libertad que da a todos para hacerlo. En esta tensión, Donald les hace sentir que está con ellos.
2/12/2025
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