lunes, 5 de abril de 2010
Raúl, el estricto discurso, del “Hombre Mediocre”.
Publicado por Héctor Julio Cedeño Negrín en 16:51
Si el “Presidente” de Cuba, el Señor Raúl Castro Ruz, hubiese pronunciado su discurso del domingo 4 de abril de 2010 en la clausura del aniversario de la Unión de Jóvenes Comunistas, antes de 1913, cualquiera podría decir, que el libro del filósofo y psicólogo argentino, José Ingenieros, “El Hombre Mediocre”, fue inspirado en ese discurso.
No hubo muchas expectativas sobre lo que diría el “Titulado” Presidente cubano, pero la trivialidad de la alocución, ya la había pronosticado antes, a un interesado en el asunto con el que conversé en esa misma tarde. Le dije, -será más, de la misma bobera. La ventaja abrumadora, de Raúl sobre Fidel, es que habla poquísimo, con la mayor brevedad posible y sencillamente se va sin siquiera dejar rastro, ‘hasta más ver’.
Aunque si noté algo digno de apreciar, Raúl está sopesando cada una de sus palabras, ya no habla tan barato como antes, como decimos los cubanos. Estaba seguro que el discurso se lo dictaría Fidel, letra a letra, pero al parecer no fue así, aunque claro está, que no convenció a nadie, ni siquiera se convencieron ellos mismos.
La intransigencia fue la de siempre, las falsedades fueron exactamente las mismas y nada dijo de otras tantas cosas que sabemos, se están produciendo en el corazón mismo de la dictadura y de las que solo se entera uno, a través de ‘Tele chisme’ y ‘Radio brete’, pero el dicho, ‘cuando el río suena, piedras trae’, aquí se cumple ajustadamente.
Habló de la transición a una nueva generación (claro, ya solo quedan dos o tres, de su generación tiránica, los que no están en la gaveta, están en la cola), pero escoger a los cuadros y no a los cuadritos escogidos superficialmente. Es que acaso Carlos Lage Dávila, fue escogido a la ligera. Yo le conocí hace años, en su época de estudiante, porque una tía mía, ya fallecida, era la Secretaria personal de su Padre, Agustín Lage a la sazón vice director docente, en la antigua Quinta de Dependientes, eso fue, allá por los años setentas.
Carlitos Lage, fue educado desde su más tierna infancia en la doctrina fidelista, y así creció día a día y como el, tantos otros. Que crecieron, ‘fideliando’, mañana, tarde y noche, cuando el fervor revolucionario, cuando Cuba era una colina cerrada, virgen, cuando se fabricaban mentiras garrafales y todos se las creían, con la más absoluta certeza e ingenuidad.
¿Quien va a creer hoy? Que los jóvenes cubanos, mucho más actualizados y comunicados con el mundo civilizado y moderno, con las tan avanzadas técnicas de la comunicación que ya se abren paso y abruman por completo a la dictadura, van a tolerar eso del adoctrinamiento, la austeridad y el fanatismo revolucionario, de la revolución castrista, tan envejecida, desgastada, desvencijada y decrépita, como los Castros mismos, hay que estar ‘boberiando’, como dice mi pequeña sobrina, para creérselo.
Ni siquiera los afiliados a las Fuerzas Armadas, algo más fanáticos al enjuague cerebral, se lo tragan, y con la tremenda corrupción rampante y sonante, en todos los ordenes y estratos de la sociedad, a no ser algunos retrazados mentales, que puedan integrar los cuerpos militares, como algunos que yo conozco, porque ya no son muy estrictos al seleccionarlos. Tan escasos están de personal, que tienen que apelar a tales individuos para mantenerlas.
Raúl sueña y trata de hacerle creer a algunos, sus sueños. No general, el cuentista mayor era Fidel y ya ni cuenta, públicamente, ni tía, ni tata, el es al que muchos le creían sus historietas, pero usted no tiene dotes histriónicas, ni siquiera hace reír a nadie, no sueñe con eso, desista, será un fracaso total.
El discurso de Raúl, verdaderamente, no contesta a nada, ni a nadie y no puede hacerlo, porque los argumentos en su contra tienen tanto peso, que aplastan. Exigiría una dosis genial de inteligencia, que ni siquiera posee Fidel, mucho menos el. Se ponen a sacar trapos viejos, usando los mismos métodos de hace mil años, sobre si Europa permitió o no, aquellos supuestos vuelos de la CIA, trasladando prisioneros, que ni siquiera fueron demostrados, para intentar denigrar al viejo continente, antes tan complaciente, pero ya menos complacido y mucho más crítico.
Divaga sobre tal o más cual cosa, pero no encara las condenas hechas, por el Parlamento europeo, ni responde a críticas verdaderas, expresadas por cercanos amigos suyos, sobre los presos políticos o sobre violaciones a los derechos humanos, ni responde sobre las golpizas a las Damas de Blanco, las huelgas de hambre por los maltratos y las vejaciones, propios de la edad media, ni sobre las multitudes que alrededor del mundo, marcharon multitudinariamente y le condenaron explícitamente.
En fin, que Raúl Castro demuestra, su autentica y exquisita, mediocridad.
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