miércoles, 7 de abril de 2010

DISCURSOS DE CÁMARA


Por Juan Antonio Madrazo LunaPublicado 2/04/2010

El Vedado, La Habana, 1ro de abril de 2010, (PD) Una vez más el Instituto Cubano de Investigación Cultural “Juan Marinello” convocó a un diálogo informal no publicitado sobre el racismo y los prejuicios raciales en Cuba.

El encuentro, animado por la periodista Gisela Arandia, otrora líder del desmantelado proyecto Color Cubano”, invitó a la discusión a Roberto Zurbano, ensayista e investigador de Casa de las Américas; Lisette Vila, investigadora y coordinadora del Proyecto Paloma; el Sr. José Juan Ortiz, representante de UNICEF en Cuba; Gabriel Cordech, del Grupo Cristiano de Reflexión y Solidaridad “Oscar Arnulfo Romero”; Sandra Álvarez, investigadora y periodista de CubaLiteraria y Esteban Morales, economista del Centro de Estudios sobre Estados Unidos de la Universidad de la Habana y autotitulado especialista en la problemática racial cubana.

Desde el pasado 21 de Marzo del 2009 a un número muy reducido de intelectuales orgánicos se le otorga el permiso para representar un debate privadamente público sobre el Día Mundial contra la Eliminación de la Discriminación Racial, cuya proyección internacional está ausente de los medios masivos de comunicación. El debate sobre la problemática racial en Cuba continúa secuestrado, no existen escenarios autónomos que faciliten una discusión amplia sobre agendas de cambios posibles.

Los espacios institucionales, caracterizados por una alta densidad ideológica, son minados por la presencia de policías disfrazados de intelectuales. El aquelarre nunca sobrepasa las 40 personas. El deseo de hablar desde el dolor, la tristeza, la diversidad, desde la libertad, está confiscado.

Plataformas similares de comunicación a lo largo de los últimos 20 años han sido desmanteladas.

Recuerdo propuestas interesantes como el proyecto Todo en Sepia, coordinado por la legendaria actriz Elvira Cervera, una de las primeras en haber logrado la representatividad como mujer negra en los espacios teatrales, radiales y televisivos. Cervera perseguía fundar un Teatro desde la autoestima, la dignidad y la estética del negro.

Otras propuestas como la peña “La Madriguera”, del cantautor Gerardo Alfonso, en la Quinta de los Molinos, un espacio donde se reunían actores sociales de varias generaciones, fue un laboratorio en el cual se comentaban las experiencias negativas de muchos de los participantes sobre la vigencia del racismo y los prejuicios raciales.
También fueron silenciados el Taller Mulato, que conducía la investigadora de medios audiovisuales Irene Esther, el Movimiento Hip Hop y sus festivales, los encuentros en la Fundación Fernando Ortiz, el Aula Taller José Luciano Franco en la Casa de África, dirigido por la investigadora Leyda Oquendo, en el año 2004 el Taller Arte, Patria y Cultura, conducido por el curador y especialista en Arte Cubano, Oscar Fagette, en la Sociedad Cultural Yoruba de Cuba, etc.

Más allá del poder, desde la academia, se asumen posiciones racistas y excluyentes al prohibir un análisis abierto del racismo como asignatura pendiente e incómoda para el poder. Muchas de las ilustrativas investigaciones que se han logrado hacer sobre el tema en este ámbito permanecen inéditas y ocultas, mientras aguardan el momento de cumplir su función social. Los pliegos de demandas desde la última definición del desmantelado proyecto Color Cubano aun continúan congelados. El mérito de colocar el tema racial en la agenda pública lo tiene el movimiento Hip –Hop, mediante sus estrategias discursivas.

La sociedad cubana carece de agendas nacionales bien sistematizadas, articuladas, publicitadas y compartidas por otros actores sociales. El poder de convocatoria al debate de cámara es estrecho, contaminado por la catarsis. Las agendas desde el campo de la cultura cubana no son sistemáticas ni sistémicas, tampoco se articulan con otros espacios y problemas en el país.

Tras la ruta de la desmovilización política de la sociedad cubana, el poder extremo aun no quiere darse cuenta que formamos parte de un contexto internacional en el cual la situación de los afrodescendientes es tomada en cuenta en organismos internacionales y regionales de gran peso.

Tampoco como sociedad queremos darnos cuenta que formamos parte de un contexto caribeño, al menos desde la Habana hasta Camaguey (el oriente del país es otra historia). A pesar de estar Cuba en la orbita del Caribe, somos vecinos desconocidos, no existe intimidad con el Caribe francófono y el Caribe anglófono. Se desconoce el Atlántico Negro, su diáspora, la teología negra, están ausentes en las acciones públicas desde la alta política.

Cuba no solo está divorciada del Atlántico Negro. Está ausente de organismos de proyección mundial, mecanismos políticos y sociales como la Red Continental de Organizaciones Afrodescendientes, la Alianza Estratégica Afrolatinoamericana y Afrocaribeña, las cuales tienen como objetivos estratégicos combatir la discriminación racial a través de asociaciones coordinadas por todo el continente. Desligada del Movimiento Negro Continental, no forma parte de la familia del Parlamento Negro de las Américas así como del Grupo de Trabajo para la Población Afro-descendiente en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas. No se conoce de la presencia de Cuba en la Conferencia Regional de las Américas sobre las maneras y desafíos en el Programa de Acción contra el Racismo.

Desde la sociedad civil se hace necesario activar la conexión con el Atlántico Negro, con las redes sociales, tomar conciencia y desarrollar acciones publicas que permitan el despertar de una conciencia ciudadana.

Los derechos no se mendigan, se conquistan. Más allá de la “legiones de los 40” y de activar el ejercicio ciudadano, los cimarrones debemos salir de las trincheras y tomar por asalto el cielo pues tenemos el compromiso de defender la Cuba Martiana.

cubainterracial.gl@gmail.com

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