jueves, 1 de abril de 2010

CUBA, POTENCIA MEDICA PARA EXTRANJEROS


Sucede Ahora por Angelica Mora

Juan Carlos Hernández Hernández
Director APLOPRESS.

Santiago de Cuba, 28 de marzo - (www.aplopress.com) El historial del Gobierno cubano enviando médicos, técnicos, maestros y un sinnúmero de profesionales a cumplir misión internacionalista es larguísimo. Tan distante en el tiempo y casi al principio de la mas llamada “Revolución”, el 15 de Junio de 1963 partieron, más de 30 médicos, dos estomatólogos, 14 técnicos y ocho enfermeras, desde nuestro país para la República de Argelia, al norte de África, convirtiéndose en una constante que se multiplica hoy día a diferentes países tan remotos como Las Islas Salomón.

Según la información oficial la “Operación Milagro”, iniciada en 2004 para la asistencia oftalmológica a venezolanos trasladados a Cuba para ser operados fundamentalmente de cataratas, se ha ampliado a más de veinte nacionalidades. Hasta mediados de 2006, un total de 485.476 pacientes de 28 países, de ellos más de 290 mil venezolanos, habían sido beneficiados.

Sin embargo, en Cuba la cosa es diferente. En Santiago de Cuba, una ciudad con más de 250 mil habitantes, el Hospital General “Dr. Juan Bruno Zayas Alfonso” es el único que brinda servicios de urgencias oftalmológicas. El hospital, que está situado en la de El Caney, dista unos 4 km del centro de la ciudad, una distancia significativa si se tiene en cuenta las limitaciones e ineficiencias de nuestro transporte público. Solo el santiaguero de a pie, que por diversas razones, tiene que realizar dicho recorrido lo puede entender.

Al llegar al hospital, en un vistoso mural el código de colores orienta a los pacientes, de cuáles son los casos que deben de ser tratados con urgencia y cuáles no requieren atención médica inmediata. Entre estos últimos, señalado con color verde está el síntoma febril, sin embargo, 12 asientos son reservados para esos casos, donde no se permite sentar a nadie, mientras un gran número de pacientes permanecen de pie.

“Yara”, una joven enfermera que exhibía un pulcro uniforme blanco informaba a los pacientes recién llegados que había varias personas para “Oftalmología”, por lo que debían de esperar. Justo frente al código de colores, otro atractivo mural informaba los números de las puertas de las 19 especialidades que se atendían en el hospital. La número nueve es la de “Oftalmología”.

Un paciente a las 11.45 a.m manifestó que hacía dos horas y 32 minutos de su llegada y tenía el número 25 para la consulta de oftalmológica. Graciela, Magda y Javier argumentaron que ellos llevaban tres horas y aproximadamente 15 minutos esperaban por la llegada del Jefe de Servicio, encargado de abrir las llaves del agua, razón por la cual no habían podido realizarle unos análisis.

No hacía falta haber estado anteriormente en un calabozo para identificar el aroma que se respiraba en los baños, las tazas de los servicios sanitarios desbordados competían con cualquier calabozo de una Unidad de la Policía o de Operaciones en la Seguridad del Estado. La auxiliar de limpieza a duras penas pasaba la colcha seca como si fuera una escoba y por vergüenza no levantaba la cabeza.

Muchos abandonaban maldiciendo el lugar, mientras los médicos haciendo uso de un excesivo profesionalismo demorando las consultas, cuales casos de cirugía, para mediante el desespero hacer disminuir la lista. El 45 por ciento de los pacientes, paradójicamente eran para la puerta número 9, Oftalmología.

Junto a un motorista, que afanosamente buscaba al oficial de la policía, que custodiaba el acceso al Cuerpo de Guardia, salió la paciente número 25. Los relojes doblaban campana quince minutos para la una de la tarde. Un guiño de compasión le dirigió a Graciela, Magda, y a Javier, que cuidosamente había doblado cada receta y papeles médicos en un pedazo de nylon y con sus gruesos espejuelos negros decidía retirarse del lugar.

Posted by Angélica Mora at 6:14 PM

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