viernes, 28 de mayo de 2010

DAÑO MORAL


Por Moisés Leonardo RodríguezPublicado Hoy

Cabañas, Habana, 27 de mayo de 2010 (PD) El daño moral que ha causado el régimen de los últimos 51 años a los cubanos es uno de los aspectos que demandará esfuerzos sostenidos y bien encaminados para su reparación a largo plazo en el post castrismo.

La conformidad de las conductas con las normas morales y jurídicas, junto a una eficiente institucionalidad, son factores esenciales para la organización racional y progresiva de las sociedades humanas.

El rechazo a lo que denominaron moral burguesa, desde el inicio de la toma del poder por los Castro y sus secuaces, fue en realidad el desbroce del camino para detentar el poder con la utilización de las más bajas pasiones de muchos seres humanos.

La denominada doble moral, que en realidad es la carencia de ella, ha sido una de las formas de protegerse los individuos del agresivo medio basado en el temor y la miseria provocadas y sostenidas intencionalmente por diseños políticos de corte totalitario.

La complicidad por dependencia, es decir, la total dependencia de los ciudadanos de los dictados del poder, incluidas sus vidas privadas, los ha llevado a mostrar simpatía con lo que rechazan, incondicionalidad a lo que burlan y apoyo a lo que desaprueban, como medio de aliviar la vida en condiciones límite.

Con estas amorales conductas, muchos buscan retener los puestos de trabajo en los que resolver, que no es más que robar para paliar las insuficiencias de los salarios y la carestía de la vida. No los acompaña para nada la satisfacción ética de contribuir al bien común al cumplir el deber y el derecho de trabajar.

El acceso a los puestos de dirección política, económica o de la supuesta sociedad civil, es una carrera en pos de disfrutar de lo que la propia oficialidad definió como la miel del poder. Prebendas autorizadas, corrupción tolerada mientras se mantenga la incondicionalidad, inmunidad legal, falsedad de los informes de cumplimientos y otros componentes de la burocracia, divorciadas en todos los casos de la más mínima exigencia ética.

Décadas atrás afirmó el ex presidente Castro que el mayor logro de su revolución era el hombre que se había formado. No es un logro pero si el índice más significativo del fracaso total de su proyecto.

Nacionales que desde pequeños quieren ser extranjeros. Profesionales y bien educadas mujeres que buscan mejor vida con la venta de sus cuerpos como simples mercancías. La mentira y la violencia generalizadas en las relaciones interpersonales. División familiar por divergencias políticas… ¿En qué moral se sustenta todo esto?

Odio, envidia, escape a la frustración personal y otras bajas pasiones como sustentos de la delación, la vigilancia, el acoso y hasta la agresión verbal y física a compatriotas en desventaja, como ha ocurrido en los innumerables mítines de repudio y durante los maltratos a las Damas de Blanco, por citar solo un ejemplo.

Solo al recuperar la fe en un proyecto social que coloque a la persona humana como su base, contenido y fin, podrán los cubanos comprobar lo advertido por el Padre Varela: “No hay patria sin virtud, ni virtud con impiedad.”

Este es el único camino para recuperar el capital social sin el cual los capitales físicos y humanos no lograrán más que mantenernos en el mismo amoral círculo vicioso de temor y miseria en que hoy nos obligan a movernos los actuales gobernantes.

Foto: Marcelo López

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