viernes, 30 de mayo de 2025

La paja en el ojo ajeno

La paja en el ojo ajeno

«Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano»

Evangelio de Mateo (7:3-5)

La Habana se cae a pedazos. La otrora «Niza de América» es apenas una ¿urbe? destruida, apagada, inundada de aguas albañales, desechos cloacales y montañas de escombros que bloquean calles, avenidas, e incluso, accesos a viviendas.

-Estamos mal — piensa El Dirigente— pero hay lugares en el mundo que están peor.

Avanza con dificultad esquivando las ruinas de una edificación recién derrumbada.

-Allá en Gaza o en África… —se consuela.

Lleva los dedos a nariz. Asquea el hedor que despide el cadáver putrefacto de un perro. Yace inerte en la acera y la acción de las bacterias, encargadas de la descomposición, provoca olores nauseabundos.

-O en cualquier aldea de Latinoamérica donde mueren de enfermedades.

Fundada el 16 de noviembre de 1519, San Cristóbal de la Habana es una de las ocho villas que la corona española instauró en la isla. Más de quinientos años después la capital cubana exhibe, vergonzosamente, un calamitoso estado. En pleno siglo XXI, «La ciudad de las columnas», como la bautizara el escritor Alejo Carpentier, está muy distante de sus tiempos de esplendor.

-Hay lugares peores —se reconforta El Dirigente.

La Habana se desmorona, se derrumba, se hunde, se desgalga, pero…

«¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no te fijas en la viga que tienes en el tuyo?»

Evangelio de Lucas (6:41-42)

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