Leticia Guerra

La Habana, Cuba.- En los pueblos habaneros, humildes y jaraneros, el evento más común podía devenir espectáculo. Así sucedía en Bauta con la llegada de Pata de Clochet, un personaje inolvidable y singular.
Venía siempre contento, con un pantalón cortado por las rodillas, la camisa amarrada, un radio ruso colgado del cuello y sin zapatos, no por falta de ellos sino porque los odiaba.
Pata de clochet era un hombre de mediana estatura, simpático, negro y caminaba graciosamente, cojeando de una pierna, tenía la extraña manía de creer que era un carro. Como tal aceleraba, frenaba y hacía con la boca el ruido del motor. Parece que algún ocurrente le gritó Pata de Clochet y por este mote se hizo famoso en la Habana. Y digo en la Habana porque recorría casi todos los pueblos de la provincia… ¡A pie ¡ Porque ¿para qué necesitaba un transporte cuando el mismo era un auto?
Le cuento que cuando llegaba a un barrio la voz corría y un gentío de muchachos y adultos le hacían coro.
Encendía el radio en busca de un cantante de moda y comenzaba su actuación. Imitaba a Beatriz Márquez, José Valladares, Ania Linares, Manolo del Valle y a cualquiera que se tropezara en el dial.
Muchos aplaudían con cariño, otros se burlaban; sus ojos inocentes, incapaces de reconocer la malicia brillaban con alegría.
Pata de Clochet fue un humorista natural que regalaba sus espectáculos y vivía de los aplausos.
No faltaba quien le ofreciera un techo para dormir, pero el prefería la anchura de la noche porque su alma andariega no resistía las paredes. Lo llevaron muchas veces a instituciones mentales donde tenía segura cama, comida y atención gratuita. Le cuento que siempre se las arregló para escaparse porque Pata de Cloche tenía un tesoro que nunca se dejó arrebatar: su libertad.
Soy de punta brava y me acuerdo de el..Yo era joven ..
ResponderEliminarHay alguien que me diga dode más información sobre este personaje. .
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