viernes, 28 de mayo de 2010
EN QUÉ CAMBIÓ LA ESCUELA LENIN
Por Dania Virgen GarcíaPublicado Hoy
San Miguel del Padrón, La Habana, 27 de mayo de 2010 (PD) Entre los años 70 y principios de los 90 (los primeros años del período especial), los alumnos de la Escuela Vocacional Lenin se caracterizaban, fueran hijos de papá o de sencillos trabajadores “integrados a la revolución”, por ser estudiantes de alto rendimiento académico. Recuerdo que a esos alumnos los llamaban filtros y mechados.
En los últimos años, las cosas han cambiado mucho en la Lenin. Aún quedan buenos estudiantes, pero ya no importa tanto el rendimiento académico si los padres de los alumnos tienen suficiente dinero para pagar y que sus hijos aprueben con buenas calificaciones.
Muchos padres no tan pudientes se esfuerzan, aún si tienen que pagar, para que sus hijos vayan a la Lenin, donde la calidad de las clases se supone sea mejor y puedan matricular carreras universitarias. Recientemente, de un 80% de los estudiantes de pre-universitario que fueron a las pruebas de ingreso para la universidad sólo aprobó el 30%.
Ahora a la Lenin la llaman “la escuela de los millonarios”. Sus aulas, pasillos y albergues son un verdadero desfile de ostentación. O “especulación”, como decimos en Cuba. Los alumnos calzan zapatos de más de 80 cuc, usan teléfonos celulares para llamar a sus casas y guardan sus pertenencias en costosos maletines y bolsos. En sus conversaciones, presumen de los carros de sus padres, como visten, de los lugares a donde van y de quien tiene mejores casas y en qué barrios.
Los padres compiten en la calidad y cantidad de la comida de la shoping que llevan a sus hijos. A veces se echa a perder y hay que botarla. A menudo se ve a los empleados de la limpieza y el chapeo rapiñar las sobras en los nichos de la basura. A veces no es precisamente para alimentar a los puercos.
Los papás con dinero también compiten en los regalos caros que hacen a los profesores. Otro modo de comprar las notas de sus hijos.
Las fiestas de los maestros son por todo lo alto. Ya se prepara la fiesta de fin de curso. Me cuenta la hija de una vecina que “va a ser sonada, con todos los hierros, estilo capitalista”. Sus padres ya preparan el bolsillo.
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