lunes, 5 de abril de 2010
EL MITO SE DERRUMBA
Por HUBER MATOS ARALUCE
El multitudinario y patriótico desfile en Miami, seguido por las marchas en Los Ángeles, New York y otras ciudades, trajeron a la superficie una realidad sepultada por años de fracasos y frustraciones: los cubanos del exilio podemos agruparnos alrededor de diferentes banderas políticas y ventilar nuestras diferencias ideológicas como enemigos al parecer irreconciliables; pero cuando el clarín suena, somos un solo pueblo que ama a Cuba y que nunca la ha olvidado.
Pero ¿durará el entusiasmo? ¿Estamos ante un fervor pasajero? ¿Morirá cuando la tiranía no se desmorone ante nuestros ojos, como tantos esperan?
Corremos el peligro de confundir la etapa final del castrismo – que puede durar su tiempo - con un colapso cercano e inevitable. Estamos celebrando la victoria antes de ganar una batalla en la cual la mayoría de los exilados todavía no ha decidido participar.
La tarea no es ni fácil ni corta. Cada cubano exiliado debe evaluar si ya cumplió con quienes luchan en Cuba, o si aprovechará la oportunidad histórica de ayudar a enterrar un régimen enfermo y a sembrar el árbol de la democracia en su lugar.
Cada compatriota se debe preguntar si quiere ser espectador o protagonista. Si va a contribuir con los aplausos desde la gradería o si va a asumir la responsabilidad que le corresponde.
En Cuba hay una oposición que ha mostrado valor y determinación. Es un pequeño ejército de activistas que día a día no saben ni cómo van a alimentar a sus familias. Sin embargo, no descansan y luchan sin recursos.
Ni Orlando Zapata, que murió sin saber el impacto trascendental de su muerte, ni los presos políticos, ni las Damas de Blanco, ni los disidentes se detuvieron a esperar las condiciones ideales para enfrentar al régimen.
No esperaron que el pueblo cubano perdiera el temor, que las organizaciones del exilio o de la isla se unieran, que Washington los ayudara o que España y Latinoamérica dejaran de coquetear con el castrismo. Simplemente dieron un paso adelante.
El exilio debe emularlos. La decisión de participar en este esfuerzo es una cuestión de índole personal: se simpatiza con los que luchan por la democracia o se es indiferente. Si la decisión es la de la solidaridad, hay que actuar.
Ya sea que usted decida apoyar a quienes en la isla organizan el partido Cuba Independiente y Democrática (CID), o bien que escoja alguna otra opción, le invito a que sea selectivo; a que estudie, pregunte y le dé seguimiento a su patrocinio.
El exilio cubano puede influir de una manera determinante en el fin del castrismo y en un auténtico tránsito a la democracia, evitando que una negociación a espaldas del pueblo cubano, le arrebate de nuevo su soberanía.
Estas marchas patrióticas han derrumbado el mito del derrotismo que tanto daño ha causado hasta ahora. Ha comenzado una nueva etapa y solo asumiendo la responsabilidad que nos corresponde, cumpliremos con los que ayer murieron por la libertad, los hoy se sacrifican por ella y los que mañana y siempre la defenderán. No atrasemos la ayuda a los compatriotas que en Cuba harán buen uso de ella.
Patria, Pueblo y Libertad
San José, Costa Rica
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